Epílogo

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Brandon.

—¿Qué has comprado para el regalo de James? —me pregunta Audrey al salir de la tienda.

—Una camiseta del Tottenham—le contesto y ella rueda los ojos.

—No se te ocurrió algo mas—protesta.

—Pues, la verdad no.

Ella niega con la cabeza y se ríe.

—Es un fanático de mierda, además esto va directo a su colección de camisetas.

—Tienes razón. Su hermana dice que su cuarto parece tienda de prendas deportivas.

Los dos nos echamos a reír.

—¿Tu que le has comprado?

—Una gorra.

—¿No se te ocurrió algo más?

Ella simplemente se encoge de hombros y seguimos caminando por las calles de Sheffield. Esta noche será el festejo de cumpleaños de nuestro primo James y junto con Audrey hemos venido a comprar regalos, luego iríamos a una heladería cercana al parque.

Ya ha pasado un mes entero de vacaciones en donde me he podido relajar bastante, sin tener que pensar en asuntos universitarios. Bueno eso durante las próximas dos semanas ya que me han llamado para que sea disertante en un taller de salud mental organizado por el Instituto San James de Manchester, básicamente es mi primer empleo como psicólogo y estoy muy emocionado por ello. Tanto que he estado leyendo algunas cosas, sin que mi mama me pille ya que se molesta diciéndome que debería alejarme un rato de los libros durante el tiempo que este aquí.

La estadía en mi ciudad natal ha sido y está siendo lo máximo, las idas a las playas, el cine, salidas con viejos amigos, noches de película con Audrey y Austin han sido de lo mejor. Hablando de Austin, el lastimosamente nos ha dejado. Ha recibido una beca de una universidad de los Estados Unidos y tuvo que partir la semana pasada, fue muy difícil para todos ya que era un miembro más de nuestra familia, sin embargo, también le deseamos todo lo mejor. Esta oportunidad era algo que él no podía dejar pasar, además sabe que nuestra casa será su casa para siempre.

También he estado en constante contacto con Emma y Justin, solemos hablar mucho; con Emma generalmente nuestras llamadas suelen ser de más de tres horas. Hace poco me conto que su hermana ya está en la etapa final de recuperación lo cual fue una gran noticia que me ha alegrado bastante y con mucha emoción me ha comentado que Jackson le ha pedido matrimonio y ella sin dudar dijo que sí. Eso significa que tendremos boda.

La vida le está sonriendo a mi amiga y yo no puedo estar más feliz por ella.
Justin también la está pasando bien. Muy bien diría yo ya que la semana pasada me dijo que se iría a Brasil de vacaciones junto a Camile. También me ha dicho que estuvo trabajando en varios proyectos con su padre, aunque este último quería que su hijo este alejado de los planos para que pueda descansar, pero Justin insistió y el señor Anderson no tuvo más remedio. Al fin y al cabo, termino gustándole la idea de trabajar en la compañía familiar.

Con la que no he dejado de hablar ni un solo día es con Laura.

Sí, Mi Laura.

La extraño tanto.

Hablamos casi todos los días por video llamada, especialmente por las noches donde conversamos sobre las cosas que han sucedido durante el día. A veces nuestras conversaciones suelen terminar a las cuatro de la mañana, y es que cuando estoy cerca de ella no me importa nada, aunque lo esté a través de una pantalla es como estar bien cerca de ella. Ni siquiera el tiempo.

A pesar desde que volvimos no hemos podido disfrutar mucho de nuestra relación, ella se fue a la casa de su madre y yo vine aquí. Por momentos esa situación me desespera un poco, sin embargo, ella me dice; tranquilo que ya tendremos mucho tiempo para estar juntos.

Tan solo espero que este tiempo de estar junto a ella porque lo único que quiero ahora es estar en sus brazos y llenarla de besos.

Suelto un largo suspiro mientras doblamos otra cuadra para llegar a la heladería.

—¿Todo en orden?—me pregunta mi hermana.

—Si todo en orden—contesto—. Solo andaba perdido en mis pensamientos.

—Pensamientos de nombre Laura Stones ¿no?

—Pues que te digo.

—¿La extrañas?

—Mucho.

Llegamos a la heladería que esta frente al parque, es un local muy bueno en verdad hacia bastante tiempo que no venía y ya he notado algunos cambios especialmente en la ampliación del salón que se puede ver desde la vereda a través del enorme ventanal de vidrio.

—¿Nos sentamos adentro o afuera? —pregunta mi hermana.

—Afuera está bien.

—Ok. Hare los pedidos, tu escoge las mesas.

—Quiero uno de chocolate por favor—le pido y ella asiente antes de entrar al local.

Camino hasta una de las mesas que está libre, a fuera no hay mucha gente ocupando las mesas por lo que no tengo problemas para hallar un lugar.

Miro hacia el parque donde veo a mucha gente realizando diferente tipo de actividades, pero no es lo único que veo, también la veo a ella.

Es ella.

Definitivamente es ella.

Es Laura.

Esta allí vestida con una blusa y un short que le quedan tan bien.

Sin pensar un segundo más me pongo de pie inmediatamente para avanzar hacia ella quien se encuentra parada sobre la acera del parque.

—Laura—susurro a penas llego junto a ella.

—Brandon.

Sin pensar un segundo más la envuelvo en un abrazo, sus fragancias invaden mis fosas nasales dejándome encantado con su olor, también la suavidad de su piel hace que no me quiera despegar de ella.

—¿Qué haces aquí?

—Bueno, mi mama me dijo que quería pasar unos días en la casa de su hermano que casualmente vive en la misma ciudad que tú.

Sonrió ante su respuesta. La miro y está más hermosa que nunca son su cabello suelto.

—¿A caso no piensas besar a tu novia? —inquiere.

No digo nada más antes de juntar nuestros labios, nuestro beso es bastante suave, a pesar de estar separados no hemos perdido la coordinación que tenemos al besarnos.

—¡Que tiernos se ven! —nos separamos al escuchar la voz de mi hermana detrás nuestro—. No sigan, yo iré a tomar helado.

Laura y yo reímos.

—¿No piensas presentarla? —inquiere Audrey.

Yo ruedo los ojos, pero acepto.

—Audrey ella es mi novia, Laura—hago un ademan—. Laura, ella es mi hermana menor; Audrey.

—Es un placer conocerte—le dice Laura pasándole la mano.

—Lo mismo digo y que bueno que estas aquí porque ha estado como un loco durante todo el verano.

—¿Ah sí?

—Si, llegaste en hora buena.

—Creo que exageras un poco—contrataco.

—No lo creo.

Laura se ríe.

—¿Tomamos el helado? —inquiere Audrey—. Tranquilos he pedido uno más.

Audrey se adelante a tomar asiento.

—Tu hermana es genial—comenta Laura.

—Un poco insoportable a veces, pero es buena—musito—. ¿Vamos por ese helado?

—Vamos.

Antes de que comience a caminar la detengo para darle un beso corto en los labios.

—Estos son uno de los muchos besos que te voy a dar.

—Bueno, tendrás aproximadamente dos semanas para besarme.

La vuelvo a besar.

—Siempre y cuando aceptes tomar un café conmigo.

—Claro que sí. Tendremos bastante tiempo para pasar no solo una tarde en el café. Sino varias tardes.



¡FINAL!

Si has leído hasta aquí. ¡Simplemente gracias!



Una Tarde en el CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora