2._ Mil Horas

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"La otra noche te esperé

Bajo la lluvia dos horas

Mil horas como un perro

Y cuando llegaste, me miraste

Y me dijiste loco

Estás mojado, ya no te quiero" La Sonora Santanera

"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo"

No soy una persona que acostumbra a leer, nunca leo, nunca tengo el tiempo o las ganas para hacerlo, pero al ver que me estaba acercando al pueblo de Chopitlan, me recordó bastante a ese libro de Juan Rulfo "Pedro Paramo".

En el libro Juan llega a un pueblo desolado que nadie ubicaba, a buscar a una persona que nunca conoció, solo porque su madre se lo había pedido en su lecho de muerte; pues es exactamente así como me siento yo en estos momentos, confundido y perdido, pero en vez de buscar a un tal Pedro Rábano, yo buscaba a un tal José Rosas.

La lluvia nos alcanzó, me habían dicho que siempre calienta el sol, aquí en la playa, pero al parecer no era verdad, y como mi vida era una miseria, si algo tenía la posibilidad de chingarme, lo haría. El camino se enlodo, cada vez era más difícil para el taxista manejar, pasamos por caminos resbaladizos, las llantas derrapaban y en cualquier momento nos desviaríamos del camino y terminaríamos en servicio a la comunidad del canal 5.

Por desgracia eso no paso, logramos llegar a la entrada del pueblo, pero no logre ver nada por la lluvia y la noche, a lo mucho logre vislumbrar un letrero con las palabras "Bienvenidos a Chopiltlan" Todo lo demás estaba oscuro, apenas y había iluminación en la ciudad, fue ahí cuando el chofer me pregunto la dirección de la casa.

– Solo sé que está por las orillas de la playa, en la última sección. – Respondí nervioso observando las pocas casas antiguas hechas de piedra que apenas y alcanzaba a ver.

– Hijole mi pachi, eso no se va a poder – Señalo con pena –de por sí y apenas puedo manejar, a lo mucho lo podre dejar en el malecón, ya desde ahí busca su casa.

– No chingue jefe, está lloviendo y ni paraguas tengo, ¿Cómo voy a llegar a mi casa?

– Ese ya no es mi problema mi pachi, según tengo entendido las lluvias terminan hasta la madrugada, y si no me voy ahorita ya no podré volver a mi casa.

¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? No solo me toca un taxista al que no le puedo entender ni la mitad de lo que dice, si no que el muy ojete me bajó cerca de una pequeña banca en la que se esperan los taxis. Abrió la cajuela y como pude tome mis cosas, mi maleta con la ropa, mi laptop, la mochila que mi viejo me regalo y otra maleta de mano con varios documentos importantes. Al percatarse de mi molestia el muy cínico agregó.

– Ya no haga iris y corra antes de que empeore, si me dice que su casa está al final de la sección, debe de ser esa que está ahí solita. – Señalo con el dedo a una casa que apenas y se podía ver por la lluvia, fue gracias a un rayo que me hizo brincar que pude divisar la casa.

Para evitar más problemas decidí pagarle al chofer, el taxímetro marcaba $800, pero al pagarle con dos billetes de $500 me dijo que: "debido a las nuevas condiciones meteorológicas se veía en la penosa necesidad de subir el precio $1,000", cerró la ventana y se escapó agandallandose mi cambio. Estaba tan enojado que empecé a patear las cosas y a maldecir todo lo que podía, pero al percatarme que la lluvia empeoraba y que el viento había volado el pequeño techo de lámina que cubría la banca, decidí mejor correr hacia la que creía era la casa de mi abuelo.

De por sí no estoy en forma, soy una persona bastante débil y correr más de 10 minutos me cansa, pues en esta situación con equipaje en mano y la lluvia salpicándome en la cara no me ayudó mucho. Para mi suerte, cuando ya estaba a punto de salirme de la banqueta y esperar a que un coche cualquiera pasara sobre mí y pusiera fin a mi sufrimiento, fue cuando logre llegar a la casa.

Soledad y El MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora