El argentino se miraba a sí mismo en el espejo que había en su habitación, estaba bañado, cambiado, perfumado, simplemente listo para la visita de su mejor amigo en aquella casa, aunque, se sentía nervioso, hace unos pocos días se había sentido mejor como para levantarse de la cama y caminar en la pieza, ¿se veía presentable? ¿se notaria que apenas podía con su vida? El latino realmente quería verse bien para el Peruano.
Siguió a acomodandose el suéter, en especial las mangas para que no se vieran sus muñecas vendadas, y también su largo cabello, logrando escuchar una leve carcajada detrás suyo, la cuál, lo sacó de sus inseguros pensamientos.
—Es Perú, tu mejor amigo, ¿Crees que se va a fijar en algo más? Solo le importará saber que estas bien, Argentina.
Escuchaba el menor sin apartar su vista del espejo, viendo al ruso acercarse poniéndose detrás suyo para ayudarle a acomodarse el cabello y algún que otro toque, lo cuál, el latino agradecía en silencio, no sólo por su buena compañía sino por esos detalles que le daban cierta seguridad a sí mismo.
—Quería verme bien, conociéndolo se pondrá histérico, será un poco bajo y calmado pero tiene su carácter.
El ruso levantó una ceja ante su comentario, llegando a imaginarse a un chihuahua rojizo dar brincos enojado, provocando así, que soltara una carcajada siendo acompañado por las leves risas del latino.
A ambos le agradaban esos momentos, eran pocos en que ambos se rieran pero era una risa genuina y sincera, algo que, valía mucho más para ambos aunque...esos pequeños momentos de cercanía, solo provocaba molestia a cierto asiático que escuchaba todo de lejos, lejos de la vista del argentino, solo porque respetaba su espacio y porque sabía que debía ir despacio si quería arreglar su relación.
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My young boy.
RandomArgentina, tras vivir tantos años de soledad y tristeza, decide por fin acabar con todo, terminar con su pareja, aquel hombre empresario que es mucho mayor que el, irse de la casa en donde vivió más de 7 años, dejar de pensar en que dirán los demás...