Capítulo catorce:

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Adaptarse le ha sido fácil en realidad

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Adaptarse le ha sido fácil en realidad. Hacía dos semanas atrás a penas y sabía dónde el carro de Soojin daba tantas vueltas cuando habían salido a cenar, alegando que el chico merecía una bienvenida y habían acabado en un elegante restaurante aun cuando su idea no era esa. Ahora parece caminar con más confianza por las calles alrededor de su vecindario, conoce las tiendas de conveniencia más cercanas, el centro comercial, ha encontrado su heladería favorita y ha descubierto lo mucho que le gusta socializar. Y las miradas extrañas que los demás hacen hacia él cuando les habla con suma confianza no le interesan.

Caminar de vuelta a casa es quizá, la mejor parte de haber salido. Camina con calma y despacio, a su propio paso y seguridad, sintiendo como la brisa de la tarde le golpea con cautela el rostro y él solo atina a sonreír mientras acaba su helado. Estando fuera de casa, nota que el auto de Soojin no yace parqueado en el garaje, por lo cual deduce, estaría solo.

Abre con prisa mientras coloca la única bolsa de compras en la mesa del comedor, acaba su helado de un último bocado y se dirige a la cocina para lavar sus manos. Luego regresa al comedor y toma su bolsita de compras, saca el producto de su interior y se emociona de inmediato al verlo, así no sea primera vez.

Quién diría que su primer juguete sexual tendría un empaque tan encantador.

Lo guarda de inmediato y sube a su habitación, escondiendo este bajo su cama e imaginando un centenar de diversión a solas que podría tener con eso... o con Wooyoung.

Ah... Wooyoung.

Últimamente su cuerpo reacciona por cuenta propia. Es como si imaginara miles de escenas entre él y el mayor las cuales no hacen más que volverlo más loco y crear una tortuosa erección bajo sus pantalones.

Y es que ni siquiera ha logrado hablar con él, a parte de la hora de la cena puesto que acostumbran a hacerlo juntos, los tres. Fuera de ello, el muchacho se va temprano a trabajar y horas después se va Soojin, quedando solo el resto del día hasta que la mujer llega a preparar la cena y horas después llega el su esposo. En conclusión, no lo ve por más de treinta minutos al día y luego casi ni intercambian palabra alguna.

Una mierda, considerando los planes que tiene.

Pasados unos minutos opta por hacer la única cosa que parece divertirle desde que ha llegado a vivir ahí. Estar en la piscina, solo un rato.

Coloca su bañador y una camisa cualquiera sobre tu torso, una toalla va colgando por su hombro y al llegar a la cocina, busca en el refrigerador un poco de fruta y té frío, aparte de que no olvida su celular para colocar música por lo bajo y disfrutar aún más su momento.

Al encontrarse en la orilla de la piscina hunde un poco su pie, checando la temperatura del agua y luego de cerciorarse que esté perfecta, deja la toalla caer y retira su camiseta, toma su celular y coloca su playlist de música favorita, dejando su celular un poco lejos del agua, por lo pronto se encuentra bajando las escaleras una por una hasta encontrarse totalmente mojado por el agua y hundirse por voluntad propia. El vaso con té frío y hielo yace a una orilla junto con la fruta picada, cuidando que no caiga al agua en un descuido.

Nada de un extremo a otro sin prisa alguna, disfrutando de la música y la frescura que el agua le brinda. Sí, definitivamente necesitaba volver a sus cinco sentidos por cuenta propia.

— ¿Está fresca el agua? — se exalta un poco al escuchar una voz a sus espaldas, pero su nerviosismo se va al mismísimo diablo en cuanto descubre de quien se trata.

— Deberías entrar — sugiere hacia Wooyoung, quien aún yace con su traje de oficina y su cabello hacia atrás. Observando cada acción del joven chico desde hacía unos pocos minutos.

— Suena tentador, pero no gracias, debo trabajar.

— ¿Todavía? — cuestiona, y lo próximo que observa es como su mayor solo asiente firmemente, con sus labios formando una línea y encogiéndose de hombros — ¿Qué es que no te diviertes? ¿Ni un poco?

— Mi definición de diversión no es nadar bajo el sol, Sanie.

Sanie.

Joder, hacía cuanto que no escuchaba su nombre con su la voz del mayor.

— ¿No? ¿Y cuál es entonces?

— Otras cosas — menciona sin interés alguno de quedarse a charlar por más tiempo. ¿Charlar? No, sí lo que quiere es ver esa espalda perfecta de su menor y follarlo hasta el amanecer.

Sin embargo, su mente hace todo lo contrario a lo que su cuerpo le pide, y acaba marchándose del sitio, observando por el rabillo de su ojo como San sonríe y vuelve a su nado improvisado, sin insistir ni mucho menos. Aunque cuanto hubiese deseado que insistiera...

Va hasta su habitación y se encierra por unos minutos. Pide eso, minutos de tranquilidad y paz, el trabajo lo trae como un imbécil de arriba hacia abajo, a parte que a penas y logró conseguir un permiso para abandonar el sitio antes debido a las fuertes jaquecas que golpeaban su cabeza, para su sorpresa en casa le esperaba otro problema que más que dolor de cabeza, le provoca una excitación sin límite alguno. Y un dolor bajo sus pantalones.

Ya se ha controlado mucho, dos semanas, es demasiado. Y pensar en tener que retenerse más le revuelve el estómago sin piedad alguna.

Vamos... qué tan malo sería probarlo siquiera una vez. Como en los viejos tiempos.

Quién sabe... quizá y sentir su miembro alrededor de aquella estrecha entrada le resuelve veinte de sus diez problemas diarios.

Y lo piensa, joder que lo piensa mil veces, considerando el bajar de vuelta y aceptar la oferta de un tiempo en la piscina... algo tranquilo, dice, hasta que San se ofrezca abiertamente a algo más. Que él de el primer paso, que San lo dé, darlo ambos. ¡Joder qué más da!

Lo observa con cautela desde su ventana que, da justamente al lado de la piscina, notándolo simplemente estar ahí, nadando, revolviendo su cabello cada cuanto, regulando su respiración al salir del agua, sobando su piel para retirar gotas de agua, cada cuanto mirando al cielo sin intención alguna de verlo a él.

¿Sabe que le está viendo?

Seguramente sí, y quizá hasta esté disfrutando de ser observado, mientras el otro gusta de observar.

Seguramente sí, y quizá hasta esté disfrutando de ser observado, mientras el otro gusta de observar

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♧ 𝐂𝐡𝐢𝐥𝐝𝐡𝐨𝐨𝐝 𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 - 𝐖𝐨𝐨𝐒𝐚𝐧 ♧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora