A Sweet Omega | JiChen

XXV.

«Deberías hablar con ella» sonaron las palabras de Jisung en su mente.

En este momento su madre estaba frente a él, sus pequeños ojos revelaban confusión.

—¿Por qué nunca hiciste nada?

Sus manos volvieron a los movimientos nerviosos, abrió la boca sin saber que decir. Era impresionante como estaba reaccionando, una mujer tan fuerte como ella se hizo débil ante todo lo que acaba de decir, como si no fuese consciente de la situación por la que habían pasado.

—No creía que fuera algo tan serio.

—Lo sabías.

—Veía como Kunhang te susurraba cosas, a veces. No sabía que te... Declinaba por tu estatus. Nunca lloraste, ni te quejaste. Eres un Omega, eso es lo que hacen.

Ignorando el comentario, dijo:

—Creí que escuchabas lo que él me decía.

Ella acarició su cabeza.

—Habría hecho algo al respecto. Soy tu madre.

—Él me golpeó, tú lo viste. Los vecinos y todos.

Ella suspiró masajeando sus sienes. No dijeron nada más. El tema de Kunhang aún era duro, por lo que esa charla fué difícil de realizar.

Chenle no sabía que más decir. Por la expresión que Jiah tenía en el rostro, llegó a cuestionarse en un efímero momento si hizo mal en decirlo.

Estaba seguro de que ella lo sabía, no tiene pruebas pero dudas tampoco.

Iba a salir de nuevo, vió a Yixing estaba trabajando en la computadora, en el comedor.

—Chenle, ven aquí un momento.

Chenle se sentó en una silla al lado de la suya.

—No digas nada. Ella aún está sensible y todo eso, creo que todos necesitamos un momento para llegar a buenos términos.

—¿Está mal que uno de sus hijos acosara el otro? —Preguntó en respuesta.

—¿Te violó? En todo caso, ¿Qué fué lo peor que él pudo hacerte?

Su mente quedó en blanco una vez más, las lágrimas volvieron a sus ojos, no sabía por qué quería llorar.

Quería gritar, insultar y golpear algo. Pero guardó la calma en ese momento.

—Me golpeó...

—Sé que esto puede sonar cruel, pero no debes exagerar con este tipo de cosas. Kunhang era... Un poco inestable. Aseguro que son pequeñas marcas.

Se levantó de su asiento, Salió de la ya oscura casa y llamó a Jisung.

—¿Estás en tu apartamento?

—Si, ¿Por qué la pregunta?

—Iré para allá.

—¿Está todo bien? ¿Estás enojado?

Habían más emociones en su sistema de las que podía procesar, fuertes estímulos que lo llevaban al agobio que estaba viviendo. “Enojado” probablemente sea una de todas esas emociones que no tenía la capacidad de reconocer. En ese momento donde no podía pensar en sacar buenas conclusiones acerca de ello, así que solo respondió:

—Estoy bien.

[...]

Al llegar a la ciudad hizo algunas compras, luego se dirigió al apartamento de Jisung, donde este lo esperaba con preocupación en su expresión.