Surcorea bostezaba mientras se adentraba en su departamento, se sentía agotado y eso que su día no acababa.
Últimamente salía tarde de su trabajo, siempre le dejaban más tareas de lo normal lo cuál, suponía que se debía por ser el mejor empleado de los últimos meses, aún así, eso solo era un estorbo para su vida personal.
El era conciente de que el argentino estaba en proceso de recuperarse emocional y físicamente, siendo claro que, las primeras veces que llegó a casa tarde y encontrar al albiceleste sollozando en la sala, interrogandose a si mismo si le estaban siendo infiel, solo le hicieron sentirse una mierda, por lo que, cada que volvía a su hogar, llevaba unos pequeños dulces para su pareja, como consuelo por haberse tardado tanto en volver.
Así, buscó con la mirada a su novio, quién, usualmente lo esperaba en la sala, claro que, al no verlo empezó a buscarlo por el pequeño departamento, logrando así...ver al amor de su vida frente al espejo del baño, arreglandose ese cabello que ahora le llegaba un poco más abajo de los hombros.
Debía admitirlo, ese latino era hermoso ante sus ojos, el como parecía estar tan concentrado en hacerle una coleta con su cabello...el como se colocaba un labial que le daba un ligero brillo en sus labios con bastante delicadeza era algo simplemente hipnotizante.
Y...eran esos momentos especiales, esos momentos en los que el menor se arreglaba de una manera algo femenina resaltando esos hermosos brillos en sus ojos que...se preguntaba que clase de idiota era su ex pareja para opacar tal belleza, y es que, fue duro para el argentino pasar las más simples situaciones.
Desde comer un plato de comida, verse al espejo u agarrar sus manos en público hasta el hecho de sentir miedo o vergüenza cuando quería darle un beso delante de otras personas, claro que, ni hablar de lo difícil que fue para el hacer las cosas que el tanto amaba, como volver a ser detallista en sus comidas hasta aceptar su verdadera orientación sexual...
—Me gustaría ser ese labial para también poder estar sobre tus labios.
Soltó aquel surcoreano con una amplia sonrisa mientras se recargaba en el marco de la puerta, cruzándose de brazos observando como el menor reaccionaba ante su voz, poniéndose sonrojado al instante.
Claro que, en cuestión de segundos tenía al latino abrazandolo con fuerza riendo apenado, por lo que, decidió dejar de pensar en todos esos momentos duros, ellos estaban bien, se amaban y maduraron juntos lo cuál, bastaba.
—Coco, ¿Tu crees que es mucho? Tal vez debería quitármelo por la cena y-
Aquel menor se quedó callado al sentir los labios de su pareja sobre los suyos, dándole un romántico y corto beso el cuál, claramente aceptó gustoso mientras rodeaba el cuello del de tez blanca.
—No, están perfectos tal y como están, incluso tienen sabor a fresitas ¿O tal vez me equivoco?, a ver, necesito verificarlo.
Argentina no pudo evitar soltar risitas al sentir como su novio le robaba varios pequeños besitos lo cuál, le parecía bastante tierno y dulce de su parte.
—Tenía razón es sabor fresita, soy un buen catador eh. ¡Oh! Antes de que me olvide, te traje unos pequeños bombones, no habían de forma de conejitos pero estos tienen crema en el interior
El albiceleste al ver la pequeña bolsa que el surcoreano le mostraba sonrió con cierta melancolía ya que, a pesar de ver las enormes ojeras que últimamente el mayor tenía, este no dejaba de darle esos detallitos.
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My young boy.
RandomArgentina, tras vivir tantos años de soledad y tristeza, decide por fin acabar con todo, terminar con su pareja, aquel hombre empresario que es mucho mayor que el, irse de la casa en donde vivió más de 7 años, dejar de pensar en que dirán los demás...