Argentina, al oír ciertos pasos y ruidos en la casa abrió poco a poco sus ojos, notando que se había quedado dormido en el suelo, cerca de la entrada de la casa a la espera de su pareja.
Talló suavemente sus párpados para ver mejor, levantándose con cuidado notando que en el perchero estaba su abrigo...¿Acaso no lo había despertado y solo había pasado de el?...
Suspiró, quiso creer que eso no era así aunque, al mirar hacia el comedor notó que la comida seguía intacta, lo cuál, no supo como explicar o dar una defensa contra ello...
Aún así, a pesar de sentir un ligero punzón en su pecho decidió no entristecerse, estaba agotado y adolorido por haberse quedado dormido en el frío y duro piso, así que, subió las escaleras y caminó hasta la habitación, encontrándose con el asiático frente al armario, dejando su chaqueta colocada de manera prolija y perfecta en su especial perchero.
El menor arqueó un poco sus cejas, eran de madrugada y el mayor recién llegaba, no le hablaba y ni siquiera se volteó a verlo...
Pensó y pensó en por qué estaría así, hasta que, de dio por vencido, el cansancio y el sueño no le dejaban razonar con claridad como quería, así que, sin pensarlo dos veces se acercó al mayor, abrazandolo con mucho cuidado desde la espalda, cerrando sus ojos lentamente mientras apoyaba su mejilla en su fría piel ya que, se había quitado la camisa para ponerla también en aquel armario.
Claro que, el argentino notó como el rojizo se había tensado ante su tacto pero decidió no prestarle mucha atención, quiso pensar que se había puesto así por que su piel era cálida a comparación de la del asiático.
—Amor...se que quieres tener el puesto como subdirector de la empresa, créeme que te apoyo pero por favor, no quisiera que te sobreesfuerces, no es bueno para ti trabajar hasta tan tarde...
Decía el argentino con cierta tristeza en su voz ya que, aún pensaba que el mayor tenía ese puesto como contador, que se estaba esforzando como hace años lo hacía desde que lo conoció.
—Si te preocupa el dinero no lo hagas, apenas me recupere volveré a trabajar para que no tomes turnos extras ¿Si?...
El menor abrió sus ojos, levantando poco a poco la mirada con la esperanza de que el rojizo se diera la vuelta, que lo abrazara y le diera un besito en su frente para que pudieran llegar a algún acuerdo ya que, el tenia muy en claro el querer ayudar también económicamente en la casa, no quería poner todo el peso en su pareja..
Pero...no hubo nada de eso, solo pudo escuchar un pesado suspiro por parte de su pareja junto a sus frías manos separándolo de aquel abrazo, alejándose un poco para seguir acomodando sus prendas con normalidad.
—Solo estorbarias, quitarias el valioso tiempo de trabajo de otros empleados por no recordar como hacer tu deber, y si me tardo en volver no debería incumbirte. Deberías comer e ir a dormir como corresponde, no quiero hacerme cargo de tus medicamentos solo por tus estupidos caprichos de quedarte sentado en en suelo con la excusa de esperarme.
Aquellas palabras habían caído como un balde de agua fría encima del menor...¿Por qué le decía cosas tan crueles? Argentina no lo entendía, se suponía que siempre hacia eso, entonces, ¿Por qué ahora no quería que se quede hasta tarde?.
Aunque quiso cuestionarlo no pudo, cuando menos se había dado cuenta aquel mayor ya estaba en la cama, acostado de un lado dando la espalda a la ventana, justo en el lado donde el dormía...
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My young boy.
RandomArgentina, tras vivir tantos años de soledad y tristeza, decide por fin acabar con todo, terminar con su pareja, aquel hombre empresario que es mucho mayor que el, irse de la casa en donde vivió más de 7 años, dejar de pensar en que dirán los demás...