Los del nombre común

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Una primera jornada escolar realmente intensa y eso que apenas va medio día, es el primer día de clases y ya tengo un proyecto final pendiente y tres investigaciones, sigo sin entender por qué los profesores disfrutan tanto de dejar tarea.

—¡Mosquetón! —escucho que me llaman y al voltear veo a Edvard haciéndome señas desde las canchas.

—Es el apodo más creativo que me han puesto en 18 años de vida —le digo acercándome.

—¿Qué tal va el primer día Aramis? — pregunta saludándome.

—De la fregada —le respondo y ríe —¿Y el tuyo?

—De la verga —responde él y ambos reímos.

—¿Jugamos futbol para desestresarnos? —pregunta Auguste que se acerca con Khaled y el balón.

—Vale —responde Edvard.

—¿Y por lo menos sabe jugar? — pregunta Khaled refiriéndose a mí.

—Sé jugar tan bien como un ajedrecista —respondo y todos ríen.

(Referencia: estos son los mejores ajedrecistas del mundo jugando fútbol)

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(Referencia: estos son los mejores ajedrecistas del mundo jugando fútbol)

—Eres oficialmente un miembro digno del club —dice Edvard y lo miro confundido.

—Nadie aquí sabe jugar fútbol —aclara Khaled —Por eso el balonazo en la mañana —aclara.

—Mañana te traeré unos lentes, lo prometo — dice Edvard.

—No te preocupes —le respondo señalando el par de remplazo que traigo puesto.

—Son horribles —dice Edvard.

—Pero funcionan —refuto encogiéndome de hombros.

—Bolita —dice Auguste lanzándome el balón, pero levanto el pie y este pasa por debajo.

—Voy por el —digo y voy por el balón, lo pateo con fuerza y este se estrella con un árbol que ni siquiera había visto que estaba ahí —¿Ese árbol de dónde salió? —pregunto y todos ríen.

—Le pegas peor que yo y eso ya es mucho decir —dice Edvard.

—Y sí —dice Auguste —Le pegas peor que la persona que está a tres pasos de la portería y aún así estrella el balón contra el travesaño —dice y los tres reímos, Edvard solo hace una mueca.

—Ya juguemos —dice cuando llego con el balón en las manos y empezamos a jugar hasta que suena la campana.

Todos corremos a nuestros salones para tomar los talleres que elegimos.

. . .

Auguste

Nos separamos para las clases, Edvard viene a un lado mío porque nuestros talleres están en el mismo edificio, vamos caminando por las escaleras, cuando llegamos al segundo piso alguien nos habla.

La chica de los librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora