Capítulo cuatro.

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-No te preocupes eres de sangre dulce, desaparecerá rápido- me dice el chico pálido.

-¿Desaparecerá?-pregunto y veo acercarse al otro chico que vi en el comedor.

-¿Acaso no te has herido alguna vez?- me pregunta el chico que examinaba mi pie cuidadosamente.

-No- respondo y trato de ponerme de pie. Mientras ríe. -¿Qué?- lo miro confundida.

-Cómo que una vampira nunca se ha herido ¿No has tenido vida?- me pregunta riendo. Estaban pasando los minutos, no puedo quedarme aquí y que ellos descubran que no sana. Los vampiros tienen un proceso de cicatrización mucho más rápido que los humanos, las heridas se cierran pasado unos pocos minutos.

-cómo este golpe sucedió por su culpa, necesito un favor- digo y adquiero su atención.

-¿Cuál?- habla el chico que solo había estado mirando sangrar mi pie. – ¿Quieres que te limpie la sangre?, me la comería con gusto-

-Quédense a cargo del local hasta que cierre- les digo y me alejo.

Mis tobillos dolían y mis piernas estaban con sangre, me las arreglo para correr a mi habitación.

-Arde- soplo mis pies, después de haberme dado un baño -solo me queda un outfit- lo miro este es un pantalón ancho y una camisa ajustada –tengo deseos de ponerme mi ropa fresa- digo mientras observo con anhelo una blusa color fresa que traje en vano, no la podría usar aquí. Abro la ventana y la frialdad que entra a través de esta me hace extrañar a mi familia, Alisa mi mejor amiga debe estar decepcionada de mí, necesito llamarla. Miro el celular a un lado de mi cama y no tengo cobertura aquí. Siento la puerta de mi habitación abrirse.

-¿no te enseñaron modales? Debes tocar la puerta antes de entrar-

-¿Por qué debería?- me pregunta y cierra la puerta con seguro al entrar. -¿Ocultas algo?- pregunta y me examina con la vista detalladamente. Era el chico que había visto en el comedor.

-No, pero eso no cambia el hecho de que tienes que tocar la puerta- digo y mi respiración estaba volviéndose algo pesada, este chico estaba aquí revisando mis cosas mientras caminaba alrededor de mi habitación.

-¡Pero si es fresita!- dice mientras toma mi blusa fresa.

-Suéltala-

-Qué raro, una vampira que le gusta el color rosa-

-Todos tenemos gustos distintos- miro a mi cama allí estaba el celular, no podía ver el celular o iba a descubrir que soy humana. Así que me lanzo sobre la cama y me siento sobre este.

-¿Ya sanó el pie?- me pregunta y nunca se mantiene inmóvil.

-si-

-Déjame ver- necesito que salga rápido de mi habitación él puede descubrirme en cualquier momento al paso que va.

-No te conozco así que necesito que salgas de mi habitación, ya- digo y siento un zarpazo sobre la cama. –Aléjate- le digo mientras me corro rumbo al espaldar de la cama -Aléjate- repito ya cuando siento mi cuerpo chocar con el límite de la cama. –No te acerques más- le digo y su cabeza se ubica sobre mi hombro y su cuerpo a horcajadas sobre el mío. -¿Qué haces?-

-Un gusto Anastasia- se detiene en cada sigla de mi supuesto nombre –Soy Alexander- termina en un susurro cerca de mi oreja, lo que provoca que mi piel reaccione al calor que sale de su boca.

My poor vampireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora