veinticinco

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Incluso cuando se encontraba trabajando, dándole sus mejores poses y expresiones a la cámara, su cabeza iba completamente por otro camino que nada que ver tenía con su deber en ese momento. Lo único que podía reproducir en bucle en su cerebro era lo último dicho por el chico pálido; le había invitado a pasar la navidad en el hogar de su familia. 

Joder ¿Cómo a YoonGi se le había ocurrido aquello? 

Claro que había conseguido calentar su corazón e incluso hacerle sentir suficiente, pero ¿en serio quería presentarle a sus familiares? Lo de ellos no era algo real, algo serio ¿Qué pasaría cuando tuvieran que separarse?... Separarse. 

Aún no se terminaba de acostumbrar a pensarlo, pero era la realidad.

-- Bien, paremos, cambio de ropa. -- Dijo su estilista, entonces el rubio tuvo a tres personas rodeándole desvistiéndole y colocándole el nuevo atuendo. 

Pronto le estaban colocando un corset sin alguna prenda en su parte superior, y mientras alguien apretaba los cordones de este, WooYoung le retocaba el maquillaje con virtuosismo. -- ¡Listo! -- Avisó el nombrado poquito tiempo después, pudiendo seguir la sesión fotográfica. 

Era el último outfit que tenía que modelar, así que RyeoWook se dirigió ya al camerino de su artista, preparándole su ropa cómoda que ahora se pondría para ya dirigirse fuera de la empresa, además de ir a por un vaso de chocolate caliente a la cafetería del edificio, JiMin se lo merecía después del arduo trabajo. 

-- Wah... trabajar con JiMin sunbaenim es tan fascinante... -- Halagó el fotógrafo, provocando que el modelo sonriera de manera lasciva y el joven detrás de la cámara incluso se sonrojara sintiéndose nervioso. -- ¡E-excelente expresión! -- Volvió a felicitar. 

-- Hay algunos que definitivamente son los preferidos de Dios. -- Bromeó JooHyun, la encargada del estilismo de su cabello. 

WooYoung, que estaba a su lado, no fue capaz de darle la razón a la mayor. Llevaba mucho más tiempo que ella trabajando para JiMin, y este era muy reservado, así que entendía que ella definitivamente no sabía nada de los comienzos del rubio dentro del mundo del modelaje. 

Su hyung para llegar hasta donde estaba había tenido que pasar límites que cruzaban la ralla de lo moral para uno mismo; y claro que Park no se sentía orgulloso de eso, por eso es que no iba predicándolo a los cuatro vientos. Siquiera su maquillador había sido conocedor de esto por el mismo modelo, se había enterado de pura casualidad de su historia, y nunca, jamás, le había sacado aquel tema de conversación al mayor. Entendía que nadie querría que otra persona le preguntase por esto. 

Pasar por la gran mayoría de cosas que él había tenido que pasar, no era ser el favorito de Dios precisamente. 

-- Tres fotos más, Sunbae. -- Pidió el fotógrafo, y el rubio asintió cambiando la pose de su cuerpo, jugando con el accesorio que colgaba de su cuello, mordiendo su collar blanco de perlas que hacía resaltar sus voluminosos labios color cereza. -- Dos... uno y ¡Se acabó! Quedaron estupendas, la revista estará encantada. -- 

El plató se llenó de aplausos de todos los trabajadores, por primera vez, JiMin también aplaudiendo y agradeciendo a todas las personas que habían estado allí junto a él, preocupándose de que su aspecto fuera impecable, de cambiar el decorado, de hacer las fotos, de la iluminación e incluso de traerle agua. 

Había un gran cambio del JiMin de hacía un par de meses al de ahora. 

-- JiMin-ah. -- Llamó su mánager acercándose a él mientras lo desvestían, dejando el conjunto de nuevo en el perchero con ruedas para llevarlo al vestidor de la empresa. -- En el camerino tienes todo listo, tu ropa y el chocolate ¿Necesitas algo más? -- 

París || Yoonmin KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora