Capítulo 11 Sin medir consecuencias

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Axel

Esa noche no logro conciliar el sueño.

Me revuelvo incomodo en la cama pensando en las palabras de Martina. Por más que evito pensarlo las palabras se han grabado a fuego en mi cerebro y no puedo sacármelas de la cabeza.

Mil preguntas nacen una tras otra.

¿Cuándo fue? ¿Fue en más de una ocasión? ¿Lo volvería a sentir ahora? ¿Por eso me había pedido un beso?

Y si así fuera... ¿Qué haría yo?

Me coloco la almohada sobre la cabeza para silenciar mi subconsciente hasta que logro quedarme dormido.

Y definitivamente es peor.

Martina se aparece en mis sueños, y no es un sueño tranquilo.

La visualizo tan gráficamente en mis fantasías que casi puedo sentir su piel suave cuando la acaricio. Lleva un conjunto de ropa interior color morado oscuro, está sobre mí, sentada en mis caderas, en mi cama y su cabello hace cosquillas en mi pecho cuando se inclina para besarme.

Sus ojos, tan claros que casi parecen incoloros se clavan en mi mirada llenándome de deseo.

Y luego me besa.

Y su beso es tan increíblemente ardiente que siento que mis huesos se funden y solo soy un cascaron flácido a merced de sus encantos.

Siento un mordisco en mi cuello y susurra algo al oído que no logro entender, pero si siento sus jadeos.

Oh, Dios...

Ella me clava su mirada intensa antes de bajar por mi pecho, y bajar más y más...

Despierto sobresaltado.

Abro los ojos y me encuentro con el cielo de mi habitación. Completamente solo.

Mi respiración está demasiado agitada, el corazón frenético y estoy empapado en sudor. Me siento y trato de calmar mis latidos. Estoy ardiendo.

Me recuesto nuevamente en la almohada un poco más tranquilo, pero no menos excitado, se sintió demasiado, demasiado real.

Miro hacia la ventana y distingo el leve amanecer que se acerca pronto, alargo mi brazo para tomar mi celular que está en la mesita de noche y miro la hora. Son las 5:50.

Paso una mano por mi rostro y evito pensar en lo que acabo de soñar, aún estoy frenético.

No he tenido sexo desde hace unas semanas, específicamente antes de Halloween, simplemente no he tenido tiempo ni ganas.

Seguramente la abstinencia me está pasando la cuenta.

Me paso el día gastando energías para liberar toda la adrenalina de la mañana.

Como cada sábado, voy al parque a ejercitarme, vuelvo al departamento. Creo que es un buen momento para hacer un aseo general, almuerzo, duermo una siesta y en la tarde decido relajarme en el balcón dibujando un poco.

Isaac me ha escrito para que lo acompañe a un bar, pero no tengo ganas de salir. Preferiría quedarme en casa, al menos por hoy.

Dibujar siempre me distrae de mis pensamientos porque debía concentrarme en la imagen. Así que fue un buen experimento.

El atardecer daba un juego de luces y sombras a los edificios que me entretuvieron durante unas horas dibujando el paisaje urbano que tenía delante.

Mi cuerpo la percibe antes que mi mente pueda procesarlo y la tensión logra que quiebre la punta del lápiz grafito sobre la hoja al escuchar su voz desde el otro balcón.

21.- Enamorarse otra vez © [Libro 1 Bilogía 21 meses]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora