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Su firme mano se mantuvo en mi espalda baja en el camino del carruaje a la cabaña, acabábamos de llegar y Tadeo se ofreció gustosamente a bajar del carruaje.

— Vamos cariño, esta es la cabaña, era de mi abuelo y es un lugar especial para una ocasión especial –retira su mano de mi espalda la lleva a los bolsillos de su traje azul, saca una cadena que lleva unas cuantas llaves y abre la puerta principal de la cabaña–. ¿Me permites? Quiero cargar a mi esposa en brazos.

Sin darme oportunidad de responder me toma entre sus brazos causando una leve risa en mi.
Me lleva dentro y el lugar me sorprende, las luces cálidas hacen que el lugar se llene un poco de paz. Pero mi corazón se acelera cuando recuerdo el motivo de porque estamos aquí.

— Preparé esto para nosotros, ¿hueles eso? –asentí dudosa–. Son velas aromáticas, especiales para la ocasión. –Le di una sonrisa ladeada y el se acercó a mi con un puchero en sus labios.

— Si. Es muy lindo todo... –dije en voz baja.

— Cheryl, ya te he dicho que no seas tan tímida conmigo, yo te amo y debes de amarme ¿recuerdas? –tomó mis mejillas y con sus yemas me acarició. Yo solo me limite a asentir.

— Está bien, Tadeo.

— ¿Te gusta más aquí? –señaló el elegante sofá que al frente tenía una chimenea ya encendida–, ¿o prefieres estar en la habitación?

— Uh... ¿Tadeo? –giré mi cabeza hacia el que estaba detrás de mi para preguntar.

— ¿Si, cariño? –sirvió vino en una copa.

— ¿Qué quieres hacer aquí? –pregunté algo temblorosa, ya sabía la razón pero esperaba que el entendiera que no estoy lista—, ¿a que venimos exactamente?

— Amo tu ingenuidad –no soy tan ingenua como parezco–, ya sabes... lo que hacen los recién casados después de las bodas.

— Tadeo... yo... –se acercó a mi tomó mis mejillas de nuevo–. No estoy lista para esto.

— Cariño... entiendo que tengas miedo, pero yo cuidaré de ti, te protegeré.

— Aún así no estoy lisa. Por favor entiéndelo.

— Cheryl... eres mi esposa, te casaste conmigo y la intimidad es parte de ello. –espetó poniéndose algo tenso, comencé a sentir miedo, ¿el se estaba enojando?

— Pero tengo miedo...

— Jamás te haría daño, ¿mira ves esto? –tomó una pequeña botella de cristal que contenía un líquido–. Te hará sentir mejor.

— Tadeo... ¿podrías esperarme un tiempo? Es muy pronto para mi.

— Cariño, por favor –envolvió sus brazos en mi cintura–. Echaras a perder todo lo que preparé para ti.

Desvié mi mirada de él y con mis manos tomé sus brazos para separarlo de mi.

— Se que eres bueno, no me obligues.

— ¡Maldición! –gritó enfurecido, retrocedí de el por su reacción. Lo miré y su rostro estaba rojo por la furia, mi estómago se revolvió del miedo y mi cuerpo comenzó a temblar–. No pasará nada, déjame hacerte sentir bien. –me tomó con fuerza de la cintura atrayéndome hacia el.

Intenté separarme pero el me ganaba en fuerza, el quería besarme pero yo aparté mi cara y sus labios se fueron directo a mi cuello mordiéndolo con fuerza haciéndome gemir del dolor.
Intentó quitar mi vestido abriendo sus piernas para ayudarse, pero yo aproveché e impacté mi pie en su zona sensible logrando que cayera al suelo con las manos en su parte.

Rápidamente salí de casa con las lágrimas saliendo de mis ojos, estaba algo obscuro por lo que no veía tanto.
Corrí por el camino cuando sentí que alguien me agarra del brazo, iba a gritar pero una suave y delgada mano se posó en mi boca.

— Shh... tranquila, soy yo, Toni. –susurró quitando su mano de mi boca. Mi cuerpo se tranquilizó al instante y me abracé a ella llorando.

— Tenías razón, debí hacerte caso. –sollocé.

— Es un idiota, sabía que no me harías caso y por eso vine. Estaba a punto de tirar la puerta pero tu saliste. ¿Te hizo daño?

— No, no pudo hacerlo –limpié mis lágrimas–, tenemos que irnos antes de que salga.

— Por aquí. –me guió tomando mi mano y nos adentramos al bosque.

— ¿Cómo llegaste aquí? Esta muy lejos, debes venir en carreta.

Me sonrió y llegamos a un pequeño camino, estaba una carreta aparcada ahí. Un chico arriba de ella, tenía un papel en sus manos y una pluma de tinta, parecía muy concentrado escribiendo que no notó cuando llegamos.

— ¡Kevin! –gritó Toni al chico logrando asustarlo, el nos miró y se puso una mano en el pecho exageradamente.

— Dios mío, Antoinette. ¿Quien te crees para gritarme así? –dice en un tono muy elegante causando una risa en Toni.

— Deja de hablar así. –dice Toni logrando que el chico saltara del carruaje al suelo y se acercó a nosotras.

— Así que tu eres la famosa Cheryl –se acerca a mi y me da un breve beso en la mejilla–, soy Kevin mejor amigo desde la infancia de Toni.

— Un gusto. –susurré, aún estaba un poco aturdida por lo de Tadeo.

— Vamos, sube –Toni me extendió su mano y me ayudó a subir al carruaje, ella y Kevin subieron después–. ¿Cómo te sientes? –envolvió sus pequeños brazos al rededor de mi.

— Estoy aún un poco aturdida.

— Lo entiendo, aunque no haya llegado a más te quedará una leve secuela. Me pasó eso a mi, tuve pesadillas por una semana.

— No soy tan débil, lo superé ya.

— No dije que fueras débil, yo no soy débil y tuve pesadillas. Escucha, no está mal, es completamente normal.

— Toni estaré bien. –dije un poco molesta.

— De acuerdo, yo solo trataba de ayudar. —se separó de mi.

— Hm... disculpen por interrumpir su pelea, pero Toni, ¿a dónde vamos? –Kevin volteó hacia nosotras.

A casa por supuesto, ¿por qué pregunta?

— Uh... Cheryl, quería hablar contigo. ¿Por qué no escapamos? Juntas, Kevin vendrá con nosotras y...

¿Escapar? ¿Por qué Toni querría escapar? Tenemos a nuestra familia en casa y no podemos simplemente irnos.

— ¿De qué hablas? ¿Escapar a donde?

— Kevin conoce un lugar... tu yo estaremos juntas y el estará con su amado. –me sonrió sincera pero yo no le devolví la sonrisa.

— Toni, basta. ¿Qué hay de nuestras familias?

— ¿Nuestras familias? ¿En serio? Nos han tratado horrible hasta ahora, a mi mi madre y a ti toda tu familia. ¿Por qué querrías quedarte por ellos?

— No lo se, no quiero irme.

— Okay –se separó de mi y se hecho frustrada hacia atrás– Kevin, vámonos.

Kevin abrió sus ojos y luego los puso en blanco, acomodó su alto sombrero azul y nos fuimos de ahí.

— Tendré que escribirle a mi amado cadete masón que hoy de nuevo, para la otra será. –me dió una sonrisa falsa y guió sus ojos al camino de nuevo.

— ¿Te gustan los hombres? –el rió y Toni me miró segura.

— Por supuesto que le gustan.

Get away with me (Choni)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora