¿Quieres ser mi novia?

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Llegué a la escuela el lunes en la semana siguiente después de que Liesel conociera al club con una sonrisa amplia en la cara y la adrenalina al 200%, Edvard me esperaba en la jardinera y al verme se el contagió mi sonrisa

— ¿Qué tal Mosquetón? — pregunta saludándome

— Todo está PERFECTO, Mentalista — respondo sonriente

— ¿Cuáles son las buenas nuevas? — pregunta mientras caminamos hacia la cancha

— Le pediré a Liesel que sea mi novia —  cuento con una sonrisa y Edvard celebra

— ¡Super, amigo! — celebra este

— Claro que no es super — reclama Khaled el cual nos escuchó cuando íbamos llegando — Nos va a abandonar o ella lo obligará a hacerlo lo cual da lo mismo.

— No lo creo Khaled, a ella le caen bien se los recuerdo — respondo

— Aún así no confío — responde con una mueca graciosa y todo reímos — Estoy de broma amigo, felicidades.

— Gracias — respondo

— ¿Y qué harás para pedírselo? — pregunta Edvard — Dime que no te pararas en medio del patio y lo gritaras frente a toda la escuela

— Claro que no — respondo — No soy tan ridículo ni tan extrovertido como para hacer eso

— ¿Entonces? — pregunta Auguste

— Una vez me dijo que si le daba uno de mis escritos ella me diría que sí, así que eso haré — respondo algo apenado

— Pues entonces, suerte — responde Edvard y me alborota el cabello

...

Cuando casi es hora de mi taller me acerco a Auguste lentamente

— Amigo — digo llamando su atención — ¿Te puedo pedir un favor?

— Claro Aramis — responde con una sonrisa — ¿Qué pasa?

— ¿Le puedes entregar esto a Liesel? — pregunto mostrándole un sobre de papel

— ¿No se lo vas a dar tú? — pregunta Edvard confundido

— Es una especie de... pista — explico — El escrito lo tengo yo — digo mostrándoselo

— ¿No irás a clase? — pregunta Auguste confundido

— No, tengo unas cosas que hacer antes — respondo algo apurado y nervioso

— ¿Soy yo o esa es una referencia literaria? — pregunta Khaled

— Efectivamente amigo — respondo — Noche de pastel y marionetas

— Sí, la historia de Zuzana y Mik, ¿no? — pregunta sonriente y yo asiento — Eso es todo mosquetero

— Gracias — respondo sonriente — Ahora sí, me tengo que ir

— ¡Suerte! — me grita el club y yo alzo los pulgares mientras salgo corriendo de la escuela

Liesel

Llego al taller y me siento en el lugar que ocupo frente a Aramis, hemos estado hablando un poco últimamente, es un chico bastante agradable.

La chica de los librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora