LuMark

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Mark camina lentamente por el campus de la universidad a la que ha entrado esa misma primavera, cabizbajo y suspirando profundamente casi a cada paso. Está sumido en sus pensamientos mientras se dirige como automáticamente hacia el edificio en el que tiene la primera clase de la mañana, queriendo volver a su habitación en lugar de entrar a la aburrida lección de Estadística que le espera; sin embargo, Mark sabe que al menos yendo a clase y tratando de atender es mucho mejor que quedarse en su habitación, mirando el techo y comiéndose la cabeza por lo que había hecho la noche anterior... aunque una parte de él prefería eso a tener que enfrentarse a la posibilidad de encontrárselo cara a cara.

"No tenía que haber venido a clases..." es lo que pasa por su mente "¿y si me lo encuentro?" aquel es su mayor miedo, porque no sabe cómo lo enfrentaría "Aunque tenía que salir de casa para no deprimirme y pensar en cosas innecesarias" su segundo mayor miedo, no poder dejar de pensar en lo que ha hecho "¿Qué habrá pensado al levantarse y no verme allí?" se cuestiona, por último, porque la curiosidad le puede y lo que su amigo piense después de todo aquello es lo que más le importa.

Mark se detiene cuando en el bolsillo delantero de sus vaqueros comienza a sonar su móvil, extrañado, porque sus amigos no suelen llamarlo, sino que le mandan mensajes o notas de voz como mucho, y saca el móvil del bolsillo, dándose cuenta de que en la pantalla aparece el nombre de la persona que no quiere encarar por nada del mundo: Lucas. Mark se queda como embobado mirando aquel nombre, sintiendo sonar la música que suena cada vez más lejana hasta que ésta se corta. Al final no ha cogido la llamada.

Mark lanza un suspiro profundo al aire y después se guarda el teléfono de nuevo en el bolsillo, dispuesto a seguir caminando hacia el edificio en el que aquel día tiene que dar las clases. Sin embargo, no puede dar más que un par de pasos, porque antes de que llegue a dar más, siente cómo alguien le da una hostia en la cabeza, con la mano abierta. No tiene ni que girarse para saber de quién se trata.

—¿Por qué narices no coges el teléfono? —le pregunta Lucas—. ¡No me ignores!
—Si me habías visto, ¿para qué me llamas? —cuestiona, sin siquiera girarse hacia él. No tiene las fuerzas suficientes para enfrentarlo en aquellos momentos.
—Porque te he visto cuando ya te estaba llamando —responde el otro.
—Bueno, lo que tú digas... —murmura Mark, echando a andar—. ¿Qué es lo que querías? —no quiere hacer esa pregunta, pero la tiene que hacer porque está totalmente claro que el chico quiere decirle algo, sino no lo habría llamado.
—¿No tienes nada que decirme? —pregunta Lucas. El corazón de Mark se para, pero aún así trata de tranquilizarse para contestar a aquella cuestión.
—No.
—Ya veo... —dice el otro y Mark siente que el tema va a quedar zanjado y que no le va a volver a decir nada... pero subestima el poder de ser pesado que tiene Lucas—. Como si me fuera a tragar eso —acaba diciendo.

Mark se siente acorralado. Sabe qué es lo que el otro quiere decirle, sabe qué es lo que quiere que él le diga, quiere que le dé explicaciones por lo que sucedió la noche anterior y Mark no quiere hablar de aquel tema. Por eso, sale corriendo. No sabe a dónde ir, solo quiere poner la mayor distancia entre él y Lucas... pero, aunque echa los restos corriendo, Mark acaba deteniéndose porque no está acostumbrado a hacer ejercicio, jadeando, totalmente sin aire, esperando haber perdido a su amigo. Una esperanza vana.

—Tenemos que hablar de lo de ayer —escucha que le dice la voz de Lucas, a pocos metros de distancia tras él, jadeando también por el esfuerzo de la repentina carrera matutina.
—¿Lo recuerdas? —pregunta Mark, inspirando profundamente, preparándose de nuevo para echar a correr, según la respuesta que le dé Lucas.
—Pues claro que lo recuerdo —es lo que le responde.
—Entonces olvídalo.

Mark echa a correr de nuevo tras decir aquella última frase. Desde que lo que había pasado la noche anterior había pasado, Mark ha tenido la esperanza vana de que el otro no lo recordara porque las botellas de cerveza que ambos se bebieron, fueron abundantes. Mark corre como si le fuera la vida en ello, algo que quizás es bastante acertado, pero después de tan solo unos minutos, las piernas dejan de funcionarle como deben y acaba tirándose en el césped, detrás de uno de los edificios de la facultad, esperando que en aquel lugar, Lucas no lo vea. Sin embargo, escucha los pasos acelerados del otro llegar hasta aquel lugar y dejarse caer sobre el césped a su lado.

NCT Drabbles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora