¿Qué haces en este concurso?

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Draco

La situación se me había vuelto a ir de las manos, y no lo había podido evitar. Granger estaba hoy muy guapa. Llevaba un chandal ajustado y el pelo recogido en un natural moño. Simplemente preciosa.

Al ver a Blaise y la chica Weasley detrás nuestro aparté rápidamente mi cara. Estaba obiviamente jadeando y muy rojo, al igual que Granger.

-¿Se puede saber qué os pasa? -preguntó Blaise de muy mal humor.- no podéis estar todo el maldito día revolcándoos como anguilas. Tío, que este programa lo ven jóvenes así que controlaos un poco.

Granger agachó la cabeza visiblemente avergonzada. Tragué saliva con dificultad y me levanté del suelo. me dirigí a la mesa y cogí mi papel con mi parte de la canción.

-¿Podemos volver a ensayar?

Blaise dejó el café que tenía en la mano sobre la superficie del piano y aceptó a ponerse de nuevo en la canción. Eso sí, no sin antes susurrarme:

-No vuelvas a hacerlo, esto afecta a tu reputación como Malfoy que eres. Dios ¿qué pensará tu padre?

-El no pinta nada en mi vida amorosa, y tú tampoco.

-¿Asi que a eso lo llamas amor?

Esta vez me callé. Blaise tenía razón. Lo mío con Granger era un simple lío de nada ¿verdad? Ni siquiera la llamaba por su nombre, por favor. Estaba claro que nada más acabase el maldito concurso lo nuestro no daría para más. Miré de soslayo a Granger que agarraba con furza a su amiga y con lágrimas en los ojos la explicaba lo sucedido. La chica Weasley la escuchaba con atención, aunque con una expresión de tristeza total. Estaba claro que algo la había pasado. ¿Sería que algo iba mal son San Potter?

El resto del día estuvimos cantando al unísono y repartiendo los tiempos de la canción. Era muy romántica, y lenta. Aunque no era mi estilo, me gustaba bastante.

-Lo habéis hecho bien. -dijo Weasley.- nos vemos mañana, descansad.

Cuando Blaise y ella salieron por la puerta, Granger se permitió lanzar un suspiro de cansancio.

-Nunca lo he sabido -dije como quien no quiere la cosa.- ¿qué demonios haces en este concurso Granger?

- Necesito el dinero.- saltó ella.- publicar un libro y darle mucha publicidad es muy costoso.

-¿ Y por qué no ahorras o algo? aunque quieras publicar un libro no hace falta venir a un concurso.

- Sí que hace falta, sobretodo si como yo no te dedicas a otra cosa más que ha escribir.

No puede evitar sonreir sarcásticamente.

-Vaya, vaya... ¿quién diría que doña sabelotodo no tendría donde caerse muerta?

Me eché a reir, aunque segundos después sentí un dolor agudo en mi cara, concretamente en mi lado derecho. Dios, Granger me había soltado una buena bofetada.

-Aprende a respetar a los demás.

Me toqué el lado derecho, que me dolía un montón y la grité:

-¡Eres imbécil!

-No más que tú, créeme.

Joder, esa bofetada me iba a dejar un lado de la cara completamente rojo, lo veía.

-No exageres tanto. No te he dado tan fuerte.

-Fácil de decir, no te fastidia.

Cuando dejé al descubierto mi lado derecho ella soltó un pequeño grito. Se acercó un poco más para observar.

-Vaya, lo siento... No pensaba que te había dado tan fuerte. Soy muy bruta.

-¿Ahora te das cuenta?

-Ponte hielo o algo. Ven, te ayudo.

Y así Granger y yo salimos de la sala de ensayos y nos dirigimos a la cocina. Menos mal que estaba vacía, así nadie se entrometería. Ella sacó un poco de hielo del congelador y con unas servilletas me lo puso en mi mejilla. Dejé que ella sostuviese el hielo y así nos quedamos, sin decir palabra y completamente en silencio.

-Está bien que tengas tanto afán por publicar.

-Caray, Draco Malfoy siendo amable, que sorpresa tan agradable. De todas formas, gracias, aunque no es que tenga muchas más opciones.

-Podrías haberte ido al mundo muggle.

-¿Sin estudios? No, además no puedo hacerle eso a mis padres. Ni a mis amigos. Tengo que ser independiente y sacarme las castañas.

-¿Las castañas?

-Es un dicho muggle.

Volvió ese silencio tan incómodo. El hielo obviamente estaba frío, y me escocía un poco. Aunque de lo malo malo, por lo menos aliviaba el dolor.

-¿ Y aparte de publicar un libro, qué harás con el resto del dinero?

-Pues no lo se, para empezar tengo que ganar Magicians.

-Pero imagínate que ganas. ¿En qué lo gastarías?

-Lo ahorraría y lo gastaría a medida que lo fuese necesitando. Nunca se sabe lo que puede pasar en un futuro.

-Jolín que sosa. ¿Ni un viajecito a unas tierras lejanas?

-No, eso sería muy precipitado.

-Yo me iría por todo EE.UU. Los Ángeles, San Francisco, Chicago, Miami...

-Pero eso te lo puedes permitir sin necesidad de ganar. ¿No eras tan rico?

-Cierto, pero mi familia es rica. Si gano, esos 5000 galeones serían solo míos. No de mis padres.

-Ciero, no lo había pensado. Vaya, si resulta que tienes cerebro y sabes usarlo Malfoy.

-Que crea en la pureza de sangre no significa que sea estúpido Granger.

Iba a decir algo, pero se calló. Apartó el hielo de mi cara y dijo:

-Esto tiene mejor pinta. De nuevo lo siento.

-Tranquila, estoy acostumbrado a que me des.

Ella se puso roja y ambos recordamos viejos tiempos, donde ella era un chica de trece años inexperta en el mundo de la magia y yo un canalla de Slytherin. Al final se recompuso y tartamuedó:

- Me acuerdo de ese día como si fuera ayer Draco.

Enseguida se dió cuenta de su error y se tapó la boca con las manos. El hielo calló al suelo. Yo me quedé sin respiración. Me había llamado por mi nombre.

-Perdón. No... no lo volveré a hacer.

Yo no sabía qué contestar. Mi cabeza decía que me enfadase, una sangre sucia no podía llamar a un Malfoy por su nombre, como si fuésemos amigos. Aunque mi corazón decía algo muy diferente.

-Mira, no lo vuelvas a hacer. Yo... no quiero estar tan cercano contigo. Más que nada porque cuando Magicians acabe, va a ser muy incómdo volver a la realidad.

-T-Tienes razón.

Granger cogió el hielo y lo metió de nuevo en el congelador. Y antes de irse, me susurró:

-Quiero que sepas que cuando volvamos al mundo mágico, a la cruda realidad, intentaré ser amable contigo si nos vemos.

-Ah... vale. Yo lo intentaré

-Con eso me basta. Me alegra poder hablar contigo con tanta normalidad.

-No está mal de vez en cuando.

Granger salió de la cocina y segundos después yo seguí el camino hacia las escaleras. Mi dormitorio estaba vacío (o los demás seguían ensayando o estaban fuera en el jardín). Me acerqué al calendario y miré las semanas. Quedaba bien poco para Acción de Gracias, algo que aquí en EE.UU. se celebraba mucho. Seguro que haríamos algo especial. Suspiré y me dirigí al baño para ducharme, sin poder sacar a Granger de mi cabeza. Mi nombre en su boca sonaba muy bien, y quería oírlo más veces. Pero no podía ser. Nunca podría llevarme bien con Granger, simplemente estaba prohibido.

Magicians (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora