Gehrman

23 3 4
                                    

Escuché una de esas cosas gruñir afuera, me asomé por la ventana y ahí estaban: el loco y el médico apuntó de pelearse con un lobo. Tomé mí rifle y le disparé, cuando cayó, les grite a mis amigos que entrarán; mientras tanto, intentaba recargar lo más rápido posible y casi vuelco toda la pólvora. Con el rifle ya cargado, vigilé que nada se acercara pero me distraje cuando vi a Laurence estamparse contra la valla, quería reírme a carcajadas, pero no era momento.

Cuando entraron al taller, todos nos recostamos en el piso.

- Lo lograste loco de mierda - dije sonriendo.

Ludwig levantó un puño desde donde estaba, demostrando festejo.

Laurence tenía una extraña cara de preocupación y tristeza.

- Laurence, ¿estás bien? - pregunté.

- Si... - respondió. Estaba perdido en sus pensamientos, ni siquiera sé si me escuchó.

- ¡Hey Laurence! - dije un poco más fuerte.

Ahí reaccionó, me miró para que continuará.

- ¿Qué te pasa? - le dije mirándolo fijo.

- Yo... no lo sé, tengo miedo supongo - respondió sin estar seguro.

- Cuéntanos - respondió Ludwig que, para mí sorpresa, creí que estaba inconsciente.

Laurence contó su frustración y su miedo, sobre cómo se culpaba por el infierno de afuera.

- Nadie te culpa Laury - dijo el pelinegro.

- Es que no lo comprenden - respondió el médico.

Decidí meterle un golpe, era la mejor forma de hacerlo entrar en razón.

- Nadie te culpa Laurence, ¿si? - dije.

Él asintió todavía con la mirada baja.

- Bueno, ahora tendremos que convivir los 3 por un tiempo - dije mirando a los otros dos.

- Mira el lado bueno, ya no tienes que trabajar - dijo el pelinegro riéndose.Nos reímos los 3.

Las semanas pasaron.

- Hey Laurence, ¿puedes darme toda la información que tengas de esos bichos? Quiero poder defenderme - dije.

Laurence salió de la cocina.

- Sabes lo de la plata - dijo y yo asentí - bien, no mucho más, ¿balas cubiertas de sangre? - asentí de nuevo ante el comentario - y por último, la propia sangre - lo mire confundido - en el castillo Cainhurst lo descubrieron - afirmó.

Tomé nota y empecé a dibujar algunas armas que podría hacer.

- Nunca te vi usar el látigo del bastón - dije mientras dibujaba, esperando que Laurence me escuchará.

- ¿Látigo? - preguntó el médico

- ¿No lo sabías? - respondí sorprendido.

Tomé el bastón y lo destrabé para mostrarle el látigo.

- Luego te explico cómo usarlo- le prometí.

- Pero... ¿por qué un látigo? - preguntó.

- En todas las armas que fabrico, busco que tengan dos formas útiles para que puedas pelear contra bestias de diferente tamaño sin cambiar de arma - expliqué.

Laurence comprendió y pasamos la tarde diseñando, esperando que Ludwig volviera de donde sea que se haya ido mientras hablaba con Laurence.

Fear the old bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora