Noticia

277 21 0
                                    

Cuando salí de las audiciones, me sentí muy cansada. Había estado bastante decente, pero muy sosa en comparación con el resto de la gente. Sí, les había sorprendido que Hermione Granger, la amiga del Elegido, estuviese en las audiciones, pero no era suficiente.

Una hora después, Ginny,Ron, Harry y yo, estábamos en la terraza de una cafetería muggle tomando un café. 

-Ojalá que te escojan -dijo Harry.- aunque no entiendo por qué no dejas que te ayudemos. No es ninguna molestia en serio.

-No puedo Harry, entiéndeme, no quiero ser una carga.

Harry no dijo nada porque Ginny le lanzó una mirada de advertencia, pero supe que estaba a punto de empezar a discutir, algo que yo no quería para nada. Menos mal que Ron interrumpió para decir:

-¿Viste a alguien conocido?

-No, creo que no.

Estuve muy cerca de decir que sí que oí una voz muy conocida, per me contuve. No estaba segura de lo que había oído, pues habían pasado muchos años. Y además, cuando me quise dar la vuelta un montón de gente se me había echado encima. Sim embargo, juraría haber escuchado a Draco Malfoy llamarme imbécil.

-Dejemos de hablar de Magicians -soltó Ginny.- bastante estresadas estás como para encima darle vueltas. Lo hecho está hecho y hasta que no anuncien a los elegidos nada se va a saber.

Miré agradecida a mi amiga y en toda la tarde no se volvió a hablar del tema. Ron estuvo muy amable conmigo y aquello me alegró el ánimo. Era muy buen amigo, aunque hasta ahí llegábamos. Es cierto que habíamos intentado salir los meses que siguieron después de la guerra, pero pronto nos dimos cuenta de que lo nuestro no iba a ninguna parte. Solo nos queríamos como amigos. Punto.

Cuando llegué a mi apartamento, decidí aprovechar mi buen humor para escribir algo en el portátil. Sí, era hija de muggles y las costumbres no se perdían. Yo escribía mis historias en el portátil. Pero aunque al principio me lo tomé de manera positiva, pronto me di cuenta de que como todos los días desde hacía un año, estaba bloqueada y no conseguía escribir ni una línea. Suspiré de frustración y me di por vencida. Estaba claro, como escritora era un cero a la izquierda.

En mi vida había escrito tres novelas, y todas ellas de ficción histórica. Y ninguna había sido bien recibida en el mundo mágico. Según Ginny, estaban muy bien. Aunque yo sabía que todo lo decía ara animarme y porque era lo que se suponía que tenía que hacer siendo mi amiga.

Cuando dieron la una de la mañana y vi que seguía sin inspiración, me fui a la cama.

UN MES DESPUÉS

Octubre llegó y en Londres empezó a llover y a hacer mucho viento. Las hojas otoñales revoloteaban por la ciudad y la gente luchaba con los paraguas y abrigos porque estos no hacían más que agitarse. Y para más inri, apenas unos días atrás había sido mi cumpleaños. Ni lo celebré, y solo me regalaron mis padres y los Weasley, como yo pedí expresamente. No era una persona muy fiestera, y no estaba con humor para celebrar algo tan banal como un cumpleaños.

Un día me levanté cansada y decidí poner un poco la televisión. Vi as noticias mientras desayunaba y cuando ya había terminado de recoger y arreglarme, alguien llamó a la puerta. Fui de mala gana hasta el recibidor y cuando abrí me encontré en el umbral de la puerta a mi amiga pelirroja.

-¡Ya han escogido a los concursantes! -chilló emocionada.- han publicado la lista en todos los periódicos del mundo mágico. ¿Te ha llegado El Profeta?

Yo estaba apuntada a El Profeta, y siempre me llegaba el periódico por las mañanas. Mi vista se posó sobre el puñado de página y Ginny y yo nos lanzamos sobre él. No lo había leído todavía, así que tuve que buscar entre las páginas un rato hasta que encontré el articulo. Leímos la introducción y después la lista de participantes con expectación. Era una lista de doce personas aunque no hizo falta ni leerla entera, yo estaba la primera encabezando la lista.

-¡ESTOY DENTRO DE MAGICIANS! -grité como una loca.- ¡ME HAN ELEGIDO!

Ginny pegó un grito que casi me dejó sorda y las dos nos pusimos a saltar como dos niñas pequeñas. No podía creerlo, la suerte por una vez se ponía de mi parte. Ginny se puso tan contenta que empezó a lanzar el periódico  por los aires y a mayoría de las hojas cayeron por la ventana, que estaba abierta. Me hubiese molestado, pero estaba tan eufórica que ni me di cuenta.

-Tengo que contárselo a Harry y a Ron -dije riendo.- se alegrarán.

-Esto hay que celebrarlo -me respondió mi amiga.- tenemos que hacer una cena en la Madriguera, mis hermanos no se resistirán.

-Por mí bien -acepté.- aunque no quiero hacer trabajar a tu madre...

-Hermione -dijo Ginny exasperada.- por una vez en tu vida deja de ser tan santa.

La miré con el ceño fruncido, pero la noticia me había puesto tan contenta que ni siquiera me molesté en contradecirla. Lo único en lo que era capaz de pensar era en que en menos de tres semanas estaría de camino a Nueva York y en los cinco mil galeones.

Magicians (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora