Llorar por palabras

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Salgo al día siguiente de mi casa escuchando música punk, llego a la parada del metro y me deslizo por el barandal hasta abajo, justo cuando choco contra el suelo recibo una llamada.

—¿Bueno? —digo mientras avanzo para comprar mi boleto.

—Hola Mosquetero —saluda Edvard desde el auricular.

—Münch —saludo y él ríe.

—¿Qué tal? —pregunta.

—Todo bien gracias —respondo mientras paso por los torniquetes —¿Y tú?

—Bien, aquí manejando —dice y yo me detengo.

—¡¿Estás loco Edvard?! —pregunto incrédulo.

—Tranquilo amigo, estás en altavoz — dice riendo —La que trae el teléfono es Juno

—Hola Aramis —habla la voz aguda de Juno.

—Hola Juno —saludo volviendo a avanzar para subir al andén.

—Bueno amigo, cualquier persona que viva a más de 5 minutos de la Universidad pasa por la autopista principal, entonces querías saber si pasaba por ti —dice Edvard y yo hago una mueca.

—Si me hubieras dicho eso en cuanto llamaste, te habría dicho que sí — respondo —Pero ya estoy en el metro — termino.

—Chin —dice Edvard —Ni modo, será para la próxima

—Pues sí —respondo, entonces escucho a alguien llorar y me quito uno de mis audífonos.

Giro mi cabeza por el andén hasta dar con el sonido, es la misma chica de ayer, está llorando mientras sostiene el libro entre sus manos, voy a acercarme cuando escucho por el audífono que mantengo en mi oído.

—¡Aramis! —son los gemelos.

—Mande —respondo.

—¿Qué haces que no contestas? — pregunta Edvard.

—Es que me tengo que ir Edvard — respondo —Ya llegó el metro

—Bueno —dice Edvard —Te veo en la Universidad, Mosquetón

—Adiós Mentalista —respondo —Adiós Juno

—Adiós Ara... —dice y cuelgo.

Me acerco a la chica, pero me quedo a lo lejos, no puedo acercarme mucho, los nervios me carcomen, nunca se me ha dado muy bien la socialización, mucho menos con las chicas; me quedo observándola desde el otro lado del andén.

Mientras la veo ella levanta la vista y se enjuaga los ojos detrás de los lentes y levanta un poco el libro, dejando ver su título: "El soñador desconocido", al volverlo a bajar noto que está casi por llegar al final, analizo más o menos el libro y pienso.

—Saraí — murmuro, en ese libro la chica que podría considerarse la protagonista muere en los últimos capítulos, y el protagonista va a verla, teniendo que arrancarla de la verja donde cayó y sosteniendo su cuerpo muerto contra él; honestamente es de la escenas más tristes que he leído, y mira que he leído muchas.

Escucho el silbido del tren y me acerca hacia allá, sin despegar la vista de la chica, ella se levanta y se mantiene con el libro a medio cerrar, solo espero que llore por eso y no por otra cosa; tomo el tren y me siento en un lugar pegado a la ventana, recargo mi cabeza contra el ventanal y saco de mi mochila un libro: "La ladrona de libros" el mismo libro que llevaba ella ayer.

Abro el libro y empiezo a leer repitiendo cada palabra en mi cabeza y prestando poca atención a las canciones que reproducen mis audífonos; así continúo todo el camino hacia la Universidad

La chica de los librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora