Capítulo ocho:

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Su despertar por la mañana se ve interrumpido por nada más y nada menos que las voces de sus padres al fondo, discutiendo de nuevo, perdiendo la cuenta en total sobre qué número de discusión se trata de la semana

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Su despertar por la mañana se ve interrumpido por nada más y nada menos que las voces de sus padres al fondo, discutiendo de nuevo, perdiendo la cuenta en total sobre qué número de discusión se trata de la semana. Quizá la sexta, y apenas es miércoles.

Rendido, toma una ducha y prepara su mochila, decidido a no tomar el desayuno y mucho menos detenerse a conversar con ellos, camina por toda la sala de estar, evitando a toda costa encontrarlos en el camino y que le involucraran de nuevo. Siempre acaba siendo el perjudicado, y se está hartando de ello.

Sin embargo, canta victoria al lograr salir de casa sin haberse cruzado con alguno, a las afueras, le espera su novia en el automóvil, cosa que agradece pues así no tendría que esperar como bobo sentado en una acera.

— Buenos días, qué día más lindo, ¿No lo crees?

— A la mierda el lindo día, mis padres sí que saben como desanimar mi día completo en tan solo unos minutos — dice harto, mientras coloca su mochila en el asiento trasero y brinda un beso en la mejilla a su novia. — ¿Desayunaste? — nota a su novia negar con la cabeza, aún observando cada movimiento que él realiza, con ligera, pero aun así notoria preocupación.

Sin mayor problema la chica conduce hasta una cafetería, aún cuentan con tiempo antes de la primera clase. Un desayuno rápido podría hacerles bien a ambos.




Para la hora de la salida, jura estar más cansado que cualquier otro día. No solo por las continuas pruebas sorpresa que parecían volver locos a todos los alumnos, si no por el repentino mensaje de texto que había caído a su celular de parte de su padre.

"Hablaremos cuando vuelvas".

Y no, un mensaje de texto proviniente de él, jamás son buenas noticias. No para él.

Durante el trayecto a casa, él se encarga de manejar esta vez, mientras la chica se dedica a revisar su celular con cautela, ninguno habla y no porque el ambiente entre ambos sea incómodo, si no porque saben que entre ambos, el silencio se les da mejor.

Wooyoung la aprecia, la quiere bastante, pero por alguna razón, el amor que solía mantener lo siente cada vez más lejano, e inconscientemente empezaba a perderlo. Quizá, y el compromiso que sus padres han colocado sobre él sea la razón.

Está cerca de cumplir sus diecinueve, pero por alguna razón no cuenta con el tipo de libertad que cualquier joven a su edad tendría. Sí, sus padres trabajan día y noche para que él siempre tenga lo mejor, pero, a cambio, parece que ellos tienen el eterno derecho de controlar su vida, a su antojo y manera de ser. Y a él no le agrada en lo absoluto tener que hacer cosas que jamás se le cruzarían por la mente. Pero, ¿qué otra opción tiene? Después de todo, vive por ellos y para ellos, ¿No?

— Has venido antes — su padre le recibe en la sala de estar, sentado, con una taza de café y sus gafas, a lo que asume que estaba pasando el rato leyendo (o planeando su próxima ruina) — ¿No viene Soojin contigo?

— Solo ha venido a dejarme y se ha marchado, dijo que tiene cosas que hacer — le avisa, mintiendo ligeramente al decir que la chica tiene cosas que hacer, porque en realidad; le pidió marcharse, temiendo la próxima movida de su señor padre. Camina hasta donde él mientras lanza su mochila al sofá, tomando asiento a una orilla de este para fijarse solamente en el viejo frente a él. Algo le huele mal, y tiene miedo de estar en lo correcto. — ¿Qué querías decirme?

— Esperemos a tu madre, está preparando una merienda.

Y ninguno dice más. Y es que la relación con sus padres también va empeorando a medida otro día inicia, es más, a veces ni siquiera los siente como unos. Quiere decir, a parte del dinero, ¿Qué más le han brindado? ¿Apoyo moral, sonrisas, halagos, una familia? Ninguna, ni por cerca.

Y pensar en ello se le ha hecho tan largo que ni siquiera se da cuenta de la presencia de su madre hasta que ésta se acerca a él a tocar su hombro con suavidad, sonriéndole de paso y ofreciéndole una caliente galleta.

— Bien, Wooyoung escúchame bien. Tú madre y yo hemos pensado mucho esto, y hemos llegado a la conclusión de que es lo mejor, para ti, y para todos... — el tiro no va por un sitio calmado, más bien parece ir empeorando a medida su padre abandona las gafas y fija su mirada al ciento por ciento en él. Le aterra tanto que ni siquiera se atreve a seguir masticando una jodida galleta. — A parte, creo que a ti también te gustará la idea, después de todo, es tu novia y parece que la amas mucho...

¿Involucra a Soojin? Lejos de brindarle calma, coloca sus sentidos más alertas, preparándose para escuchar lo peor. Y refutar enseguida.

— Hemos preparado un matrimonio para ti y Soojin.

Y sus palabras le caen como un balde de agua fría a la cabeza. ¿Casarse? Tiene dieciocho años, por el amor de Dios. Ni siquiera se ha independizado y pretenden mandarlo a vivir con una chica. Y, por si fuera poco, ¿Matrimonio? Sobre su jodido cadáver.

— Bueno... di algo — su madre le incita, quizá esperando a que se alegre y acepte de inmediato. Pero creyendo eso de parte de ella, solo le afirma que en verdad no le conocen en lo absoluto.

— ¿Qué quieres que diga, uhm? ¿Que sí? ¿Que acepto? — abre sus ojos para remarcar su lógica. Lo que sea, pero jamás se casaría con alguien a quien ya le ha perdido amor por completo, o quizá... sea cuestión de tiempo para que así sea. — No pienso casarme, ni siquiera me he graduado.

— No te casarás mañana, Wooyoung — y ver a su padre sobarse la cien, le indica que ahora se ha visto envuelto en un menudo lío del cual tomaría horas salir de ahí. — Por el momento solo anunciaremos su compromiso, pueden casarse el próximo año, cuando ya ambos estén graduados.

— ¿Y de qué viviremos? ¿Van a mantenernos?

— Deja tu insolencia de lado, que sobra. — la tosca voz de su padre le hace tornarse a él de nuevo, para después ver a su madre, esperanzado de que ella notara en sus ojos que en verdad no quiere hacerlo. Rogando silenciosamente por ayuda... es su madre, ella quizá le entienda.

— La otra buena noticia — ¿Buena, dices? Joder, si lo que han hecho es tirarle sus planes abajo por completo. — ... es que tu padre te ha conseguido un puesto en la empresa, luego de graduarte puedes irte a trabajar ahí.

Su vida no puede ir peor, ¿Cierto?

Alguien sálvelo, por el amor de Dios. O acabará tan hundido y resentido, que jamás quedaría una chispa siquiera de lo que solía ser.

 O acabará tan hundido y resentido, que jamás quedaría una chispa siquiera de lo que solía ser

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♧ 𝐂𝐡𝐢𝐥𝐝𝐡𝐨𝐨𝐝 𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 - 𝐖𝐨𝐨𝐒𝐚𝐧 ♧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora