XXIII.

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El efecto de los tranquilizantes le trae recuerdos del pasado, se convierte en un dejá vù.

Inhibido de sus propias emociones, siente el cuerpo pesado.

Toma una gran cantidad de aire y suspira. Su madre está frente a él, Yixing que acababa de llegar -Porqué su madre lo pidió- estaba llorando con borbones de lágrimas brotando de sus ojos; se veía dolido. Sintió pena por él, ignorando el hecho de que él estaba en la misma situación, solo más medicado.

—¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? No fuí suficiente —Sollozaba.

«¿Qué hago?» Se cuestionó Chenle en su mente, al igual que Yixing.

Yixing no era su padre biológico, pero se querían sin importar si compartían ADN o no. Yixing siempre fue amoroso, Kunhang lo apreciaba aunque también quería a su padre; MinHo.

No podía estar más decepcionado de él.

Los Park fueron los primeros en saber de la noticia, su madre recibió llamadas de Irene y Seulgi, ambas lloraban.

No supo nada de Jisung, se desconectó del mundo, lo último que quería hacer era mensajear por teléfono lamentándose. Sintió un repulsivo asco.

—Esto es demasiado —Habló Jiah, parecía desconcertada, su teléfono estaba en su mano izquierda, casi caía.

Pasó un minuto cuando lloró otra vez, el teléfono cayó y tomó su cabeza entre sus manos.

—Pude hacerlo mejor, es mi culpa que esté muerto —Murmuraba.

Chenle también quería llorar, no obstante, las lágrimas no iban a salir. El tranquilizante se encargaba de eso.

Eres una puta, Omega inútil.

Repentinas palabras cruzaron por su mente. Miró a su madre de reojo.

—Saldré un momento. —Dijo para ir a su habitación, recojer su teléfono y bajar nuevamente.

Recibió una llamada estando afuera.

—¿Hola? —Murmuró cansado, llevó un cigarrillo que encontró en los cajones de su habitación escondidos a su boca.

¿Estás bien? Estoy llegando. No sabes cuanto lamento esto, no debí por hablar mal de-

—Si estás en el pueblo, a medía noche, hablaremos cuando estés aquí. —Dió una calada y soltó el humo, no era bueno fumando, solo lo había hecho unas dos veces.

La presencia de Jisung no había hecho nada, fue frustrante. Hay muchos rumores acerca del “alfa y omega predestinado”, uno de ellos era que si algo trágico sucedía, la presencia del otro sanaría al afectado.

Su mente seguía pensando en la mañana, no podía sacar esa imágen por más que tratase. Kunhang estaba muerto.

Estoy cerca, voy a cortar.

Hizo un sonido con la boca y colgó la llamada. Jisung llegó minutos después de dar por finalizada la llamada, se veía cansado.

Ninguno dijo una palabra, solo se miraron el uno al otro.

—No sé que decirte —Decía Chenle para acabar el cómodo silencio—, aún estoy en shock.

—¿Fumas? —Preguntó Jisung sorprendido.

Chenle vió el cigarrillo a la mitad entre sus dedos, lo tiró y pisó.

—Debes estar muy decepcionado de mí.

Jisung se acercó a él, lo abrazó sobre los hombres y posicionó su barbilla en la coronilla de su cabeza. Chenle suspiró y cedió al toque.

—No puedo creer que esto esté pasando. Siento que me han arrebatado algo... La sinceridad vale mucho, no pensaba decírtelo alguna vez porqué soy un idiota y no lo ví necesario; dejé los antidepresivos y tranquilizantes cuando comenzamos “lo nuestro”, no los creía necesarios, por miedo no los eché a la basura. Siento que ahora los necesitaré más que en otro momento y no los quiero pero es demasiado dolor. Él me ha tratado como una mierda pero sigue siendo mi hermano, sé que lo hizo porque lo lastimaron... ¿Ya lo planeaba? ¿Desde hace cuánto tiempo? Era más fácil hablar conmigo y desahogarse.

Calló por segundos.

—Sin esto, me siento culpable y despreciable pero con ellos no siento nada —Murmuró para sí mismo—. Creí que podría olvidarlo, él empezaba a cambiar. Todo parecía comenzar desde cero en unos días. Él tenía razón, soy muy ingenuo.

Jisung no decía nada, su mirada estaba perdida en algún lugar.

—Es doloroso, si me pasara lo mismo no hablaría de esos problemas. Aprecio que lo hagas.

A diferencia de Chenle, Jisung no tenía ningún tranquilizante o antidepresivo, él debía soportarlo como todo buen alfa. Ahora estaba siendo rudo, si hablaba más, ignorando el punto principal, lloraría.

Cuando era pequeño, alguien cercano a su madre Seulgi murió, él fue muy sensible, lloraba mucho. Irene le dijo que sentía empatía hacía ella, era algo bueno, pues era capaz de sentir el dolor de sus seres queridos; algo que los hacía sentir apreciados. Él dijo que un hombre de verdad no llora por la simple muerte de alguien que no le conviene, aún si fuera importante, las lágrimas son para eslabones débiles que Perderán la guerra por compartir el dolor. Ese mismo día Irene, Seulgi y Jisung no pisaron la casa de aquella difunta. Lloró solo en su habitación, luego de ver a sus primos llorar de verdad, reconfortándose unos con otros.

Chenle perdió a alguien víctima de un acto para el que no estaba preparado, ese alguien lo lastimó a él, como una cadena; le hizo ilusiones al volverse el mismo del última día antes de la muerte de Xiaojun. Tanta lástima lo hace sentir mal.

¿Mal? Chenle se sentía miserable ante la lástima presente, pues mientras recuerda todo lo malo que le hizo, también recuerda que Kunhang fué herido, recuerda como en el pasado él recibió todo lo jodido de los adultos por defenderlo. Fué dulce, se vuelve confuso, y queda ese malestar.

—Lamento que pases por esto y no ser capaz de hacer nada. —Murmuró Jisung.

—Estás aquí, eso es suficiente apoyo para mí. No puedo ver a mi madre a la cara sin recordarlo a él.

«Me quería, me lo demostraba. Fué malo por malos sentimientos que personas crearon en él. Lo perdono»

Aún con esa mala sensación, como lo describió Jisung, no podía odiarlo. Tan injusto para él no poder hacerlo.

Mordió su labio.

Lo perdió pero Jisung estaba ahí. Sin embargo, sería cruel comenzar a depender de alguien otra vez.

Miró a Jisung con una sonrisa cegada de falsedad, la misma que él solía hacerle mientras murmuraba promesas falsas y su inocencia se rompía.

—Me encargaré de esto.

—No puedes medicarte para solucionar todo.

—Lo haré hasta que sea necesario, no te preocupes por eso.

—Superaremos esto. —Murmuró Jisung.

Un pensamiento cruzó por su mente. En cambio preguntó:

¿Estarás ahí para mí cuándo te necesite?

Puis la scène tombe, rien que de la misère.

A Sweet Omega | JiChenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora