CAPITULO 5

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"¿Alguna vez te has montado a un thestral, Hermione?"

Hermione arrugó la nariz en respuesta. Kingsley Shacklebolt se rió suavemente al colocar juntos sus dedos para poder ayudar a Hermione a montar. Ciegamente, Hermione trepó a tientas, sintiendo la columna vertebral de la bestia y acariciando los flancos lados del thestral mientras esperaba que Kingsley se le uniera. Él le entregó la jaula de la lechuza falsa, y colocándose hacia el frente frotó el hocico de la asustadiza criatura hablándole el voz baja para apaciguarla. Obviamente, Kingsley, podía ver al thestral. Hermione se preguntaba si también sería capaz de verlos después de que terminara su misión. Tal vez ya podría verlos después de esta noche.

Cuando Kingsley volvió para poder subirse al animal, Hermione se giró para encontrar a Ron, quien estaba envolviendo aprensivamente sus brazos alrededor de la cintura de Tonks, echando miradas furtivas hacia Lupin. Hermione no podía dejar de recordar la manera en que Ron abrazaba a Lavender cada que tenía la oportunidad, y ahora no podía soportar tocar a una chica bonita. Por supuesto, la guapa chica estaba casada con su ex Profesor que estaba a tres metros de distancia, pero ese no era el punto. Luego, Hermione estiró el cuello para encontrar al verdadero Harry que se había colocado en el sidecar de la moto de Sirius, se veía miserable. Ella podía oír la risita de Ron incluso desde aquí. No estaba tan segura de que Harry quisiera la moto después de soportar un largo viaje en el sidecar. Tal vez, ni siquiera querría volver a verla.

Hermione se agarró de la túnica de Kingsley, armándose así de valor para lo que vendría. Eso era todo; la misión que había estado temiendo durante día y medio. Moody dijo que la lucha sería inminente, en unos segundos, les demostraría a los Mortífagos que los sangre-sucia no eran tan inferiores después de todo.

Después de que Hagrid pateó la moto para arrancarla, Moody gritó: "¡Buena suerte a todos. Nos vemos en una hora en la Madriguera. A la cuenta de tres. Uno ... dos ... tres."

Kingsley dio una patada al costado del thestral y la bestia inmediatamente batió sus alas y voló. Hermione trató desesperadamente de echar un vistazo a sus mejores amigos, pero lo único que podía ver era el cielo nocturno y la espalda de Kingsley. Las nubes húmedas los envolvían empapando su piel. Hermione se obligó a no mirar hacia abajo, recordando lo que Ron le había aconsejado. Si miraba hacia abajo, terminaría por darse cuenta de lo alto que estaba y el pánico llegaría. Obviamente, ella sabía qué tan alto en el aire se encontraba, pero mientras no mirara hacia abajo, se podía auto-engañar un poco más. Sacó su varita, manteniendo un avisado ojo, buscando a los vigilantes que Ojoloco había predicho que circularían por la casa de Harry. Ellos podrían atacar en cualquier momento.

Al menos treinta figuras encapuchadas, suspendidas en el aire, formaron un gran círculo tan pronto como los miembros de la Orden alzaron vuelo. Su estómago se estrelló de nuevo en la tierra. Definitivamente no esperaba esto, eran muchos Mortífagos. Eso sólo podía significar una cosa, se habían puesto en gran peligro.

Hermione dejó escapar un grito cuando Kingsley dio un tirón a la melena del thestral para que pudieran continuar elevándose en el aire, navegando sobre las cabezas de los Mortífagos. "¡Vamos!" Kingsley animaba a la bestia, pateando al pobre caballo varias veces en las costillas. El thestral gimió, pero agitó sus alas más rápido que nunca, alzándose así a máxima velocidad, más rápido de lo que Hermione había volado jamás, pero por supuesto no era suficiente. Hermione tuvo que agacharse para evitar los montones de maldiciones que se lanzaban contra ellos; incluso tuvo que empujar la cabeza de Kingsley para que no le golpearan. Él estaba haciendo todo lo que podía para mantener los Mortífagos a raya, mientras que jineteaba el thestral al mismo tiempo, pero simplemente no era suficiente.

Hermione estaba haciendo lo suyo también, pero estaba en un ángulo muy incómodo, sentada justo detrás de Kingsley, aferrándose a sus ropas para no caer. No podía ver a ninguno de los atacantes y tenía que apuntar a ciegas. Era suficiente para hacer que los Mortífagos no se les acercaran demasiado, pero sabía que sólo les ayudaría durante poco tiempo. Hermione se agachó de nuevo cuando otro hechizo pasó zumbándole los oídos, demasiado cerca para su gusto. Tenía que hacer algo. Ahora.

Hermione Granger Y Las Reliquias de La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora