A Sweet Omega | JiChen

VI.

El fin de semana había llegado. Ahora Jisung podía ir a visitar a sus madres y sus abuelos, no quería si era sincero. Pero sería maleducado de su parte.

La casa de sus madres quedaba en el mismo vecindario de sus abuelos y los Zhong, no era nueva pero solo la utilizaban para viajes.

Jiah, la madre de Chenle, los había invitado a una tarde de películas. Jisung había sido invitado, aunque creía que era por mero compromiso. No había visto a Chenle desde que llegó, y lo que pudo escuchar de su madre fue:

“Está demasiado avergonzado para salir”.

La familia Park y Zhong parecían estar pendiendo en un hilo, y todo por Jisung y su posesividad... O más bien la de su lobo.

—Eres un adulto, no podemos obligarte a nada. Puedes ir o quedarte. —Decía Seulgi ayudando a su esposa con su maquillaje.

—Chenle me odiará.

—Ustedes pueden ser mejores amigos si se lo proponen, pero son demasiado tercos. Intenten hablar.

Jisung no respondió nada, dió su respuesta en cuanto bajó de nuevo con ropa más formal.

La familia fue bien recibida por parte del clan Zhong, que parecían emocionados ante su presencia.

—Nos gustan las películas de terror, Kunhang las ama. Así que pensamos en... ¿La saga del conjuro? La tarde es larga y podemos dejar los negocios para mañana.

Los Park asintieron.

—¿Dónde están tus padres? —Cuestionó Irene a Jiah.

—Tuvieron que viajar a Tokyo, en unas semanas probablemente estén aquí.

Jisung en varias ocasiones había visto como la familia Zhong estaba al pendiente de su empresa; eran estrictos en ciertas áreas, como no aceptar omegas —exceptuando a Chenle—. Jiah era un alfa pura y Yixing un beta, nadie sabe cómo Chenle es un omega viniendo de tal familia donde las probabilidades de que este sea su estatus son nulas.

«¿Dónde está Chenle?» Quiso indagar, sin embargo, su comportamiento con el mayor ya era lo suficientemente extraño como para generar sospechas.

—¿El baño está arriba?

Jiah asintió buscando Netflix.

Jisung subió las escaleras, suponiendo que la habitación del mayor estaba ahí. Sin embargo, solo habían dos habitaciones sin contar el baño o almacenamiento.

—¿Buscas algo?

—El baño.

Kunhang señaló la habitación al lado de él.

—Estaba seguro de que buscabas a Chenle —Cantó en un susurro.

Jisung negó, con la corazonada de que algo saldría mal si lo admitía.

Kunhang, tan frío y directo como siempre, no le creyó por completo, aunque no cuestionó más.

[...]

Chenle estaba en su habitación jugando con su celular hasta que Kunhang entró.

—Jisung está aquí, ¿No hablarás con él?

Negó.

—Él parece odiarte, quise hablarle de tí pero no me escuchó.

No le creía, ¡Demonios! ¡Era Kunhang! Jamás le creería... No estaba seguro de sus propias palabras, es él, tan simple y complejo a la vez... Algo le decía que jamás lo defraudaría.