XV: ¿MÁS WEASLEY DELACOUR?

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5 DE JULIO DE 1997.

Harry caminaba por el pasillo que conectaba con el Gran Comedor. Iba ensimismado entre sus pensamientos; repitiendo como una grabación el momento con Astoria Greengrass en el Lago Negro e inclusive, con los dos rubios que le siguieron: los tres le eran molestos. Pero también hubo algo que le hizo quedarse congelado al momento de posar la mano sobre la enorme y maciza puerta doble de roble, y era el hecho de que había algo en su forma de pensar en Hermione que en cierta manera le hacía sentir como un depravado; quizá estaba confundiendo las cosas, pues ella jamás le vería de otra manera que no fuese como su mejor amigo y hermano. Al darse su tiempo, tomó una bocanada de aire y luego lo dejó ir suavemente: «Sí», se dijo para animarse a entrar al fin. Más toda seguridad se fue por la tubería al toparse con los ojos miel de aquella por la cual comenzaba a tener sueños inapropiados. La vergüenza tintó sus mejillas y, como si el secreto fuese dado a voz en alto, se apresuró hacia la mesa de los leones con la cabeza gacha. No le veía, pero podía sentir su mirada sobre él, más, por lo que dijo después.

- Ginny... -la voz le tembló, más la disimuló con una aclaración de garganta, sin dejar de ver a la pelirroja-. ¿Podrías hacerme espacio?

Ginny asintió, echándose al lado de Dominique, su sobrina. No obstante, Harry forzó una sonrisa y negó levemente con la cabeza. No hizo falta que dijese nada, pues su novia entendió lo que éste quería. Ginny ahora se echaba hacia el lado de una confundida Hermione y Harry tomaba asiento entre tía y sobrina.

Hermione sintió un mal sabor, deseando que los ojos de Harry se dirigieran a ella para exigirle alguna explicación. No obstante, aquel deseo no fue cumplido, al menos no hasta horas después, dónde los conflictos del futuro les comenzaba a golpear duramente el presente.

- Puedo preguntar..., ¿por qué estás mojado de cabeza a pies? -le preguntó Ginny en voz baja. Harry tomó ese momento para apreciarla una vez más: las pecas delineaban el contorno de su nariz y mejillas, y algunas pocas, como pinceladas al aire, se esparcían por el resto de su rostro; y, aunque no llevase los ojos azules como sus hermanos, en definitiva para él le era mejor, ya que solo en ella había visto ese par café que cada día le miraban como si fuera el único. Ella era hermosa, inteligente y feroz, como su madre-. Harry..., ¿tengo algo en el rostro?

Harry parpadeó un par de veces rápido, negando ante la pregunta.

- Me fijaba en que... -le sonrió, tomándole la mano por debajo de la mesa-... en que soy afortunado de tenerte.

La sonrisa que se plasmó en Ginny no se borró si quiera cuando Ron comenzó a hacerle chistes.

- ¿Problemas en el paraíso, Potter?

Harry resopló disimuladamente al oír llegar a su mente la voz de Pansy Parkinson.

- ¿A qué te refieres? -inquirió él, sin entender de a qué se refería la pelinegra.

- Has hecho a un lado a Granger -dijo ella en un tono perspicaz.

A Harry le daba la impresión de que ella podía ver algo que él no.

- Nuevamente: No tengo por qué darte explicaciones, Parkinson.

Y con aquella respuesta brusca dio por zanjada la conversación.

- ¡Buenas, buenas, gente del pasado! -la atención recayó sobre el encapuchado que recién se subía a ella. Era bastante alto, y por lo que se dejaba entre ver por la túnica negra que llevaba, también fornido-. Causaré mucho revuelo con mi presentación: desde mi nombre; aspecto; padrinos y... -hizo una pausa, pensando. Luego siguió enumerando con los dedos-. Y sobre todo, cuando les cuente cómo mis padres tuvieron que alejarse de sus familias por los prejuicios.

SIN LEY MÁGICA: TERCERA GENERACIÓN AL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora