treinta y tres

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JungKook tenía poco tiempo antes de irse a Estados Unidos junto a YoonGi, el tour estaba apunto de comenzar y eso significaba alargar el poder arreglar las cosas, o por lo menos ofrecer la disculpa que el de piel canela se merecía. 

Al día siguiente de confesar todo a JiMin; después de haber  descansado de muy mala manera por los nervios, salió de su departamento a las cinco am, no era un viaje corto; y aunque llegase tan temprano, sabía que TaeHyung ya se encontraría despierto, el granjero iniciaba su día a altas horas de la mañana para que le diera tiempo a todo. 

Así que ahí se encontraba, con sus pantalones cargos negros, una camiseta del mismo color oversize y su cabello aún húmedo por haber tomado una rápida ducha antes de salir de casa. Hoy no vestía un traje de chaqueta o camisa arreglada, porque no era el mánager Jeon JungKook, era simplemente Gguk yendo a buscar a la persona que más amor le había hecho sentir. 

De vez en cuando apretaba el volante entre sus dedos, estaba nervioso, porque la había cagado tremendamente y sabía que había un gran porcentaje de posibilidad que las cosas se fuerana volver complicadas; bueno, más complicadas aún. 

>> En qué momento las cosas se hicieron un nudo irreversible, yo solo era un joven centrado en su trabajo y acabé enamorado del novio de otro artista. << Pensó sintiéndose una vez más culpable; pero bueno, ya estaba hecho, y además en concreto él siempre intentó que Kim confesara qué estaba pasando, pero el chico de campo nunca encontró la valentía de hacerlo. 

Cuando menos los espero, intentando llegar a una idea clara sobre qué decirle al mayor; o por lo menos qué palabras eran las concretas para disculparse, llegó allí; desde fuera todo estaba tal y como recordaba. 05:47 am. 

JungKook estacionó el auto y salió de él con prisas, aún así nervioso, e inseguro de lo que pudiera pasar. 

Aún no eran las seis y media, así que dudaba que el de cabellos chocolates hubiera empezado a trabajar en la granja, pero estaba seguro de que si que estaba despierto. Y siendo Tae, obviamente que la puerta de su pequeña casita iba a estar sin seguro, cosa que Kook siempre había odiado que hiciera, pero Kim decía que nadie iría a la mitad de la nada a robar; y bueno, la verdad es que tenía razón, nunca le había pasado nada. 

El joven abrió la puerta, sin atreverse a entrar, encontrándose con uno de los tantos gatitos que Kim tenía por toda la granja. -- Oh; hola Vainilla. -- Saludó a media voz, agachándose para acariciar al minino que ya se encontraba restregándose contra él al reconocerle. Este era el gatito más casero entre todos, así que había podido compartir más tiempo con él. 

Un golpe en la planta de arriba le hizo mirar hacia las escaleras; conociendo al dueño del lugar, seguro se había tropezado con algo. Inconscientemente al recordar uno de los tantos momentos de torpeza de TaeHyung, una sonrisa se le escapó. 

No sabía si tenía que subir, esperar allí en la entrada; o tal vez llamarle por teléfono y decirle que se encontraba allí ¿Cómo debería de actuar? Antiguamente simplemente subía sin avisar y le sorprendía entre besos que Tae siempre agradecía, porque el de piel canela siempre le había hecho saber cuanto le gustaba cuando JungKook llegaba sin esperarlo. 

Ahora no estaba tan seguro de que eso fuera a ser así. 

Claro que el granjero no tenía timbre como para hacerle saber que alguien estaba allí esperándole; pero... tenía una graciosa campanita al lado de la puerta; Kook nunca pensó que en algún momento la iría a usar, pero ahí estaba. Era la única idea ética que se le ocurría. 

Tuvo que dejar de mimar a ese gatito, que aún no dejó de pasearse por sus botas militares incluso cuando el chico se colocó de pie. -- Bien... allá vamos. -- Se animó, tomando la cuerda que colgaba de la campanita y moviéndola para hacerla sonar. 

París || Yoonmin KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora