Comencé a alejarme lo más rápido que pude de este chico. Sentí por un momento mi corazón brincar y mi respiración acelerarse.
-¡Rayos! Este chico realmente asusta- exclamo en las lejanías de este sujeto.
Este chico tenía el cabello castaño oscuro, sus ojos se tornaban rojizos, su piel estaba pálida, portaba un traje negro. Sentí muy mala vibra a su alrededor.
Llegué al sótano, mi lugar de residencia por ahora.
-Muero de hambre- comento y paso mi mano por mi abdomen. Comienzo a caminar de un lado al otro. Cuando siento la puerta del sótano abrirse.
-¿No has comido nada?- me dice mi amigo, ese hombre feo.
-Cómo crees- hago una mueca.
-ten- me extiende una bolsa, no dudo en tomarla.
-¿Qué tiene?- pregunto curiosa mientras reviso el contenido de la bolsa.
-Arroz y algunos vegetales-
-Gracias- le digo mientras comienzo a comer. –Podrías traerme más comida todos los días, es que moriré de hambre-
-No te preocupes por eso, ya vamos a trabajar-
-¿a trabajar?- pregunto terminando mi bocado de comida.
-Sí, ya comenzó el día-
-Pero si son las dos de la mañana-
-Exacto a las seis de la tarde cuando comienza a oscurecer es el comienzo del día, cuando sale el sol el día termina y debes dormir-
-No son las seis de la tarde-
-Pero debes comenzar a trabajar desde ya, si quieres tener una habitación-
-Está bien- no puedo negarme aunque quiera.
-Presta atención serás Anastasia ella ya está muerta pero nadie lo sabe, te harás pasar por ella. Te llevaré a su habitación y harás el trabajo de ella-
-¿Y por qué tengo que ser otra? ¿No puedes tan solo inscribirme?-
-Todos los que vivimos aquí, nacimos aquí. Aunque quisiera inscribirte con otro nombre no podría-
-Bueno, llévame a esa habitación- me pongo de pie y me aseguro de levantar mi capucha para cubrir bien mi rostro.
Mantuve mi mirada al suelo todo el camino, vi muchas cosas raras mientras seguía a ese hombre. Estar aquí me estaba comenzando a dar miedo, mucho miedo. Morirse era algo normal y necesario, nunca le tuve miedo a la muerte, pero estaba comenzando a temerle.
Abre una puerta y miro el cartel encima de esta, la habitación # 597 me indica el letrero. Entro dentro de esta. Era una habitación grande.
-ven voy a mostrarte toda la habitación-
La habitación tenía un armario con ropa, la ropa suficiente para ponerme durante toda una eternidad. Un escritorio, en este habían algunas notas. Un baño con una bañera amplia y lo último pero no menos importante un balcón, creí que no habría salida pero me sorprendí. Las habitaciones tenían un balcón detrás de la colina, lo que me permitía mirar el cielo y sentirme como en casa.
-Gracias por buscarme esta habitación – digo sinceramente.
-Es una de las mejores, en este rango de habitaciones están las habitaciones de la familia del jefe. Esta es la habitación de una prima tercera o cuarta-
-¿el jefe es Boris?-
-No, Boris es familia del jefe pero no tiene nada que ver con la dirección del castillo-
-¿Y si descubren que yo no soy Anastasia?-
-No lo harán, ella siempre estaba aislada de todos y nunca tuvo contacto con sus familiares-
-Oh- digo mientras examino el lugar de pies a cabeza.
-Trabajarás aquí – me indica señalando un mapa. Que estaba en la pared de mi habitación. –Coloqué este mapa aquí para ti, apréndetelo-
-¿Huh? ¿Área deportiva?-
-Sí los vampiros también practican deportes-
-¿Y qué se supone que debo hacer allí?-
-Estar al tanto de que no ocurran accidentes allí, recoger las pelotas y cualquier desorden al final del día-
-Está bien, solo déjame cambiarme- digo y me cambio de ropa.
-Vamos te acompañaré hasta la entrada. Tú sabrás llegar, solo sígueme-
No era la primera vez que caminaba por aquí pero sentí una vibra extraña, algo diferente al resto. Vi continuar su camino a ese hombre, pero el cartel que indicaba que esta era mi área me detuvo y pasé adentro. Efectivamente habían muchos vampiros, hombre lobos y ¿zombis? Sí, creo que sí. Estaban jugando un juego con las pelotas; no entiendo en que consiste el juego pero me acomodo en un asiento, el único asiento alto que había allí. No sé cómo me las arreglé para subir, pero aquí estoy desde las alturas mirando todo el juego.
Veía rebotar las pelotas, picar contra el suelo y volar por el aire.
-Eso es trampa- escucho gritar a un chico pálido.
-no es mi culpa que sepa volar. No soy como tú mariquita terrestre- dirijo mi mirada allí. Oh, es el chico que vi en el comedor.
-Sabes que no está permitido volar cuando juegas con otros que no pueden. ¿Te gustaría que los zombis lancen sus brazos junto a las pelotas? Claro que no- se responde -así que juega limpio-
-¿por qué no juegas conmigo Mark?-
-vamos- los veo apartarse y creo que debo intervenir.
-Oigan- grito y todos me prestan atención –Esa área está restringida, allí no pueden ir- digo y miro el cartel que dice "danger". A esos estúpidos parece no importarle.
Debo bajar, esa área es peligrosa, no debo permitir que les pase nada. -¿Sarka desde cuando eres tan protectora?- Tal vez es por qué es mi trabajo. Miro la distancia de mis pies y el suelo que era marcadamente grande. Busco las escaleras por las que subí hace un rato. ¡Qué, las escaleras! Ya no están. Son solo unos metros, miro el suelo desde arriba. ¿Me tiro? Me pregunto y ya me había lanzado al suelo, creí que por cosas de la vida la gravedad dejaría de hacer efecto en mí y volaría; pero no, caí con mayor fuerza ya que estaba a mayor altura que las otras veces que me había lanzado al suelo en mi vida, la energía potencial gravitatoria estaba conmigo. Aterricé sobre el suelo, sentí mi cuerpo estremecerse y mis tobillos se torcieron al caer. Me levanté y me dirigí tras esos dos.
-Oigan- les grito y sentí algo caer, rápidamente me muevo aunque era tarde. Una cabilla del techo había golpeado con toda su fuerza mi pie.
-¿Estás bien?- veo a alguien a mi lado.
Mi mundo parecía detenerse ahí justo cuando una parte de mi pie derecho comenzó a sangrar.
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My poor vampire
Fiksi UmumDe mí depende la vida de mi familia y mi propia existencia. Decisiones difíciles debo tomar para sobrevivir. Revivir a alguien que ya murió, a él, porque lo necesito. Enfrentarme a un grupo de seres sobrenaturales que solo ven sangre y muertos. Conv...