CAPITULO 3

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Minerva McGonagall, estaba en el porche de entrada, justo frente a Hermione, y se veía tan formidable como aquel primer día de escuela de Hermione; tenía su varita apuntando hacia la chica y estaba muy sorprendida de que ésta hubiese abierto la puerta. "¿Qué pudo hacer el primer día de clase en su primer año?"

"Transfiguré un cerillo en una aguja" respondió Hermione. Mantuvo su varita en su espalda, tensa y lista para cerrar la puerta o lanzar un hechizo en caso de ser necesario. "¿Por qué me llamó a su oficina el periodo escolar pasado?"

"Usted estaba patrullando fuera de normas y por su cuenta, así que le informé que el Sr. Weasley tenía que unírsele o que ambos enfrentarían detención", respondió McGonagall rápidamente. Luego bajó la varita y le dio una de sus raras sonrisas. "Y si no se lo dije entonces, ninguno de mis estudiantes había sido capaz de lograr esa hazaña en su primer día de clase."

"Gracias - ¿Va todo bien? " Hermione preguntó, saliendo al porche para poder echar un vistazo más de cerca a las oscuras ventanas del coche Ministerio. Realmente le molestaba no poder ver al conductor.

"Todo va según el plan", prometió McGonagall. "¿Sus padres ya están listos?"

Hermione con toda sobriedad indicó hacia la sala de estar. "Allí".

"¿Acaso usted-?"

Hermione asintió con la cabeza. No quería oír el resto de la pregunta.

"Muy bien", dijo McGonagall amablemente y colocando una mano firme en el hombro de Hermione. "Le puedo dar cinco minutos." Hermione asintió con la cabeza y la profesora McGonagall entró en la sala de estar. Hermione podía oír a su madre presentarse brillantemente a McGonagall, lo que confirmaba una vez más la efectividad del hechizo que Hermione había realizado, ya que anteriormente se habían reunido con McGonagall, aquella vez que se les permitió entrar brevemente al castillo para ver a Hermione, después de que fuera petrificada. A sus padres siempre les había gustado la eficiente y muy capaz Profesora, se parecía mucho a su hija y la habrían reconocido en un santiamén. Esa era, muy probablemente, la razón por la cual la Orden había optado por tener a McGonagall como la guardián.

Pero por primera vez, la idea de haber realizado otro perfecto hechizo, la hacía sentir todo, menos felicidad. Con un pesado suspiro, Hermione se colgó la mochila sobre los hombros, agarró las maletas, y comenzó a llevarlas hasta el coche. Quería que este terrible día terminara de una vez. La puerta del lado del conductor se abrió y el conductor del Ministerio salió para poder ayudarla a guardar el equipaje en el maletero del vehículo. Hermione dejó la bolsa para fácilmente poder apoderarse de la varita por si acaso, pero fue la persona que salió del lado del pasajero la que realmente llamó su atención. Llevaba una gorra de Quidditch con la solera hacia abajo, y su cabello pelirrojo, mucho más corto de lo habitual, pero Hermione lo reconoció de todos modos.

"¡B -!"

"Deja que te ayude con eso", un Bill Weasley luciendo un arete, le interrumpió en voz alta mientras se apresuraba hacia ella. Hermione dio un cauteloso paso hacia atrás, con su varita en el aire. Bill de inmediato levantó las manos a la altura de los hombros y sonrió de mala gana. "La primera vez que te vi, yo estaba jugando Quidditch con Charlie, Fred y George, justo antes de que fueran a la Copa Mundial de Quidditch. Ron nos presentó". Sonrió con cariño. "Usó la palabra 'atroz' correctamente".

Hermione bajó la varita."¿Por qué estás -?"

"Gracias, Benton," Bill interrumpió suavemente una vez más. El conductor de vidriosos ojos asintió robóticamente con la cabeza al dejar las maletas en el coche. Bill agarró una de las manos de Hermione para poder hacerla a un lado, y murmuró un rápido encantamiento Muffliato para asegurarse que la privacidad fuera completa. Hermione frunció el ceño un poco incómoda al ver que no cedió su agarre. Bill nunca había sido físicamente afectuoso con ella, y no podía entender por qué lo era a partir de ahora. "Lo hemos hechizado, por supuesto", explicó Bill en voz baja. "Pero sólo para estar seguros."

Hermione Granger Y Las Reliquias de La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora