12._ Amor de Mis Amores (III)

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GRILLO

"Permite que ponga

toda la dulce verdad

que tienen mis dolores,

para decirte

que tú eres el amor

de mis amores.." Agustín Lara

Estas son las mañanitas. Sí, para ti; sí, claro, para ti. Es que hoy cumples años, ¿cuántos?
¿Uno o dos?, a lo mejor son tres o cuatro.

Estaba durmiendo plácidamente cuando una conocida canción me privo del sueño, era mi madre que a eso de las tres de la tarde coloco las mañanitas de Cepillin, me despertó con un tierno beso y fue ahí que caí en cuenta que hoy era mi cumpleaños.

Por un lado, me sentía avergonzado de que a mi edad todavía me pusieran las mañanitas, ella decía que cuando era niño me encantaba esa canción pero ya desde hace muños años que en vez de traerme felicidad me traía nostalgia por una época más alegre. Pero por el otro lado, no podía negarme a la oportunidad de ver a mi madre sonriente y emocionada festejándome otro año de vida.

No soy de las personas que lleva los días o meses en el calendario, no importa si el día es festivo o no, casi no somos de festejar, a lo mucho y festejamos nuestro cumpleaños, 20 de abril es el de mi mamá y 12 de octubre es el mío (irónicamente en el día de la raza).

Mi madre comenzó a acariciar suavemente mi largo cabello negro y a jugar con él.

- ¿Cómo dormiste amor de mis amores? – Pregunto dulcemente.

- Bien mamá. – Me sentí raro al notar que me llamo amor de mis amores. -Hace años que no me llamabas así.

-Lo sé. – Señalo con desanimo. - Tal vez no lo sepas, pero tenerte a mi lado ha sido de las mejores cosas que me han pasado en la vida.

- Si mamá, me dices lo mismo cada año. –Respondí un poco avergonzado.

-Pero quiero que sepas que te amo, y que eso jamás va a cambiar.

- Gracias mamá, tu sabes que yo también te amo. – En ese momento la abrace y la sentí cerca de mí, aunque ahora la sentía un poco más delgada, sus abrazos seguían trasmitiendo ese cálido cariño que solo una madre puede transmitir.

- Por cierto, cámbiate y ven rápido a la mesa. Tengo una pequeña sorpresa.

En la mesa había una gelatina blanca con mosaicos (no sé porque la gente dice que odia ese tipo gelatina, siempre argumentan que hay mejores postres, aunque claro, no es que yo suela probar cosas más exóticas), y un regalo envuelto en papeles de colores, creo que mi madre estaba más emocionada que yo, porque al tomarlo no dejaba de tomar fotos.

Dentro del regalo estaba una pequeña caja de cartón en la que se encontraba un collar de corazón pintado de azul marino y con detalles blancos. (Muy similar al chal que vestía mi mamá desde hace años), el collar era de madera con una cuerda negra para colgárselo en el cuello, cuando me lo puse mi mamá añadió con emoción.

- Espero que te guste, hace mucho que no hacia artesanías de madera, así que no lo pude decorar como se debía.

- No te preocupes mamá. – Dije admirando el collar en mi cuello. - Me encanta, creo que no me lo quitare jamás.

- Me pone muy feliz que te haya gustado. ¿Y vas a hacer algo hoy? – Pregunto recargándose en una silla.

- No creo, a lo mucho y me quedo en casa, hasta yo sé que uno tiene que descansar en su cumpleaños.

Soledad y El MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora