CAPITULO 1

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"¿Qué quieres decir con que no vienes a casa, jovencito?"

Arthur Weasley se estremeció cuando la acusadora pregunta de su mujer resonó a través de la estación King's Cross. Y tentativamente puso la mano en el brazo de su esposa con la esperanza de aplacarla. "Molly, por favor, no aquí- -"

"Bueno, ¿En dónde más lo haremos?" La Sra. Weasley exigió irritadamente. Torció el brazo para liberarlo y se enderezó hasta su altura máxima con la esperanza de igualar la estatura de Ron, a pesar de que su hijo menor todavía era seis pulgadas más alto que ella, sus ojos nunca dejaron el desafiante rostro de Ron. "Al parecer, él no viene a casa con nosotros, así que no podemos hablar allá ¿O sí? Parece que es ahora o nunca." Y miró a Ron con la misma mirada que había utilizado cuando él había escapado en el Ford Anglia para rescatar a Harry hace casi cinco años. "Ahora, Ronald", le ordenó. "Responde a mi pregunta."

Ron dejó su baúl para poder enfrentarse con toda seriedad a su madre. No se peleaba con ella muy a menudo - lo sabía bien - pero esto era demasiado importante. Antes de hablar de nuevo, echó un tranquilizador vistazo a su mejor amigo, quien estaba esperando en silencio a un lado, viéndose más miserable que nunca. "Lo siento, mamá, pero no puedo volver a casa. Tengo que ayudar a Harry con algunas cosas."

"¿Qué tipo de 'cosas'?

"No puedo decirte, mamá."

Fred Weasley dejó escapar un silbido al acomodarse para ver el espectáculo. "Eso fue osado", comentó en voz baja.

"Me podré muy triste cuando lo asesine", coincidió George solemnemente. Fred se miraba como si quisiera continuar con una rápida réplica, pero en ese momento, Ginny se cruzó silenciosamente y se sentó en el banco en medio de ellos, así podía fácilmente golpearles con el pie en las espinillas, y sin demora lo hizo. "¡Ginny!" dijeron a coro, mientras se inclinaban por el idéntico dolor que ambos sintieron.

"Cállense", les advirtió Ginny en voz baja. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho para poderse abrazar tan fuerte como le fuera posible. Era la única manera en la que podía evitar saltar hacia en medio de la pelea para poder enterarse de lo que eran estas 'cosas', porque tenía un mal presentimiento de que estas 'cosas' podían ser la muerte de toda la gente que le importaba, sobre todo y en especial una persona que se encontraba de pie a unos pocos metros, todo pálido y angustiado. Pero esa persona especial no quería que anduviera metiendo la nariz donde no se le llamaba - por eso había terminado con ella ese día.

Así que Ginny, por una vez se quedó en silencio y siguió observando la pelea. Sintiendo su descontento, Fred colocó un largo brazo sobre los hombros de Ginny mientras que George masajeaba su pierna dolorida. Juntos, los tres siguieron contemplando cómo la pelea que se desarrollaba se volvía más y más violenta. Tanto la Sra. Weasley como Ron estaban muy rojos de la cara, gesticulaban sus muy particulares puntos de vista, mientras que Arthur Weasley parecía más y más abatido en cada segundo que pasaba, ni siquiera trató de intervenir otra vez. Pero nadie se veía tan miserable como Harry Potter que estaba a un lado y se veía muy triste, en silencio observaba a su familia sustituta, la familia perfecta que siempre había soñado, cayendo justo en frente de sus ojos. Y todo era su culpa.

"Diez galeones a que dice que se va con Harry," Fred pronto predijo, sus agudos ojos captaron lo alto y orgulloso que Ron se había vuelto en el último año. Su hermano menor por fin había obtenido un poco de confianza y sabía que Ron preferiría morir antes de renunciar al orgullo que tanto trabajo le había costado ganar.

"Que sean veinte", propuso George. "Somos ricos ahora, ¿recuerdas?" Fred gruñó en consentimiento y sin siquiera mirarse el uno al otro, los gemelos estrecharon manos.

Hermione Granger Y Las Reliquias de La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora