V: VIBOREZNA

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*Editado*

4 DE JUNIO DE 1997.

Luego de un corto receso en el que muchos aún no terminaron de asimilar lo venidero para sus vidas, las presentaciones retomarían su curso. No obstante, la mesa de la tercera generación mantenían una discusión baja, pues varios de los pequeños querían ir ya con sus padres. No se les culpaba, ya que los mayores también anhelaban acabar con todo aquello para regresar con su vida normal. 

 — ¡No quiero esperar, Tory! —chilló una de las menores—. ¡Quiero ir con mamá!

— Lena..., hay muchas cosas que...

— ¡Quiero a mi mamá! 

El chillido de la niña llamó incluso la atención de los Slytherin. La mayor, frustrada, miró pidiendo ayuda a su hermano. No era sencillo tratar con el carácter fuerte de la menor, por lo que solo había una sola solución a ello: debía presentarse.

— Hay que dejarla, Tory —dictaminó el mayor de los hermanos. Luego se colocó al nivel de la pequeña y mirándole con una sonrisa tierna, le dijo—. Lena, si te presentas, solo podrás decir el apellido de soltera de mamá, ¿bien? 

— ¡No seas tarado...! —el joven recibió un golpe en la cabeza—. Mamá en éste tiempo aún no sabe que...

El chico hizo ademán de que había entendido. Y cambiando sus palabras, amaestró a su hermanita para que no los delatase antes de lo previsto.

— Lena...

— Sí, ya sé... —la niña ya estaba fastidiada de que le repitiesen a cada rato lo mismo—. No soy una tonta como Hugo.

— ¡He escuchado eso, Viborezna! ─se quejó el aludido, ganándose la lengua sacada de la pequeña.

─ Ya déjense de tonterías ─replicó el mayor, llevando a Lena hasta la tarima y dejándola al cargo de Teddy, no sin antes recordarle por octava vez lo planificado.

Lena soltó la mano de Teddy en cuanto estuvo arriba de la tarima y el metamórfago sonrió negando. Lena podría ser una niña, pero era más independiente que muchos adultos de los que estaban allí. Todos en la familia alegaban que era un rasgo de su madre, abuelas y tías. La pequeña le comunicó a Teddy que ya podría dejarla seguir sola y así éste lo hizo. Miró a todos sin sonreír; tan inexpresiva que se podría asumir cualquier cosa.

─ Muy buenas tardes, Hogwarts ─pronunció el nombre del colegio bastante bien, por lo que ganó admiración entre los Ravenclaw─. Mis... ─el carraspeo de su hermano mayor le interrumpió. Entonces recordando lo que se le había pedido, se corrigió hábilmente─. Mis amigos no querían que me presentara, porque aún no me tocaba, pero yo ya quería estar con mi mamá, así que... ─se encogió de hombros. Luego de una profunda inhalación, y expirar con fuerza, continuó─. Mi nombre es Lena... Parkinson ─dijo su apellido entre dientes, con total desgana. Un chico de Hufflepuff le pidió que hablara más alto, por lo que Lena se vio obligada a repetir aquel apellido que no le gustaba—. He dicho que mi nombre es: Lena Parkinson.

El aturdimiento que golpeó a los Parkinson fue tremendo. Aleisander Parkinson alzó las cejas y sus ojos zafiro viajaron hacia su unigénita exigiendo en silencio una explicación cuanto antes. Pansy Parkinson se puso fría, y por la palidez exagerada de su piel, se podía notar lo mal que le sentó la noticia.

— ¿Eres hija de...?

— Siempre haciendo preguntas sin sentido, tío Blaise —rodó los ojos la pequeña, sonriéndole luego. Blaise casi cayó de espalda al escuchar como Lena le había llamado—. Mamá y la tía Daphne tienen razón, siempre has sido un dramático.

SIN LEY MÁGICA: TERCERA GENERACIÓN AL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora