IVÁN
"Sombras nada más
Entre tu vida y mi vida
Sombras nada más
Entre tu amor y mi amor." Javier Solís
Citlalli nos llevó a su casa que estaba justamente a un lado del restaurante al que había comido días anteriores, Grillo no paraba de comportarse raro y nervioso, era obvio que no quería estar ahí pero me había prometido que se quedaría conmigo. Al tocar la puerta fuimos recibidos por la hermana de Citlalli que enojada le reclamo por la hora de llegada.
- ¿Dónde has estado Piojosa? – Pregunto la hermana molesta. –Te he estado esperando para que me ayudes con lo del restaurante.
- Tranquila Moco, te dije que iba a andar checando lo de la negociación. Además de que te quejas. – Señalo Citlalli. – Dudo que hayamos tenido más cliente que días anteriores.
- Ese no es el punto. – Reclamo la hermana. –Tiene responsabilidades que cumplir... Y por cierto. ¿En qué termino quedaron?
Posteriormente Citlalli nos tomó de los brazos y nos presentó a su hermana Itzel, a mí me examino con la mirada unos momentos antes de saludarme, me presente y estrechamos la mano. En cambio, cuando vio a Grillo este sonreía nerviosamente, lo observo por unos minutos como si estuviera recordando a una persona que no hubiera visto en muchos años. A continuación le dio un fuerte abrazo y expreso que se sentía muy feliz de verlo.
Tanto Citlalli como yo nos sentíamos confundidos por la reacción de Itzel, pero sin duda Grillo era el que no tenía palabras, comenzaba a ruborizarse (no sabía que los morenos podían hacer eso) y a platicar sin mucha energía de cómo se encontraba. Tristemente no pudieron continuar porque Citlalli los interrumpió y entramos a la casa.
La casa no era muy ostentosa, aunque fuera algo grande no tenía tantos muebles, lo más resaltable era una peces con dos ajolotes y las múltiples cajas de alimentos que estaban acomodados por los sillones.
No logre apreciar mucho el lugar porque una voz comenzó a inundar el lugar: Quisiera abrir lentamente mis venas. Mi sangre toda. Verterla a tus pies Para poderte demostrar que más no puedo amar Y entonces, morir después. Era la voz de un hombre mayor, aunque fuera grave era bastante agradable y te hacía sentir feliz y energético. Los cuatro nos quedamos callados y fuimos a asomarnos en la cocina.
Ahí el canto continuo pero ahora era de mujer: Y sin embargo tus ojos azules. Azul que tienen el cielo y el mar. Viven cerrados para mí. Sin ver que estoy aquí. Perdida en mi soledad. La voz era más suave pero con la misma potencia en sentimiento, te hacía sentir tranquilo y seguro. Cuando nos asomamos vimos a una pareja cantando alegremente mientras la mujer cocinaba.
El hombre empezó lentamente a morderle el cuello y aunque la mujer no quería al principio, termino dejándose llevar por los juegos del hombre. Afortunadamente Citlalli les llamo la atención diciendo que se fueran a un hotel, estos sorprendidos se separaron y recuperaron la compostura.
-Perdón hija... No sabíamos que estaban aquí. – Se disculpó el padre.
- ¡Cuantas veces les he dicho que avisen cuando lleguen! – Reclamo la madre.
- Ya no hagan iris. –Intervino Itzel. –Miren a quien me encontré.
Itzel se puso a un lado para permitir que sus padres nos vieran, o por lo menos a mí, ya que Grillo se ocultó nervioso detrás mío, al principio los padres me vieron con desconfianza, pero cuando vieron a Grillo estos lo miraban fijamente unos momentos hasta que lo reconocieron, tuvieron la misma reacción que la hermana, se acercaron a él y con gran alegría lo abrazaban, para este punto ya no sabía que pensar.
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Soledad y El Mar
AdventureVine a Chopitlan por que me dijeron que aquí vivía mi abuelo un tal José Rosas. Y no, no vine por que mi madre me lo haya pedido, vine por que la empresa en la que trabajo me obligo a venir aquí. Ahora estoy atrapado en este horrible pueblo abandona...