40. Desdicha.

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Narras tú:

~\~

El infierno se veía igual de caótico que siempre.

¿Lo extrañaba?

Sí...lo hacía.

No podía negar que el vivir 200 años en el infierno, y solo 24 en la tierra, era una gran diferencia de entornos en los cuales, por supuesto, me había adaptado más al infierno, aunque sin dejar de extrañar el entorno terrenal.

No sabría explicarme.

Es como si hubieras vivido gran parte de tu vida en una casa, hubieras crecido, jugados, tenido tus primeras experiencias ahí y luego....te hubieras mudado a otra casa.

Te adaptas a la nueva casa, incluso le tomas cariño. Pero no olvidas aquel lugar que fué tu primer hogar.

Eso mismo pasaba conmigo. Me gustaba la tierra, pero sentía que pertenecía más al infierno que aquí.

Dejando esto de lado. Lograba a través de los ojos de Tenebris ver el infierno, las casas y por supuesto a los pecadores vivir con caótica tranquilidad sus no vidas.  Eso, al menos que notaran a Tenebris pasara junto a ellos.

Y es que ¡Tenebris era bastante famoso! Su oscura figura, aveces sombra, aveces una figura tan sólida como sus colmillos largos y amenazantes, sus ojos rojos hacían temblar a cualquier habitante de ahí abajo. Tenía una figura tan amenazante e intimidante como su ama. Claro. Tenebris era el más fiel sirviente y acompañante de "golden eyed witch"

La bruja de ojos dorados. Sí. De esa manera me habían nombrado los habitantes del infierno desde hace mucho.

No me agrada.

Tampoco me disgusta.

Pero siento que pudieron haber tenido mejor creatividad.

—Bien tenebris. Da unas vueltas más, necesito que te vean deambular para que piensen que estoy en el infierno. De lo contrario, irás a por nuestros territorios—Suspiro—Regresa después de ello. Suerte mi cachorro.

Dicho esto. Se cortó nuestra comunicación. Parpadeo un par de veces para que mi vista vuelva a adaptarse a la luz del día y al entorno. Frente a mí hay una taza de café medio vacía, fría, una silla removida y un periódico de hoy a medio leer.

—¿Al?

No hay respuesta.

¿Se fué?

Reviso toda la casa en su búsqueda. Pero no hay rastro de el. Me dejó sola.

Parpadeo.

Estoy...sola.

El silencio profundo de la casa me hace temblar internamente.

Sola.

Mis uñas se entierran en la mesa.

Sola...

El tic tac de un reloj me hace sentir cada vez más nerviosa.

El tiempo.

El tiempo.

Mi noción del tiempo.

No había estado sola desde hace mucho tiempo.

Oh al menos no me sentía así.

Es algo estúpido. Pero la soledad me ponía nerviosa. Y escuchar el tik tak del reloj me hace sentirme como si el tiempo fuera muy rápido.

O tal vez muy lento.

Un mal presentimiento escala por mi pierna, llega a mi estómago, luego a mí pecho.

Un poder superiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora