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— ¿Ocho años? Sí que es un bebé aún.
— Pero es el niño más adorable que conocerás jamás, creéme.
Su novia trata de convencerlo, mientras conduce. El camino entero la escucha hablar sobre aquel maravilloso niño al cual, al parecer, le había guardado el cariño suficiente como para obligarlo a conocerlo.
Obligarlo, porque estaba entre sus últimos planes visitar una casa hogar, antes que salir de fiesta o algo por el estilo.
Sigue siendo joven y sus días de instituto son una completa basura. No esperen menos.
— Soojin querida, cállate y déjame conducir. Con tanto "San aquí" y "San allá" iremos a estrellarnos y en verdad jamás podré conocer al dichoso San. — tranquilamente le habla, sonriendo hacia ello y dejando un casto beso en sus labios al notarla formar un puchero por haberla callado así. — Mejor, ¿Vamos?
La ve asentir y decide seguir el camino.
Sin embargo no contó con que sería el camino más largo de su vida entera. El recorrido parece no acabar nunca y él ha empezado a estresarse. Seguro se han perdido pero su novia está tratando de ocultarlo.
— ¿Segura que sí sabes?
— Dame el volante, Woo. Tú has hecho que nos perdamos.
En efecto, puede sentir su cabeza palpitar y luego puede sentir su rostro arder. Se he enojado y era lo último que podría salir mal para acabar con su paciencia. Seguro acabaría regresándose por donde vino y más nunca volver a ese sitio tan recóndito.
— Joder Soojin, vámonos a casa y deja eso. — ya irritado, ni siquiera gusta de subirse al auto el cual, su novia parece manejar ahora.
— Es acá cerca, ya hemos llegado básicamente, es solo que tú eres muy exhaltado. — le dice sacando su cabeza por la ventana, mirándole mal y luego riendo porque su rostro es seguramente muy gracioso. — Ya, sube.
Rendido, sube de nuevo. Su novia lo escucha bufar y bufar antes de cruzarse de brazos y fijar su mirada en la ventana. No mira más que árboles y aves por donde sea que su mirada se fije, es solo flora y fauna en un sitio tan escondido. En otra situación, disfrutaría plenamente del viaje. Pero es que este repentino plan de visitar a la tía de su novia (quién cuida de una enorme Casa Hogar para niños), le tomó complemente por sorpresa y ni siquiera le dio tiempo de tomar un debido baño. Quiere decir, estaba estudiando para una prueba antes de que su novia apareciera de la nada para llevarlo.
— Hemos llegado. — escucha a la chica hablar. Esta vez sí que despega su vista del cielo y la fija en la enorme casa frente a ellos. El sitio luce bastante acogedor. — ¿Vamos?
No dice nada y solo se baja del auto, con su novia detrás de él tomándolo por el brazo. La ve sonreír y la molestia de hace minutos se desvanece por completo. Así de bobo lo trae.
