Los rumores no tardaron en extenderse por toda Suna acerca de la relación de su líder con un shinobi de Konoha. Eso fue en lo que consistió los últimos tres días después del rescate de Gaara.
Desde que comenzó su vida como Kazekage, el odio irracional de la gente ceso, aunque aún era indiferentes hacia ella. Rumores acerca de que ella iba a contraer matrimonio para una alianza con Konoha deambularon por todas partes. Nadie supo de donde se originó, pero se extendió por toda Suna.
Con la salida de Gaara y Naruto, la gente confirmo sus sospechas, aunque claramente no fuera cierto. Llegó al extremo en donde varios ninjas le preguntaban si eran ciertos dichos rumores. Temari y Kankuro ayudaban a negar eso, aunque a la primera le parecía bastante divertido.
—Vamos, dime Gaara —empezó a molestar Temari a su hermana— ¿segura que entre tu y Naruto no hay nada?
—Como te lo he repetido Temari, solo salimos a comer algo, no fue una cita romántica o algo por el estilo —contestó Gaara.
—Si, te creo —mintió Temari—pero puede que él no este en la misma página que tú.
Gaara dejo de checar los documentos de su escritorio para prestarle la atención a su hermana.
—Mira, ningún chico invita a una chica porque si —dijo Temari mientras analizaba la situación de Gaara—debe haber algo oculto allí.
—No creo que Naruto sea de ese tipo.
—No lo sabemos, puede que sea un chico hormonal, o tal vez solo es bastante impulsivo en este tema —siguió divagando Temari.
Gaara decidió no prestarle atención a su hermana y mejor se dedico a su papeleo. No podía perder el tiempo con las suposiciones de su hermana acerca de su vida amorosa. No había nada oculto bajo la invitación de Naruto, y nunca creería que lo hubiera.
Tal vez no conociera de toda la vida a Naruto, mucho menos sabia como era su vida en Konoha, pero si sabia algo, y eso era que él no escondía otras intenciones bajo sus acciones. A pesar de que había notado que bajo la sonrisa de Naruto se encontraba bastante dolor, siempre era honesto con sus acciones, preocupándose por los demás antes que él mismo.
Cuando la invito a comer, solo fue como una excusa para ocultar su nerviosismo, algo de lo que se dio cuenta en ese instante. Fue un momento bastante sacado de lugar, pero simplemente acepto ya que se le hizo algo irrespetuoso no aceptar su invitación después de que le salvo la vida.
Claro que había escuchado los rumores y murmullos que decían de ellos a sus espaldas. Naruto también lo había notado, y se puso aún más nervioso después de eso. Lo intento calmar en ese momento, y había funcionado, algo que realmente la calmo.
—Dejando ese tema de lado. Temari, ¿Cómo van los exámenes chunnin? —preguntó Gaara.
—Normal, me asignaron como representante de Konoha al mismo chico con el que pelee en los primeros exámenes —respondió Temari mientras tomaba unos papeles.
—¿El de las sombras?
—Exactamente, aunque para su crédito, es bastante listo en cuanto a estrategia —dijo Temari a punto de salir por la puerta—. Ah, se me olvidaba. Gaara, recuerda que debemos mandar el reporte de los ninjas de Akatsuki al Daimyo.
Gaara no le respondió a Temari, pero esta sabia que había captado el mensaje. Sin más, salió de la oficina de Gaara con el estrés de los próximos exámenes en camino.
Gaara se relajo en su asiento mientras examinaba sus emociones y pensamientos. Fue un alivio que Shukaku ya no la estuviera jodiendo con su instinto asesino, y aparte ya podía dormir sin miedo a que este saliera. Fueron de las cosas que realmente agradecía de no ser un jinchuriki inestable.
Sus ojeras seguían allí, y puede que nunca se fueran, pero no le molestaba. Su apariencia normalmente fue irrelevante, pues lo único que había mejorado en su cuidado fue su cabello. Las kunoichis normalmente obtenían información de enemigos a base de la seducción. Demasiadas mujeres intentaban lucir bonitas y recatadas, mientras las kunoichis explotaban sus atributos para obtener lo que quieran.
Ella no se consideraba bonita en muchos aspectos. Su piel era algo seca y bastante clara. Sus ojos tenían grandes ojeras y estaban esas marcas negras como si fuera un delineado mal hecho. Era bastante baja, no media más de un metro cincuenta centímetros. No era una chica voluptuosa como para usar eso en la seducción, simplemente era alguien corriente, abajo del promedio.
Se levanto de su asiento para mirar por la ventana que daba a toda la aldea. La noche había caído hace unas cuantas horas. Las luces de las casas y edificios daban una vista hermosa de la aldea.
«Creo que realmente es una buena vista», pensó Gaara aun contemplando el paisaje.
Dando un suspiro, se alejo de la ventana mientras veía que su papeleo ya había desaparecido. Tomando una capa, apago las luces de su oficina mientras salía es esta misma. Bajo por las escaleras del edifico mientras se acobijaba más con la tapa.
El desierto siempre era frió durante la noche, inclusive llegaba a temperaturas bajo cero. Era normal que la gente ya no saliera después de cierta hora para no sufrir a causa de la baja temperatura. Fue algo que realmente era molesto para visitantes y comerciantes que venían de paso. Debían traer ropa ligera para el clima seco del día mientras una gran capucha para las noches heladas.
Las calles ya estaban vacías, aunque aún había algunos shinobis merodeando o haciendo vigilancia.
Llegó a su casa donde vivía con sus hermanos, aunque solo hubiera uno en esta. Kankuro se extendía como niño pequeño mientras divagaba en sus marionetas. Varios trozos de metal y madera estaban regados por la sala de estar.
—¿No podías hacer esto en tu estudio o habitación? —pregunto Gaara intentando no pisar el trabajo de su hermano.
—Es más cómodo hacerlo aquí —contestó Kankuro sin despegar su mirada de sus marionetas.
Gaara no dijo nada más y mejor paso la sala de estar para subir las escaleras. Llego a su habitación la cual estaba completamente limpia, aunque no había muchas pertenencias. La habitación era minimalista, solo con una cama individual, una mesa pequeña y un ropero.
Se acostó en su cama sin molestarse en cambiarse de atuendo. Su mente empezó a divagar en los temas y proyectos de la aldea. Ser la Kazekage era completamente agotador, pero era su puesto y el de nadie más. Solo su familia podía gobernar Suna, ni siquiera una persona cercana a ella (no es como si tuviera alguna), algo que realmente la molestaba, pero había algo que estaba clavado en ella.
Cuando se fundó Suna poco después de Konoha, el primer Kazekage creo la ley que solo sus descendientes podrían ser el Kage de Suna. Cuando había hermanos, se escogía al mas fuerte, o aquel que tuviera el limite de sangre del control de arena. Su abuelo tenía el control de polvo de hierro, su padre polvo de oro, y ella de la arena. Es por ello que el límite solo sería transmitido por ella y no por sus hermanos.
Al final, ella estaba obligada a dejar descendencia para que puedan liderar la aldea cuando tuvieran la edad suficiente. Actualmente no la estaban presionando para que sucediera eso, pero no tardarían en empezar.
Ella no tenía una relación con ningún varón de ese tipo, a penas tenia a sus hermanos. Si se ponía a pensar en ello, realmente estaba jodida con la situación, necesitaba de otra parte para engendrar un hijo, ¿no?
No dejo que esos pensamientos le impidieran dormir nuevamente, por lo que mejor opto por desecharlos para otra ocasión, aun no había necesidad de apresurarse.
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El Sol de la Arena | Naruto fanfic
Fiksi PenggemarTantos años en un sufrimiento interno en el que no podía escapar por su propia cuenta. Un chico rubio simplemente le mostró que el mundo podría demostrarle su existencia sin base al dolor. Eso fue lo que la mantuvo cuerda por tanto tiempo, con simpl...