IVAN
"Un pato
Que va cantando alegremente, quack quack
Cuando se encuentra un lindo gato, miau miau
Para cantar bossa nova" Natalia Lafourcade"La vida no retoña"... parece nombre de un capítulo de "Como dice el dicho"
Grillo y yo habíamos acordado que él vendría a recogerme a mi casa para ir a nadar como a eso de las diez de la mañana. Pero como siempre, mi impuntualidad logra vencerme y hacer que nos fuéramos tarde.
Ya eran cinco para las diez cuando apenas me despertaba y escuche que alguien tocaba la puerta, era el moreno del Grillo con una bolsa impermeable y su toalla colgada en el hombro, en vez de traer sus bermudas, traía un traje de baño de palmeras y chanclas para la playa.
Al principio pensé que se enojaría por mi impuntualidad o me reclamaría al verme todo despeinado y con mi poderosísima pijama de las Chivas, pero este solo esbozo una sonrisa y añadió.
- Creo que volveré al rato.
- Aguántame tantito – Comente mientras me tallaba los ojos – Nada más dame veinte minutos y nos vamos.
Grillo dijo que sí desde la puerta, al parecer todavía no tenía la confianza de entrar a la casa, así que lo tome del brazo y lo senté en el sillón cama que perteneció a mi abuelo.
- Solo deja que me cambie y cheque unas cosas y ya. Si quieres toma algo del refri o lo que sea, yo no tardo. Grillo suspiro y acepto esperarme, se levantó y tomo un libro del libero que tenía y comenzó a leer.
En vez de salir a las diez de la mañana como teníamos planeado desde un principio, nos terminamos yendo hasta las 2 de la tarde. Todo porque tenía que checar unos correos y darle seguimiento a algunas actividades, eso me chocaba, tanto que había batallado en la semana y ni un día de descanso me permitían. Mientras checaba correos y trataba de explicarles a los trabajadores como recibir los materiales, salí de mi cuarto un momento y le eche un vistazo a Grillo para verificar que siguiera ahí.
Al verlo más de cerca me di cuenta que estaba sudando, Grillo no leía como las demás personas, pareciera que hiciera un gran esfuerzo en comprender lo que venía dentro del libro, sus ojos estaban tan concentrados en la lectura y un así veía que repetía la misma página varias veces antes de pasar a la siguiente.
Decidí no comentar nada y mejor apurarme a mi trabajo, cuando por fin termine con la última duda de los obreros, apague mi laptop y le comenté a Grillo que ya estaba listo, cerré la casa y nos dirigimos hacia la playa.
- Ya has entrado antes al mar – me pregunto Grillo mientras caminábamos por la arena.
- El de Chopitlan jamás, hace muchos años que había ido con mi mamá a Acapulco, pero eso fue hace mucho tiempo.
- Me sorprende que no lo hayas hecho, el mar de Chopitlan es de los pocos que tiene una arena muy blanca y fina, así como tener aguas muy calmadas y agradables.
- Ojalá así fueran su gente - Añadí cuando vi de lejos a la banda de los Gavilanes disparando al cielo desde la patrulla.
- La verdad es que si... Pero créeme te va a encantar.
Lo único bueno de vivir a cinco minutos del mar es que tienes la playa para ti solito, el problema es que a diferencia de la agradable descripción que hizo Grillo de sus aguas, estas estaban cubiertas de una extraña masa verde que flotaba cerca de ella.
- ¿Qué es esa chingadera? – Cuestione al ver que esa extraña planta que flotaba en todo el mar.
- Que raro, hace años que no se ve sargazo.
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Soledad y El Mar
AdventureVine a Chopitlan por que me dijeron que aquí vivía mi abuelo un tal José Rosas. Y no, no vine por que mi madre me lo haya pedido, vine por que la empresa en la que trabajo me obligo a venir aquí. Ahora estoy atrapado en este horrible pueblo abandona...