XVII: ¿POTTER?

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05 De Julio de 1997.

La incertidumbre incrementaba con cada presentación. La anterior había traído luz a Blaise Zabini; un deje de esperanza que arañaba su desvalido corazón, no obstante, el peso de lo que el apellido Zabini significaba, rugía por ante ponerse en todo.

Por un lado Pansy masticaba un poco de impaciencia y frustración, volcándolo con extraña necesidad sobre la abrumada mente de Harry. Éste, por su parte, se apoyaba en la inquietud de Pansy para no rememorar las palabras de Ron dichas ésa mañana: "Besé a Hermione hace tres noches". No quería pensar en ello, pues las entrañas se le retorcían. Se mentía aferrado a la idea de que sentía todo éso porque amaba a Hermione como una hermana, y no por algo ajeno.

- Granger tiene malos gustos -gruñó la voz de Pansy como eco dentro de su cabeza. No lo admitiría, y tendría cuidado de pensarlo bajo su intromisión, pero se estaba acostumbrando a su presencia cínica-. ¿Qué podría verle a esa zanahoria come pollo? Sus ojos azules no serían suficiente para hipnotizarla.

Harry no le prestó mucha atención a lo último, solo se enfocó en la facilidad de Pansy para entrometerse en lo que no le competía.

- Eres una víbora metiche -dijo Harry, con cierta gracia disimulada. Le estaba gustando la dirección en la que iba ése extraño compañerismo. Pansy no era igual a Hermione, y mucho menos similar a Ginny, ella era alguien diferente, casi podía sentirlo como familiar-. ¿Ya tu amigo se recompuso de la disputa con su madre?

Pansy rió, rodando los ojos con un desdén fingido.

- ¿Realmente yo soy la metiche? -inquirió, provocando en Harry una fugaz sonrisa-. No... -terminó confesando-. Blaise es bastante frágil, aunque no lo parezca. Se esconde debajo de toda esa coraza de frialdad e indiferencia para que nadie más le lastime.

- No es el único, ¿verdad? -los dos pares de verdes, tan únicos y similares, se fijaron. Pansy se encogió de hombros, guardando un mechón de cabello negro detrás de la oreja y Harry suspiró, entendiendo lo no dicho. Si algo le había enseñado el convivir con Hermione y Ginny esos siete años, era que a una mujer era mejor leerla en silencio y animarla. Así que se aventuró por esa dirección-. ¿Te gustaría ir por un helado más tarde? Sé cómo entrar a la cocina sin ser visto -sonrió con gentileza.

A Pansy le pareció tierno y, aunque por un segundo quiso negarse, terminó por acceder con una limpia sonrisa.

- ¿Ya te dije que veo un poco de Slytherin en ti, Potter?

- Un par de veces.

Los dos compartieron una sonrisa cómplice, que a los ojos de sus amigos, parecían dos lunáticos riéndose solos, aparentemente.

La tarima volvió a estar ocupada, ésta vez por un alto y cuadrado chico. Su sonrisa, apenas visible por la sombra de la capucha sobre su cabeza, se curvó sutilmente hacia un lado. Al parecer, le divertía la situación en la que se encontraba. Pasó la vista por todos, y con un chasquido de lengua se frotó las palmas con efusión.

- Mis queridos ancianos en un futuro -comenzó en tono alegre-, tengo tanto por revelar que les aconsejaría sostenerse a sus asientos.

El profesor Dumbledore aplaudió emocionado, reacomodándose en su asiento. La profesora McGonagall se mordió el interior de su labio inferior y esperó lo peor.

- En primera, tengo veintiún años. Y mientras estuve en Hogwarts fui un honorable Gryffindor -la casa de Gryffindor rugió como un enorme león y él hizo una reverencia-. Mi padre por supuesto, casi lloró de la felicidad en cuanto le llegó la buena nueva. Incluso, estuvo de festejo hasta que mamá lo hizo bajar de las nubes, literal -sus amigos se unieron a su risa al recordar aquel hecho.

SIN LEY MÁGICA: TERCERA GENERACIÓN AL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora