Hermione Granger Y Las Reliquias de La Muerte

CAPITULO 14

Hermione no estaba muy segura de qué esperar en el Valle de Godric. Historia de la Magia lo había descrito como algo similar a Ottery St. Catchpole, pero la ciudad  natal de Ron estaba mucho más al sur de lo que se encontraba la ciudad natal de Harry, por lo que no era de extrañarse que los dos asentamientos fueran completamente diferentes debido a los diferentes climas. Y efectivamente; Hermione abrió los ojos para darse cuenta que se encontraban sobre un camino cubierto de nieve y bajo un cielo azul oscuro. Adornos navideños colgaban en todas las ventanas como  farolas que a la distancia parecían hacerles señas. Inclinó la cabeza hacia atrás por un momento para disfrutar de la frescura del aire y del sonido tranquilizador de la burbujeante vida a su alrededor. Era tan bueno estar rodeados de gente.

Harry, viéndose mucho más grande que un niño de once años de edad que se colaba bajo la capa sólo por el gusto de hacerlo, logró convencerla para que descartasen la Capa, ya que sus huellas serían visibles de todos modos, y así los dos partieron hacia el centro del pueblo para tratar de averiguar dónde estaban los asentamientos mágicos. Todo el mundo aquí parecían ser Muggles muy animados, que por todo el derredor corrían haciendo los preparativos de última hora para Navidad; villancicos resonaban en el cielo de la noche, la anticipación iluminaba el rostro de cada niño. Por un momento, casi se sintió como Navidad. En algunas guerras Muggles se declaraba paz por un día  para que ambas partes pudieran celebrar Navidad adecuadamente. Era muy ingenuo, pero no pudo evitar tener la esperanza de que de alguna manera, de alguna forma, en el mundo mágico pudieran hacer lo mismo.

Pero Hermione no podía vivir en la revelación de que en realidad era la víspera de Navidad. Había trabajo que hacer. Pero primero, antes de hacer cualquier cosa, tenían que hacer una parada muy importante. Sus ojos se encontraron con una iglesia. "Ellos... deben estar ahí, ¿no es cierto? ¿Tu mamá y papá? Puedo ver el cementerio detrás."

Harry se detuvo al escuchar la mención del cementerio como si nunca hubiera esperado encontrar a sus padres ahí, su rostro se congeló con vacilación. Hermione suavemente tomó su mano para guiarlo a través de la plaza. Se podía pensar que él no quería hacerlo, pero ella sabía mejor. Harry tenía que ver a sus padres esta noche. Era Navidad, todo el mundo debía ver a sus familias en Navidad.

Sin embargo, cuando se dirigían hacia el cementerio, fue el turno de Hermione para detenerse repentinamente. "¡Harry, mira!"

Hermione señaló a la estatua que se había levantado como un memorial a tres héroes: un hombre, una mujer y un niño acurrucado en los brazos de su madre. Era tan extraño ver a Harry representado en piedra, era aún más extraño verlo sin una cicatriz en la frente. Un tributo para ser visto durante siglos, aún después que ellos hubiesen pasado al otro mundo.

"Vamos", dijo Harry incómodamente, como siempre que se veía a sí mismo mostrado con tanta gloria. Se volvió de nuevo hacia la iglesia, los villancicos se escuchaban cada vez más fuerte. Ella y sus padres  habían ido a los servicios de cada víspera de Navidad y se preguntó si estarían en alguno en esos momentos. Encontraron una puerta que conducía al imperturbable cementerio y Hermione la empujó para entrar. Harry se liberó de su mano, sintiéndose de pronto superado por la anticipación. Corrió a la tumba más cercana, infantilmente esperanzado de que fuera la que necesitaba ver con desesperación, no importando cuánto dolor le causara. "¡Mira esto, es un Abbott, podría haber algún pariente lejano de Ana!"

"Baja la voz," Hermione le rogó al mirar a su alrededor para asegurarse de que aún estaban solos. Harry ya se dirigía a la siguiente fila, demasiado emocionado como para tener cuidado. Hermione tenía que hacerse cargo de la seguridad, así que puso la mano en su varita y comenzó su propia búsqueda. No estaba segura de poderse sentir a gusto en este lugar.