No sé quién de los dos dio el primer paso. Creo que fue un impulso mutuo el que nos arrastró a probar del otro de la manera que estábamos haciendo. Fue mi manera de decir «yo también», como si el poco espíritu humano que tenía se quisiera fusionar con el de Aiacos. Me besó desesperado, sediento. Me subí encima suyo, mientras sus brazos me atraían hacia él. Mi cuerpo respondió a sus toques cuando sus manos comenzaron a recorrer mi piel por debajo de la blusa. Pareció sorprenderse cuando notó que no traía brasier, aunque debió vencer la timidez con rapidez, debido a que no tuvo reparos en presionar mis protuberancias nerviosas con dos dedos. Sentía mucho calor, y todo mi cuerpo liberaba impulsos eléctricos a medida que el contacto se volvía más intenso.
—Stella, quiero todo de ti. —Pasó a estar encima de mí, besándome con frenesí—. Me haces sentir vivo, Stella. Eso es lo que más me gusta de ti.
Mis manos fueron retenidas por las de Aiacos, el cual adentró su lengua dentro de mi cavidad bucal. Me removí debajo de su cuerpo sintiendo la excitación de aquel beso tan intenso, que actuó como una llave para destrabar en mí toda clase de reacciones. El calor creció, el rostro me ardía, y deseé más. Por primera vez, alguien despertó el libido de mi interior en la forma de un fuego intenso que se duplica con cada roce.
Los músculos de mi espalda y piernas se contrajeron cuando los labios de Aiacos dejaron mi boca para atender a mi cuello, liberando más de aquella sensación de querer ser complacida. Levantó mi blusa y comenzó a dejar un camino de besos hasta mis pechos. Sus ojos estaban fijos en mis reacciones, complacido de tenerme debajo suyo suplicando con la mirada que prosiga, y así lo hizo. Mis piernas rodearon con fuerza su cintura mientras repartía besos en aquella zona que jamás creí que fuera posible recibir tanto placer.
Sus labios tiraron con fuerza de uno de mis pezones, haciéndome gemir.
—El miedo no es el único método que uso para doblegar a alguien. —Sus labios dejaron mis pechos, bajando por mi barriga, dejando besos en el camino—. ¿Quieres que te enseñe, Stella?
Movió su cadera hacia adelante hasta chocar con mi centro. A pesar de que él estaba vestido y yo aún conservaba mis bragas, pude sentir la dureza del bulto que resaltaba en sus pantalones. Volvió a inclinarse hacia mí y a besar mis labios, mientras una de sus manos se adentraron por mi ropa interior hasta dar con la humedad de mi zona íntima. Aquel toque volvió a activar mis nervios a causa del calor, y el toque electrizante me hizo suspirar de placer. En mi mirada se podía entender lo mucho que deseaba que me toque y que cumpliera con todas las fantasías sexuales que tenía conmigo, pero por alguna razón él se detiene.
Aún seguía debajo de él, sus manos siguen sujetando mis caderas, nuestras respiraciones son agitadas y nuestras zonas íntimas palpitando de deseo luego de tantos roces y besos subidos de tono.
—No tienes idea de las ganas que me provocas de joder este bonito coño hasta el cansancio —dijo, aún cuando nuestros labios seguían juntos—. Pero hay que hacer más divertido esto, Stella. Vayamos lento.
Él se separó de mí. Quise decirle que no podía dejarme con ganas ahora que había prendido la mecha, pero me di cuenta de lo muy necesitada que iba a sonar, y aún me quedaba un poco de orgullo para conservar. No obstante, una furia nació en mi interior y reemplazó la calentura, y el culpable era aquel hombre que me había reducido hasta tenerme a su merced.
Él se puso de pie, y avanzó hacia la puerta. Antes de salir, me dedicó una de sus miradas pícaras, como disfrutando de mi enfado.
—No me mires así, después de todo merecías un castigo, ¿no crees que es justo?
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𝐌𝐀𝐑𝐈𝐎𝐍𝐄𝐓𝐀 ⊹ saint seiya
Fanfiction❝ 𝐄res como las malvas que crecen en los cementerios; de una belleza singular, y al igual que ellas, floreces a pesar de que te encuentras rodeada de muerte ❠ ❨人形❩ ⸻ 𝐒𝐓𝐄𝐋𝐋𝐀 es elegida como Kyotō, una de las máximas autoridades que rigen el In...