Capitulo 32: Reventón de Cumpleaños

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Brandon:

Han pasado los días y el cumpleaños de Emma con ello, de hecho, su cumpleaños ya fue el jueves, sin embargo, entre todos hemos decidido hacer la fiesta el sábado aquí en el departamento, ya que la mayoría estaba con exámenes o muchos trabajos de sus respectivas facultades.
Yo seguía nervioso, no dejaba de pensar en el momento en que tenga que contarle todo a Laura. Tenía que hacerlo, ya lo tenía bien decidido no me echaría para atrás, aunque debo reconocer que me siento más tranquilo gracias a las charlas que había tenido con James y con Emma, los dos me han escuchado para luego dejarme el mismo consejo: Ser honesto y confesarle todo.

Voy a hacerlo, sin importar que pase, tengo que ser honesto, aunque me esté matando la intriga del saber cómo va a ser su reacción al saber que me he besado con otra chica. Es lo mejor que puedo hacer al respecto, incluso el mismo Justin me dijo lo mismo cuando le pedí su opinión.
Eso también refleja lo cambiado que esta mi amigo.

Faltaban al menos unas cinco horas para la fiesta que haríamos aquí, no será muy grande, pero queremos hacer algo bueno para ella. Todo ya estaba casi listo, solo faltaría traer algunas bebidas más para la noche, Justin se encargaría de ello, Emma estaba en el hospital acompañando a su hermana en una de sus terapias de recuperación diaria, yo mientras tanto estaba esperando a Laura quien tiene que traer el pastel. Verla a los ojos me inquietaba un poco, a pesar de que nos volvimos a ver ayer en el The Mess Café, sigo sintiendo ese pequeño hormigueo de culpabilidad.

Solo espero acabar con eso porque me está matando por dentro.

Pero debo admitir que también la extraño, extraño besarla, abrazarla. A veces quisiera que lo que paso con Margot haya sido solo un mal sueño, pero no es así, paso de verdad y ahora tengo que lidiar con ello.

Escucho unos golpes en la puerta.
Es ella.

Camino hasta la puerta para abrirla, definitivamente era ella con una caja color rosa en sus manos.

―Hola―me saluda con una sonrisa.

―Hola―le contesto, primeramente―. Pasa.

Me hago a un lado y ella ingresa con la caja en sus manos.

―¿Cómo has estado?―me pregunta una vez que ha dejado la caja sobre la mesada de la cocina.

―Bien―me acerco a ella―. Mucho mejor ahora que está aquí.

―¿Ah si?

―Si

Ella ha quedado con la mesada a sus espaldas, eso hace que la atrape allí con mis brazos.

Diablos me matan las ganas de besarla, pero me contengo por el momento.

―Eres hermosa―se sonroja de inmediato.

―Y tu―lleva sus manos a mi rostro―. Tan lindo como siempre.

Mi resistencia llega a su fin y la beso inmediatamente, he estado con días sin sentir sus labios con los míos, esta sensación es tan única, por un instante puedo olvidarme de todo.

Llevo mis manos a sus muslos levantándola hasta sentarla sobre la mesada, ella me abre sus piernas para luego rodear mi espalda con ellas, nuestro beso es más que apasionado. Sus uñas se hunden en mi cabello mientras la presiono más contra mi cuerpo, ambos nos aferramos el uno al otro como si nuestra existencia dependiera de ello.

El calor aumenta a gran velocidad, y ni que decir de nuestros signos vitales, de seguro tengo el pulso a doscientas pulsaciones por minuto.

―Te he extrañado tanto―susurro sobre sus labios―. Te deseo.

Una Tarde en el CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora