Nada era lo que había en el lugar donde se encontraba, simplemente un vacío a excepción de ella. Un color blanco era el que reinaba el sitio aunque este no molestaba a la vista, pero era lo único que demostraba su propia soledad.
Vio sus manos delgadas, esas manos que estaban llenas de sangre de personas inocentes. Tantas personas asesinadas por su propio gusto y merito, bajo su ceguera de odio y dolor que había sufrido desde el intento de asesinato de su tío. Todo el odio mostrado por su propia familia y la gente de su pueblo la llevaron a convertirse en el monstruo que todos creían que era.
Nunca le había importado nadie más que ella misma, las demás personas no tenían importancia desde su perspectiva, eran simples hormigas insignificantes que no valían la pena su bondad. En ese tiempo estuvo hundida en su propio odio y desesperación que fue lo único que la mantenía viva.
Todo cambio el día en el que se enfrentó a él, Uzumaki Naruto. Un chico de Konoha, la aldea que debían invadir y destruir por el bien de la suya, eran enemigos en ese momento pero a él no le importo, el peleo contra ella, pero no para matarla, sino para hacerla entrar en razón. Los dos eran iguales, ambos condenados por sus líderes a ser la paria de la aldea para el bien de esta.
Desde el día que nació fue maldecida por su madre y padre, los cuales nunca le vieron valor a ella. Su madre la había odiado desde el día que se enteró de su venida, murió dejándole un nombre de alguien que solo se ama a sí mismos, Gaara. Su padre la había condenado a cargar con el arma más poderosa, pero a la vez la más odiada y la que la llevaría a su locura personal, el Shukaku.
Todos siempre huirían de ella con tan solo verla a varios metros de proximidad. Los niños de su edad la verían como un monstruo y el intento de asesinato por parte de su padre y su tío la obligaron a solo enfocarse en sí misma.
Ese había sido su camino hasta su batalla con Naruto, en donde este le mostró que su existencia no se debía mostrar matando a quien le cayera mal, sino creando lazos con los demás. A pesar de que siempre había estado sola, vio en él que eran iguales, también lucho por esos lazos que lo mantenían cuerdo. Pronto se dio cuenta que esos lazos se formaron con sus hermanos, aquellos a los que nunca les tomo importancia, pero que al final ahí estaban.
Pero eso de que serviría ahora, ella estaba muerta después de que le quitaran a Shukaku.
Todo había sucedido tan rápido y tan humillante que ni siquiera sabía todo a ciencia cierta. Era de noche en Suna, la aldea que lo vio crecer y que ahora estaba bajo su liderazgo, pero de pronto empezó un ataque de parte de Akatsuki. Esa organización que estaba detrás de los bijus que las aldeas principales tenían como sus armas más poderosas.
Lanzaron explosivos a la muralla y al pueblo, mataron a varios ninjas, pero lo humillante fue que solo atacaron dos ninjas. Uno de ellos le tendió una trampa y la capturo dejándola inconsciente.
Nunca supo cuánto tiempo paso en lo que dormía, solo despertó justo cuando empezaron a extraerle su biju y el dolor era agobiante para ella. Sentía el ardor en su interior cuando el chacra de Shukaku fue arrebatado. Así la paso tres días, aunque sus gritos nunca salieron de su garganta, simplemente estaba sufriendo en silencio como antes.
Después de ese tormento, por fin había muerto llegando a este lugar, el cual sería su propio infierno. Nuevamente estaba sola como en su niñez, su cuerpo se sentía vacío y sin energía. Sus lágrimas cayeron por su rostro mientras caía de rodillas al suelo blanco de la habitación. Llevo sus manos a su cara cubriéndola, intentando ahogar sus sollozos.
—Soy patética —se dijo a si misma Gaara calmando sus lágrimas—. Simplemente no soy nada en este mundo, ja, ja.
Se empezó a calmar después de eso, pues según su razonamiento, ya no tenía caso lamentarse por algo del que ya no tuvo el control de detener. Se sentó en este lugar esperando lo que sucedería después, esperaría su castigo o si este lo era, lo tomaría con determinación.
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El Sol de la Arena | Naruto fanfic
FanficTantos años en un sufrimiento interno en el que no podía escapar por su propia cuenta. Un chico rubio simplemente le mostró que el mundo podría demostrarle su existencia sin base al dolor. Eso fue lo que la mantuvo cuerda por tanto tiempo, con simpl...