Una cita oficial

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Especial del 14 de febrero para todas aquellas lectoras que queremos un Aramis en nuestra vida.

Voy camino a la escuela el viernes, cuando subo las escaleras para entrar a los andenes del metro una voz me llama

— Hola Aramis — dice y yo suelto un grito mientras doy un salto, la risa detrás de mi me deja saber quien era

—Liesel — reclamo riendo mientras giro hacia ella

— Ya levanté la vista de mis libros para verte — responde y se levanta

La abrazo por la cintura y nos quedamos así un ratito, después la suelto y nos quedamos viendo con una sonrisa

— ¿Qué libro traes hoy? — pregunto y ella me lo muestra y yo hago una mueca de asco, Liesel ríe y yo la acompaño

— ¿No te gusta? — pregunta con una sonrisa

— Soy lector, si se trata de leer te leo hasta el periódico, pero ese libro — digo señalándolo — Es el libro más malditamente aburrido que he leído en mi vida

— El Popol Vuh — dice Liesel — Sí es bastante aburrido la verdad, pero no lo puedo dejar sin terminar

— Eso es pecado — respondo y ella ríe

— Exacto, ¿tú traes algún libro hoy? — pregunta y yo me quito la mochila para sacar el libro que llevaba hoy

— Aquí está — digo mostrándoselo — La noche del muñeco viviente

— Ese libro lo traía yo ayer — dice sonriente

— Lo sé, he hecho esto por meses — respondo algo apenado, en eso suena el silbato del metro y ambos giramos la vista

— Ven conmigo — pide y yo accedo

Ella me jala hasta un par de asientos y nos sentamos juntos, yo traía mis audífonos colgando de la orilla de la chamarra, ella se sienta y me pasa la mitad del libro, lo tomo y ella recarga su cabeza en mi hombro

— ¿Quieres que escuchemos algo? — pregunto y ella asiente

— ¿Pones el disco de Avril que me pusiste en la tienda? — pide haciendo ojitos y yo asiento

Pongo el disco, le paso un audífono y me quedo con el otro, ella recarga de nuevo su cabeza en mi hombro y yo recargo mi mejilla en su cabello, ambos nos vamos leyendo el libro hasta llegar a la escuela.

Una vez en la escuela ambos vamos de la mano hasta la entrada, antes de que ella se vaya yo la tomo más fuerte

— Liesel, ¿quieres tener una cita conmigo? — pregunto algo nervioso y ella sonríe

— Sí Aramis — responde alegre — ¿Cuándo?

— El lunes, a las 3 — respondo más tranquilo

— ¿Dónde? — pregunta

— Te veo en el andén, de ahí nos vamos  — respondo sonriente

— Bueno, entonces nos vemos — responde y se acerca a dejar un beso en mi mejilla

. . .

El lunes espero en el andén a Liesel para poder llevarla a nuestra cita, la veo llegar a los pocos segundos después, trae un vestido de campo y unos zapatos blancos se ve hermosa.

— Hola — saluda con una sonrisa

— Hola — respondo — ¿Estás lista?

Ella asiente con la cabeza y yo la llevo al tren, el camino es tranquilo con sólo una pequeña práctica casual.

Llegamos a la estación a la que quería traerla, bajamos del tren y le tapo los ojos; la llevó caminando a ciegas por unas 2 o 3 calles hasta llegar a un pequeño parque, una vez ahí le descubro los ojos y la veo sonreír

— Ta-ran — digo sonriendo

En el lugar hay una pequeña manta para picnic con una canasta, además de que está adornado con unas pequeñas flores silvestres y cerca hay unos árboles con una hamaca amarrada.

— ¿Te gusta? — pregunto tímido

— ¿Es una broma? — pregunta viéndome — Aramis me encanta — se lanza para darme un beso pero nuestros lentes chocan y ambos reímos

— Ups — digo yo y ella ríe apenada, se levanta los lentes al igual que yo y nos besamos — Pase usted linda dama

No sentamos en la manta para comer lo que hay en la canasta, que son sólo unos pequeños sándwiches que mi mamá me ayudó preparar, el tiempo pasa entre risas, hasta que de repente Liesel busca en la canasta y saca un pequeño libro

— ¿Y esto? — pregunta viéndolo

— Por si nos aburríamos — respondo apenado

— Siempre lo quise leer, ¿Puedo? — pregunta

— Me sorprende que nunca hayas leído "Fahrenheit 451" pero sí, adelante — respondo

Liesel se recuesta en la manta con la cabeza apoyada en el pasto y levanta el libro a la altura de su cara, lo abre con cuidado y me mira

— ¿Lo leo en voz alta? — pregunta

— Por favor — pido y ella asiente — ¿Me puedo acostar en tu estómago? — pregunto y ella asiente

Recargo mi cabeza en la parte plana de su abdomen, ella me ve y sonríe con una mano mantiene el libro abierto mientras lee y con la otra acaricia mi cabello lentamente, yo río y la escucho leer.

El tiempo pasa lentamente hasta que de repente, unas 2 o 3 horas después ella deja de leer a la mitad del libro.

— ¡Oye! — reclamo

— Y hasta aquí para que tú me leas la otra mitad en nuestra próxima cita — responde y yo sonrío

— Bueno — respondo, me acerco a ella y me levanto los lentes para poder besarla.

Ella me responde el besos suavemente y abraza sus brazos alrededor de mi cuello, con cuidado tomo sus rodillas por la parte de atrás y pongo una de mis manos en su espalda, la levanto suavemente sin dejar el beso y la acuesto lentamente en la hamaca.

— ¿Te acuestas conmigo? — pide

— No cabemos los dos — respondo con una media sonrisa

— Por favor — suplica haciendo pucheritos, yo río y asiento

— Bien, hazme espacio — ella aplaude y se recorre hacia un lado

Me acuesto en la hamaca con cuidado y una vez que estoy bien acomodado, ella enreda sus piernas con las mías y coloca su cabeza en mi pecho mientras me abraza y así nos quedamos hasta el atardecer.

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Esto es lo más asquerosamente cursi que leído en mi vida, me encanta

Espero les guste
Atte: Ale Bautista

La chica de los librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora