Capítulo 12: Honestidad

213 26 0
                                    

Langa había estado caminando en círculos por el exterior de la casa de Reki desde hacía media hora. Cada vez que se  disponía a entrar por la puerta principal, su corazón latía tan rápido que se veía en la obligación de dar media vuelta y seguía pateando rocas y merodeando por allí. Se preguntaba cómo debería abordar el tema cuando al fin reuniera el valor suficiente para encarar a Reki. ¿Cómo debería decirle que no quiere que se aparte de su lado sin sonar como un psicópata posesivo?  Primero, sería honesto sobre haber espiado la casa de Reki con los drones de vigilancia de Adam, aunque no estaba muy seguro de cómo reaccionaría su amigo... tal vez debería omitir un par de detalles, como por ejemplo, el hecho de que lo espió más de una vez durante al menos una semana hasta dar con el famoso momento en el que Shinichiro había aparecido en escena.

Al principio, habían estado siguiendo a Shinichiro en su rutina diaria: de camino a la escuela y cuando salía de ella sin notar nada trascendental. Una vida patética y aburrida, hasta que un día a Adam se le ocurrió vigilar también la casa de Reki. Son de esas corazonadas que no tienen sentido para las personas normales, sino que solo alguien con las capacidades mentales de Adam podría haberlo notado. No se podría considerar algo bueno haber espiado la casa de alguien sin su consentimiento, pero al menos habían encontrado algo. 

Aunque no fue sino hasta que Tadashi observaba la grabación nocturna de la casa de Reki cuando encontraron algo importante. Se dieron cuenta de que al rededor de las once de la noche, Shinichiro estaba  deambulando por el exterior del taller de Reki por al menos veinte minutos hasta que al fin siguió su camino. Y aunque para Langa ese había sido el fin de la historia, Tadashi era más observador y al acercar un poco la imagen que habían capturado con una de las cámaras de Adam, se dieron cuenta de que Shinichiro en realidad estaba llorando. 

Langa no sabía cómo iba a decirle lo mucho que desconfiaba del que había sido el mejor amigo en la infancia de Reki, aunque eso era lo de menos. Lo que más le preocupaba era cómo iba a decirle que no quería que lo abandonara. ¿Cómo le dices a alguien tan importante la verdad? Si pudiera ser honesto por un segundo, le diría a Reki que...

-¿Langa? ¿Qué estas haciendo aquí?- el sonido de una voz familiar lo sobresalta y hace que Langa instintivamente suelte su patineta y esta caiga estrepitosamente en el suelo. Reki se burla de él a carcajadas. 

-Reki... me asustaste. 

-¡Lo sé! Diste un brinco y todo. Jajajaja.  ¿Qué haces tan tarde por aquí? ¿Se rompió tu patineta?- le pregunta preocupado aunque no puede ocultar su emoción al pensar que podrá reparar una patineta de nuevo. 

-¿Qué? No... No es eso- balbucea Langa intentando ocultar sus nervios- ¿Y tú qué haces aquí? 

-Aquí vivo- le responde Reki con algo de escepticismo y un fuerte impulso de burlarse de Langa de nuevo, aunque no lo hace.

-No, hablo de... ¿Qué haces aquí afuera? 

-Saco la basura. Mi madre me obligó a hacerlo después de cenar y lo olvidé, pero sigo despierto haciendo la tarea así que... oye, no me cambies el tema, ¿Qué estas haciendo aquí tan tarde? 

-Yo...- Langa se inclina para recoger su tabla del suelo y le pide a Dios que se abra la tierra y lo desaparezca por completo. Aunque en el fondo, intenta reunir todo el valor que puede.

-Langa, ¿te pasa algo?

-Quiero hablar contigo- le suelta el chico de repente sin detenerse a tomar aire. Reki ladea un poco la cabeza con algo de confusión pero asiente . 

Dicen que las estrellas siempre están presentes en todos los poemas y las canciones porque son los testigos de nuestras historias, Langa nunca había creído en ese tipo de cuentos hasta esa misma noche, cuando se dio cuenta de que estaba apunto de hacer algo que cambiaría el rumbo de su vida para siempre y los únicos testigos serian los astros lumínicos del cielo. 

-Reki, ¿podrías hablarme más de Shinichiro? 

El chico tuvo que repetir mentalmente las palabras de su mejor amigo para encontrarles algo de sentido, incluso se dedicó a separarlas en silabas solo para estar seguro: "Shi-ni-chi-ro" ¿de verdad había escuchado bien? 

-¿Qué?- le pregunta Reki finalmente casi de manera automática. Aunque su cerebro comprendiera el significado de las palabras, no sabia como reaccionar. 

-¿Cómo fue que se conocieron?- le pregunta Langa ignorando la confusión presente en Reki, que lo miraba como quien está esperando ver la reacción química de un proyecto de laboratorio: cauteloso e inseguro. 

-Yo... uhm...- Reki no sabía ni por donde empezar. ¿De dónde demonios habían salido tales preguntas de repente? Al final se decidió por decirle lo primero que se le viniera a la cabeza-. Bueno, yo conocía a Shin cuando estábamos en la primaria. Él se mudó cuando tenia siete años y su familia decidió ingresarlo en el lugar en el que yo estudiaba. 

-¿Y cómo fue que se hicieron amigos? 

-Fue un día que estábamos en el patio de la escuela- recuerda Reki con claridad y de repente suelta una sonrisa que no se le escapa a Langa y que sin duda le genera un nudo en el estómago-. Shin era tan pequeño... tan... indefenso... tal lindo, ya sabes, como uno de esos cachorritos perdidos a los que no puedes ignorar. Él estaba solo y yo también, así que me acerque para que jugáramos juntos y él me dijo que sí. 

-Ya veo- dice Langa distraídamente después de un largo silencio incómodo. Reki no era el tipo de persona que hacía demasiadas preguntas, prefería que todo saliera como tiene que salir, pero la actitud de su compañero lo estaba preocupando. 

-¿Por qué de repente me preguntas todo esto?- le dice Reki con cierta curiosidad, pero su amigo simplemente niega con la cabeza viendo al suelo-. Langa... ¿estas bien? 

-No lo sé...

Reki no tiene idea de lo que está pasando, pero no se atreve a dejarse llevar por sus impulsos. Él sabe que su mejor amigo le ha estado escondiendo cosas los últimos días, antes compartían todo el tiempo que tenían y se dedicaban a hablar o a patinar juntos. Pero desde hacía varios días, Langa se desaparecía misteriosamente por las tardes y Reki estaba castigado por los malos reportes de los maestros así que su madre le había prohibido salir de noche. No tenían oportunidad de verse muy seguido ni en las tardes ni en las noches, aun así, a Reki no le molestaba que Langa tuviera sus propios secretos mientras no fueran dañinos para el mismo y estaba dispuesto a esperar que por una vez, Langa fuera el primero en acercarse. 

Porque siendo sinceros, Reki era siempre  "el primero", él era quien siempre lo invitaba a salir a patinar; él era quien le escribía primero; él era quien lo llamaba primero. Y no le molestaba hacerlo, pero de vez en cuando y aunque sea por un segundo, le hubiera gustado que Langa mostrara un poco más de interés por él. Porque a veces parecía como que Reki era él único interesado en mantener su amistad a flote. Al ver que Langa no dice nada más, Reki se acerca cautelosamente hasta él para ponerle una mano en el hombro y tranquilizarlo, pero se sobresalta cuando la reacción de Langa es abalanzarse sobre él dándole un abrazo. 

-Te quiero Reki. 

Tres palabras. 

Solo tres simples palabras son capaces de cambiarlo todo. 




Es Imposible OlvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora