CAPITULO 11

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"Yo ya vuelvo" dijo Hermione mientras salía de la tienda y dejaba caer la lona de un tirón antes de que Harry y Ron pudieran ofrecerse a ir con ella. Hermione se acomodó la chaqueta de forma más segura y pateó a un lado los montones de hojas muertas mientras trataba de determinar qué día era. Habían estado en parajes desiertos durante tanto tiempo que Hermione había olvidado en qué día vivía. No tenía idea de si era un lunes o sábado, o incluso qué mes era. Sólo podía decir que los días eran cada vez más cortos, las noches eran más largas, y el aire era mucho, mucho más frío. Ahora tenía que desempolvar esos hechizos que había aprendido para ayudarles a mantener el calor. La tienda, por supuesto, se calentaba por magia, pero ellos se congelarían al salir a cazar su comida. Y luego estaba el terrible hecho de que sus suministros de alimentos se habían disminuido considerablemente con el cambio de temporada. Iba a ser un invierno largo y duro, sin esperanza de reunirse alrededor del árbol de Navidad de los Weasley.

Abrazándose a sí misma para protegerse del frío, Hermione se encontró con un gran roble muerto que parecía prometedor, y se sentó en la base de éste. Siempre le había gustado encontrar árboles o puntos de referencia que le recordaban a Hogwarts; este árbol tenía un ligero parecido con el árbol al lado del lago, ese árbol en el que ella, Harry y Ron habían pasado muchas horas bajo su sombra, hablando de Voldemort, tareas o de cualquier cosa que en ese momento afectara sus vidas. Se acurrucó contra el tronco y cerró los ojos para poder escapar del estrangulador medallón que se encontraba alrededor de su cuello.

Era asombroso cómo los tres podían tener diferentes reacciones al Horrocrux. Ron arremetía contra todo y todos, escupiendo cada horrible pensamiento que pasaba por su mente. Ella no se había dado cuenta de esto antes, pero Ron en realidad tenía un filtro; en condiciones normales él no decía todo lo que venía a su obtusa cabeza. Ron de verdad tenía bastantes pensamientos negativos y auto-destructivos, sin contar los celos que le invadían todos los días; y ahora el Horrocrux estaba haciendo que esos pensamientos lo atacaran con intensidad, incluso más violentamente que de costumbre. Era divertido lo cerca que a veces podía sentir a Ron,  sin embargo, cuando llevaba el Horrocrux, se convertía en un extraño.

Obviamente, Harry era afectado de forma similar por el medallón, pero en vez de desquitarse con ellos, se volvía hacia el exterior, odiando a Voldemort con una furia más oscura, y deseando cada vez más desesperadamente el descubrir exactamente qué hacer a continuación. Sin embargo, se estaba enfocando más en ese sueño acerca del rubio ladrón, en lugar de centrar su atención en los Horrocruxes, algo que para Hermione y Ron era bastante frustrante. No tenían absolutamente ninguna manera de destruir el medallón y a la serpiente, no había un lugar dónde buscar la Copa y ni siquiera  tenían la más remota idea de lo que era el último Horrocrux. Los Horrocruxes eran la única manera para poner fin a todo esto, estaba segura de ello. ¿Cómo esperaban salvar al mundo si su elegido líder escogía pasar sus días meditando sobre una figura fantasmal que nunca esperaban encontrar.

Y luego estaba esa especial reacción que ella tenía con ese horrible medallón. Hermione abrió los ojos para poder retirar el medallón de debajo de sus capas de ropa, y posó la mirada en él, sintiendo los latidos del enfermizo corazón de la joya contra las yemas de sus dedos. Deseaba con todo su corazón poder estar mirando su otro medallón, el que sus padres le habían regalado. Este medallón la enfermaba.

Tú no me mereces... no te mereces nada de esto... cualquiera de ellos ...

Hermione inmediatamente dejó caer el medallón como si se le hubiera escaldado y se cubrió la cara con las manos. Esto es lo que el medallón tenía para ella: volvía sus pensamientos hacia su interior, viéndose obligada a examinar cada pequeña cosa sobre sí misma que no le gustaba, hasta el punto de sentirse tan plagada de auto-duda que casi no podía ver bien. Casi todos los días podía mantener el control, sólo se ponía un poco más cortante e irritable de lo normal, pero no más de lo que se ponía mientras estudiaba para los TIMOS o cualquier examen que requería esfuerzo. Pero algunos días, como hoy, los pensamientos le abrumaban con tanta fuerza como los que oprimían a Ron; eran tan fuertes que en algunos casos, casi podía oír que el medallón le hablaba, burlándose de ella, recordándole lo débil que era- -

Hermione Granger Y Las Reliquias de La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora