13 ❱ ATAQUE

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Desperté a las pocas horas con el sol alumbrando de lleno en la habitación. Busqué el calor del cuerpo de Aiacos, pero no lo encontré en la cama ni en ninguna parte de la habitación, así que decidí abandonar la cama envolviendo mi cuerpo con una sábana.

Había decidido darme una ducha que me pudiese ayudar a espabilarme, pero un cosquilleo en mi espalda me hizo detener. Mi Cosmos se encendió por un instante y resonó al compás de algo que no supe entender. Atraída por la curiosidad, me asomé por la ventana y miré el cielo. Aquello que llamaba a mi Cosmos parecía provenir de todos lados, y a la vez de ninguno en especial.

—¿Lo sientes? —Aiacos llegó a mi lado, y me abrazó por la espalda—. Es el sello de Athena, está a punto de caer, entonces...

—El ejército de Hades despertará —completé.

El momento que parecía tan distante, estaba a punto de presentarse delante nuestro. La razón por la que nos encontrábamos allí, la razón por la que estábamos los tres juntos, ahora estaba tan cerca que podía palpar la sensación de caos con mis manos. El terror provisto por una guerra podía sentirse en el aire. Y no cualquier guerra: una Guerra Santa.

Aiacos tomó mi mano en un gesto protector, y luego me atrajo hacia él para besar mis labios.

—Es nuestra misión, Stella —susurró, adivinando mis pensamientos—. Pero no dejaremos que nuestro deber apague nuestra pasión.

—Nunca le he temido a algo como la muerte —le dije, abrazando su pecho desnudo—. Pero esto es difícil de explicar. Siento que hay algo de mi vieja vida que me mantiene atada a este mundo, y si lo suelto...

Él acarició mis cabellos y besó mi coronilla, en un gesto de consolación que él sabía que surgía efecto en mí.

—Stella, no puedo asegurarte qué será de nosotros, pero prométeme una cosa. —De pronto me tomó de los hombros, y levantó mi barbilla para que lo viese directo a los ojos—. Prométeme que seguirás el camino que te dicte tu corazón, en la Tierra o en el Inframundo, jamás abandones tus principios. —Posó una mano en mi pecho, encima de mi corazón—. Así yo lo haga, tú nunca cedas a lo único que nos queda como humanos. Por favor, hazlo por mí.

Aún cuando no comprendí del todo sus palabras, me paré en puntas de pie para llegar a su boca y besarlo, sellando aquella promesa. Él me cargó en sus brazos de forma nupcial, dejando caer la sábana que me envolvía, y me llevó al baño donde nos sumergimos juntos en la bañera. Recostada en su pecho, envuelta en sus besos y sus caricias, compartimos aquel momento íntimo como si fuese el último.

Cerré mis ojos y, por un instante, traté de convencerme de que nada de lo que respecta a Hades y al Inframundo era cierto, que estaba descansando junto a mi pareja, que estaba viviendo una vida normal, que éramos personas normales y, sobre todo, que era amada.

Cerré mis ojos y, por un instante, traté de convencerme de que nada de lo que respecta a Hades y al Inframundo era cierto, que estaba descansando junto a mi pareja, que estaba viviendo una vida normal, que éramos personas normales y, sobre todo, q...

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El Sol brillaba en el cenit cuando bajé a la cocina. Era muy tarde para desayunar, así que calmé mi hambre con un almuerzo frugal para no dañar mi estómago en ayunas. Apenas acababa de llevar los trastos usados al fregadero cuando una multitud de Cosmos resonaron fuera de la casa. Había aprendido a identificar aquella energía por más pequeña que fuera, y podía asegurar que aquellas no pertenecían a nada inofensivo.

𝐌𝐀𝐑𝐈𝐎𝐍𝐄𝐓𝐀 ⊹ saint seiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora