SIN LEY MÁGICA: TERCERA GENERACIÓN AL PASADO

XXIII: UNA WEASLEY LLAMADA PANSY

Nota: Quería aclararles la fecha en la que transcurre ésta historia. JUNIO DEL AÑO 1997.
Siento el haberlos confundido
a veces escribo tan rápido que yo misma mezclo las fechas, pues ésta no es la única historia que tengo en curso.
Así que sin más, el capítulo.

6 DE JUNIO DE 1997.

El ambiente era tensó; cargado de incomodidad, intriga y recelos. El profesor Dumbledore se encargó de dar un par de palabras luego de que Frank Longbottom terminase su presentación, pero aún con las frases motivadoras que pronunció entre una enmarcada sonrisa conciliadora, los ánimos se mantuvieron como una bomba a punto de estallar.

A fuera, el cielo oscureció bajo el peso de nubes grises, aunque el sol seguía allí en algún lugar. El sonido estruendoso de los truenos, marcó el compás de una orquesta tenebrosa y lúgubre. Sin embargo, fueron acallados por el cuchicheo constante de los alumnos, representantes y profesores, sentados a la espera de la siguiente presentación.

— ¿Quién será el siguiente? —la pregunta fue echada al aire por un curioso George Weasley—. Es decir, ¿de quién será hijo, o hija?

La pregunta del gemelo pelirrojo erizó la piel de algunos. Un par de resoplidos y una que otra mueca de desagrado, pero lo que más se alzó entre ellos, fue la ansiedad a lo desconocido.

Minuto a minuto, el reloj gigante pasaba cada grano de arena de forma paulatina, tan dolorosa para aquel que le carcomía la expectación. Hermione era parte de ese grupo, y aunque intentaba disimular, la mirada de Viktor Krum sobre ella le hacía intuir que no estaba siendo muy convincente. Harry y Ron tampoco pararon de enviarle miradas, más Hermione evitó hacer contacto con alguno.

— Realmente estás ciego, Potter —Harry bufó por lo bajo al reconocer la voz femenina en su cabeza, tan intrusa y siseante como la primera vez—. Granger...

— ¿Y tú qué sabes? —le interrumpió con brusquedad. Harry cargaba sobre sí el peso de la responsabilidad de derrotar al Señor Oscuro, era un estrés constante al que era expuesto diario, y aún en esos tres días que llevaban en las presentaciones, no hubo dejado de pensar en ello. Sin embargo, no se daba cuenta que toda frustración y rabia, no era por Lord Voldemort o los Mortífagos, o incluso por la presencia de Lucius Malfoy, sino por aquello a lo que se negaba a sentir—. ¡Deja de meterte en mis asuntos como si te importara! ¡Y deja de hablar de ella como si no quisieras insultarla con tus palabras venenosas...! —Harry se detuvo, suavizando el ceño fruncido y su voz. ¿Por qué hubo reaccionado así? Si lo recordaba bien, Pansy no estaba usando ningún tono satírico, y tampoco dijo nada malo, pero allí estaba él, arremetiendo en contra de su ahora hermana sin razón aparente—. Yo... Pansy...

Aunque Harry creyó que Pansy le saldría con una mala respuesta y una mirada tan gélida y déspota como solía hacerlo, le sorprendió alzar la mirada y encontrarse con un par de ojos casi similares a los suyos, achicados un poco por la cálida sonrisa que le dedicaba.

— No cabe duda de que sí somos hermanos —dijo Pansy con cierto orgullo.

En la mesa alejada del resto, dónde los jóvenes de la tercera generación se encontraban, había una acalorada discusión entre un hombre jóven alto y robusto, y Teddy Lupin, mientras que el resto permanecía en silencio, a la espera oportuna de interferir.

— ¡Tenemos que esperar, Hektor! —decía por tercera ocasión el Metamorfomago.

El otro hombre joven, llamado Hektor, golpeó la mesa con la palma de su mano, haciendo sobresaltar a los más pequeños.