Ludwig

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Poco tiempo después de poner a Laury a salvo, decidí salir a hacer expediciones regulares, pero está no era una expedición como las que hacía.

Normalmente salía en busca de comida para asegurarnos más tiempo de supervivencia y así, estar tranquilos, pero hoy iba a ir a las catacumbas porque escuché de Laury que puede haber algo útil para su investigación.

Caminaba sin mucha idea de qué buscar, además, las habitaciones eran muy similares.

No sabía cuántas horas llevaba ahí abajo, traté de contar a las bestias que mataba para llevar algún tipo de noción o simplemente porque no había otra cosa que pudiera hacer en ese momento.

Entré a una sala amplia, oscura y casi completamente vacía, exceptuando por los ojos que me miraban en medio de la sala: parecía un grupo de bestias bastante coordinadas y parecía que habían notado mi presencia.

Para mi preocupación, sólo escuché algunos pasos, la mayoría no hacían ruido, pero cuando embistieron hacia mí descubrí que mis problemas eran menos pero más grandes: no eran varias bestias diferentes, si no un gran jabalí con demasiados ojos.

Salté de costado y corté uno de sus lados con la espada corta. Rápidamente, tomé el espadón de mi espalda y usándolo como una segunda arma, intenté atravesar al monstruo. Este se movió evitando mi ataque, usé la oportunidad para armar y trabar la espada a su forma de espadón. Cargué hacia adelante y usando el peso del arma, intenté asestar una serie de golpes verticales.

Para mi mala suerte, sólo un golpe funcionó y la bestia regreso mi golpe haciendo que rodará por el suelo. Me levanté y me preparé para lanzar otro ataque, pero había soltado mi arma cuando me golpeó; estaba justo entre el monstruo y yo. El jabalí cargo hacia delante. impidiéndome alcanzar el arma e intenté esquivarlo pero el dolor del golpe anterior me lo hizo imposible. Me embistió y piso mi brazo, sentí mi brazo quebrarse, tenía que escapar.

Intenté ponerme de pie pero un fuerte dolor en mi pierna me lo dificultó, aún así corrí hacia la entrada. Mire hacia atrás, viendo como mi arma estaba en el piso pero ya no podía volver a por ella, y aquello me frustraba porque Gehrnam me confió esa espada. Cerré la puerta y usé una pared cercana como apoyo para seguir avanzando.

Caminé por lo que parecieron horas, hasta que algo llamó mi completa atención: una gran puerta dorada. Sin otra opción, entré. Una sala llena de moho me recibió y en el medio, había un gran piedra que goteaba lo que parecía sangre, muy similar a la que Laurence le había comentado. Analicé la roca. Conocía los riesgos, pero mi condición no era la mejor.

Decidí beber del pequeño charco que se formaba debajo de la roca y al instante sentí un dolor punzante en la cabeza y comezón en todas mis heridas. Observé mi brazo presencié como mis huesos se acomodaban y sanaban rápidamente. Al poco tiempo, el dolor paró. Estaba sanado, estaba bien y di un par de saltos de pura alegría.

Era momento de volver por el jabalí, pero antes de ir, usé la cantimplora que colgaba de mi cinturón para cargar un poco de sangre, por si lo llegara a necesitar. Caminé de regreso a la sala de la que hui anteriormente. Entré a la habitación enojado, y el bicho lo iba a saber.

Cargué rápidamente hacia mi arma, al levantarla me preparé para luchar contra el jabalí aun herido. El animal se giró para enfrentarme, pero para su desgracia era tarde, ya me había posicionado para lanzar un corte hacia su cabeza. Él giró su cabeza evitando mi arma, salté sobre él y clave mis uñas en su espalda; para mí sorpresa, logré atravesar su piel sin mucho problema. Con mi otra mano, preparé mi arma y lo atravesé repetidas veces.

Parecía estar muerto luego de mis ataques, así que me giré para seguir avanzando, pero escuché algo a mi espalda. Me volteé velozmente con mi arma levantada, el jabalí estaba intentando pararse mientras se alejaba. ¿Acaso quería huir? Hoy no.

Dejé la espada en el suelo y corrí hacia él. Use mis garras y dientes para destrozar su cabeza.

Me detuve asustado.

- ¿Por qué tengo garras...?- dije asustado.

Garras, colmillos y la brutalidad que había mostrado, no eran buena señal.

- No, no, no...- grité desesperado, tomé mi arma y comencé a correr de regreso.

Fear the old bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora