CAPITULO 7

3.8K 156 5
                                    

"Harry, ¿quieres tu cepillo de dientes? Aquí lo tengo."

"Sí, estupendo, gracias." La puerta se abrió para revelar a un Harry mucho más pálido que trataba valientemente de parecer como si acababa de ir al baño. Él fingió una sonrisa y le tendió la mano para tomar el cepillo de dientes que le ofrecía.

Sin embargo, Hermione no renunciaría inmediatamente. "¿Seguro que estás bien?"

"Muy bien" mintió Harry. Cogió el cepillo de dientes de su agarre. "Estaré afuera". Cerró la puerta detrás de él antes de que le pudiera hacer más preguntas. El cerrojo se bloqueó con un ruido fuerte.

Hermione dejó escapar un largo suspiro, consideró llamar a la puerta de nuevo y exigirle a Harry que le dijera la verdad. Pero después de unos momentos, decidió no hacerlo y volvió a la sala de estar. Ron estaba organizando los suministros que ella había desempaquetado de su bolso antes de encontrar el cepillo de dientes de Harry. Se quedó en la puerta durante un buen rato, mordiéndose los labios mientras luchaba por calmar su ansiosa respiración.

Así que ésta era. La caza de Horrocruxes finalmente había comenzado.

Para dar a sí misma algo que hacer, Hermione lentamente comenzó a quitar todas las horquillas que sujetaban su cabello. La mitad de ellas ya había caído en la pequeña batalla en el café. A pesar de que ya esperaba que algo horrible sucediera durante la boda, nunca esperó que todo ese caos se produjera en una sola noche. El Ministerio había caído, Scrimgeour estaba muerto, de algún modo los persiguieron y casi los asesinan dos Mortífagos, y ahora estaban allí, preparándose para asentarse en una larga y posiblemente noche de insomnio en Grimmauld Place, donde los Mortífagos seguramente los buscarían tarde que temprano. Por todo lo que sabían, los Mortífagos podrían estar en su búsqueda otra vez.

"¿Estás bien?"

Al igual que Harry, Hermione fingió una sonrisa y asintió con la cabeza, guardándose el paquete de horquillas que acababa de quitarse. Y al igual que Hermione, Ron no le creyó en lo más mínimo, pero no la presionó. Él asintió con la barbilla hacia el cuarto de baño. "¿Y él cómo se encuentra?"

Hermione sacudió su recientemente liberada cabellera mientras se volvía de nuevo hacia la puerta cerrada. "Todavía está allí, dice que está bien, pero -".

"¿- cuándo ha estado bien Harry?", terminó Ron por ella. Colocó a sus pies el saco de dormir que acababa de sacar del bolso de cuentas de Hermione. "¿Qué crees que le sucede?"

"Es su cicatriz" dijo Hermione con seguridad. Harry siempre tenía esta confusa y hueca expresión en su cara cada vez que trataba de ocultar que algo estaba pasando con su cicatriz. De alguna manera hacía que se pareciera menos a él, como si poco a poco estuviera convirtiéndose en algo más, algo siniestro y oscuro. Harry tenía esa misma mirada justo cuando le abrió la puerta.

Ron estiró el cuello para también poder ver la puerta, como si ésta pudiera decirle exactamente lo que Harry estaba haciendo. "Voy a ir allí y ver -"

"No" negó Hermione. "Déjalo. Creo que sólo necesita un minuto" Regresó a su asiento en el sofá y cruzó los brazos sobre el pecho. Sabía que debía ayudar a acomodar el cuarto para que pudieran tener algo de ese merecido descanso, pero su estómago estaba demasiado nervioso para lograr cualquier cosa en este momento. Ron se colocó junto a ella, sus brazos y rodillas se rozaban, y juntos veían la puerta del baño en un silencio incómodo. Hermione tenía la sensación de que siempre harían esto: ella y Ron siempre estarían esperando a que Harry finalmente estuviera sano y salvo.

"No debí haberlo presionado de esa manera", admitió Ron en voz muy baja. Su pierna brincoteaba de arriba hacia abajo; se culpaba ilógicamente de la condición actual de Harry. En una extraña manera, Ron de verdad se parecía mucho a su mejor amigo.

Hermione Granger Y Las Reliquias de La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora