Maria

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Genial. Me había enojado con la única persona que había sido amable conmigo y todo por mi fobia a relacionarme con mi hermana.

Golpeé la pared; estaba bastante frustrada, así que salí a caminar. Esta parte de la ciudad ya estaba limpia de bestias así que no debería haber problemas. Caminando perdí la noción del tiempo, creo que fue una caminata de una hora, no estaba pensando mucho, sólo caminaba.

Me detuve frente a las ruinas del puente a mi antiguo hogar y decidí sentarme en el borde del puente, dejando mis piernas colgando.; recordé todo lo que había pasado este último tiempo:

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Habían llegado las dosis de sangre que habíamos comerciando con Yharnam. La gente sanaba bien, sólo hubo un caso de transformación, pero los ejecutores lo resolvieron rápidamente. El problema comenzó con mi hermana, Analice.

Uno de sus consejeros la convenció de beber la sangre y desde ese momento, Cainhurst sólo vivió 3 semanas más. Ella enloqueció y los que la siguieron en su locura formaron una especie de culto. Jamás quise formar parte de esa demencia, pero la reina me obligó a beber la sangre. Primero, lo intento mezclándola con alimentos, pero como no funcionó, recurrió a la fuerza; es una sensación horrible, la idea de convertirme en una especie de vampiro adicta a la sangre tampoco me resultó atractiva.

Así que cuando los ejecutores se marcharon por el puente, sabía que era mi oportunidad de huir. Tarde unos días en cruzar el castillo y el puente, pero casi al final del mismo todo empezó a temblar. Los pocos ejecutores que salieron del puente antes de que colapsara, hablaron de cómo mi hermana no podía ser asesinada y de cómo Logarius enloqueció también.

Tuve que sobrevivir durante 3 días robando comida de las casas abandonadas hasta que me crucé con Ludwig.

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Estas últimas semanas habían sido todo un sufrimiento, pero ahí estaba yo, sentada en los restos del puente.

- Aunque sea estás viva - me dije a mi misma.

Era inútil. Ya no era del todo humana, ni siquiera sabía bien que tanto me había afectado la sangre, me odiaba. Sabía que pensar así no me resolvería nada, debía volver y disculparme.

Caminar de vuelta a la iglesia fue tranquilo, pero poco antes de llegar, vi a Gehrnam entrar con varias cosas en las manos, tantas que algunas se le cayeron tratando de abrir la puerta.Entró sin darse cuenta de lo que se le había caído, era mi excusa para hablar y disculparme. Pero al revisar qué había dejado caer, una mejor idea cruzó por mi cabeza: eran planos de un arma, una guadaña. Tenía muchas aclaraciones de diseño por gusto personal, incluso un grabado en la madera del mando; eran los planos de su arma.

Una vez tuviera el arma preparada sería mi disculpa.

Fear the old bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora