07. Dama ideal.

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El cochero se baja de sobre el carruaje y abre nuestra puerta. Mi madre baja primero, y yo trago grueso antes de seguirle el paso. Mi papá, junto con un joven unos años mayor a mí, me extienden sus manos para ayudarme a bajar.

Miré la mano de mi papá, luego su rostro. Su expresión seria junto con ojos gélidos flaquean al verme. Veo sus cejas fruncidas temblar.

Me sonríe. Una cálida sonrisa que me hizo sorprender.

Acepto su mano Para bajar—Gracias—Digo con suavidad—Padre.

El joven de cabello negro que esperaba pacientemente al lado de mi padre se quita si sombrero.

—Buena tarde—Saluda—Es un gran placer tener el honor de conocerla. ¿Su viaje fué cómodo?—Pregunta con suavidad.

Hago una ligera reverencia mientras le sonrío—Fué un viaje bastante cómodo, le doy las gracias por mandar tan espléndido carruaje a recogernos.

Su sonrisa brillante junto con esos ojos azules son encantadores.

Sonríe—Todo por su comodidad.

Trago grueso.

Mi padre me ofrece su brazo, y yo lo entrelazo con el mío y el de mi madre—¿Entramos?—Ofrece.

Mi padre asiente.

La hermosa casa es decorada elegantemente, con varias estatuas y arbustos con formas de ángeles y personas elegantemente vestidas. Las paredes son de un blanco perlado. Con un jardín extenso con muchas rosas blancas y rojas. Parece una mansión de unos 5 pisos. Puedo ver varios esclavos de color paseando por ahí, atendiendo la casa y ordenándola.

Sirvientes. Vaya.

Para mí sorpresa, la enorme sala solo era una de las muchas cosas que habían en esta hermosa mansión. Habían miles de cuadros minuciosamente puestos en las paredes, jarrones con flores bien cuidadas, escaleras de caracol, alfombras de pieles de animales.

Mis padres se quedan admirando unas pinturas, mientras que yo camino por el pasillo, explorando un poquito el entorno. Eso, hasta que me encuentro con algo.

Me quedé paralizada al ver a una mujer con mi mismo vestido, y aún más cuando repite mis mismas acciones. ¿Esa soy yo?

—¿Le es de su agrado, señorita?—El joven a quien llamaría mi prometido, llega a mí lado, descubriendo mi asombro ante el objeto.

Sonrío con algo de timidez—Me encanta cómo está decorado su hogar, es bastante elegante y adecuada para alguien como usted.

Le tiembla el ceño. Y pienso que ya la he embarrado, aclaro me garganta—Es decir. Comparada con mi hogar, es bastante elegante. Elegante, como su dueño—Bajo la cabeza—No quise ofenderlo de ningún modo, señor.

Un poder superiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora