9._ Payaso

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IVÁN

"Y es verdad soy un payaso

Pero, ¿qué le voy a hacer?

Uno no es lo que quiere

Sino lo que puede ser" José José

Hoy le pedí a Grillo que me ayudara a escombrar mi "casa". Mi abuelo había muerto hace tiempo, y el único que más o menos la limpió fue mi viejo cuando vino al Chopitlan hace más de tres años. Bueno, en si le pagaba al cabrón del Don Fernando para que pasara de vez en cuando a darle una barrida, pero incluso así la casa era un desastre.

Para empezar estaba infestada de grillos (Y no del "Grillo" mi amigo, si no literal de esos pequeños animales cantores que les encantaban escabullirse por la casa). Tanto como el refrigerador como la estufa estaban polvorienta y llena de pedazos de comida de no me imagino cuantos años. El piso no había sido tallado ya hace un buen tiempo, y las paredes comenzaban a despintarse.

Siendo honesto, nunca he sido la clase de hombre que es bueno con el trabajo en casa, barro y trapeo como puedo, y ni siquiera hablemos de pintar. Por lo que logre convencer a Grillo de que me echara una mano limpiando y acomodando.

Creo que es buen momento de relatar cómo nos había ido después del inconveniente del restaurante de Doña Vero, para no hacer grande el cuento, la gente ya no solo me miraba feo, si no que ahora también susurraban cosas acerca de mí. La gente me vendía las cosas aún más caras que me las vendían antes, o ya ni de plano querían venderme, era molesto, no lo voy a negar. Pero el verdadero problema vino en el trabajo. Yo creo que ya todos sabemos cómo son los pueblos pequeños, un chisme o rumor se expande peor que la peste, así que tanto los obreros como la gente que trabajaba se me ponían aún más al brinco, se burlaban de mí, o ya ni de plano seguían mis órdenes.

Bueno, no todos me trataban mal, ahí estaba el ingeniero Vargas que seguía siendo amable conmigo, me apoyaba en lo que podía y yo le ayudaba con los trámites y papeles de su jubilación. Una vez le pregunté por que no creía lo que la gente decía de mí, y me respondió: "Cuando uno es viejo aprende muchas cosas, entre esas a no dejarse llevarse por las apariencias o por lo que dice la gente, suponer es uno de los más grandes males de los mexicanos, es mejor comprobar por nuestra cuenta, y en tu caso Iván, yo sé que no eres ni un ladrón ni un embustero".

¿A poco no era a toda madre el señor? No lo consideraba como tal mi amigo, pero si mi mano derecha, y vaya que me hizo falta estos días. Según mi horario yo debía de entrar a las nueve de la mañana y salir a las seis de la tarde, eso en teoría, claro está, pero la pinche estación me exigía que debía de quedarme más tiempo a lo establecido, a veces llegaba desde las seis de la mañana y me terminaba yendo hasta las diez u once de la noche.

Y no, ni creas que me pagaban esas horas extra, era mi "labor" como trabajador tener la camiseta bien puesta, y aunque estoy en contra de la sobreexplotación, mientras más rápido terminemos con lo de la estación, más rápido me largare de este purgatorio.

Es ahí donde vuelve a entrar Grillo, cuando salía en la mañana era la primera persona que veía, se quedaba esperándome para acompañarme al trabajo, en el trayecto platicábamos acerca de cosas sin importancias hasta llegar a la estación, ahí yo me despedía del vato y él se regresaba a su casa a dormir.

En la tarde, si tenía por lo menos el tiempo de ir a comer, me iba con Grillo a comer, a veces íbamos a mi casa y a veces a la suya, su madre era bastante amable y siempre me recibía con una sonrisa, su sazón era extraño pero no desagradable, la comida veracruzana es muy diferente de la tapatía, sobre todo por que consumen mucho marisco, solíamos comer pescado empanizado o en filetes, así como una gran variedad de caldos.

Soledad y El MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora