4. Así es el amor

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—Déjeme ver si entendí, Potter. Actuó sólo esta vez, sin ayuda de sus amigos.

—Así es, profesora. Peter no sabe nada, Sirius ya tiene suficientes castigos y Remus ahora es prefecto.

—Usted también.

—Pero yo me puedo morir si no hago bromas, es vital para mi existir.

McGonagall se rio de mí, cuanto quiero a esa profesora, pero necesitaba hacer algo para que me castigara, lo hacía para estar con Elisa, tal vez era ridículo y no quería detenerme a analizar el verdadero motivo, sólo necesitaba saber que estaba bien, llevaba toda la semana sin mencionar una palabra, sabía que había un problema con su padre, pero no sabía cuál, no había querido presionarla a hablar, pero la notaba distante, más delgada y las ojeras marcando sus hermosos ojos marrones.

—¿Por qué vino a auto acusarse conmigo?

—Porque me gusta hacer bromas, pero también tengo que lidiar con las consecuencias de mis actos.

—¿No era más fácil no pintar a la pobre señora Norris de azul?

—¿Y perderme la cara de Filch? Pero puedo recapacitar sobre mis actos en la lechucería, ahí es donde mis pensamientos más profundos llegan a mí.

—Entonces piense profundamente todo el mes.

Comencé a caminar hacia la salida pero la voz de la profesora me detuvo en seco.

—Traté de no hacer trabajar mucho a la señorita Hamilton, eso no sería caballeroso.

—¿Elisa está castigada? ¿En la lechucería? Eso sí es nuevo.

—Retírese antes de que le diga al profesor Hamilton que tienen el mismo castigo.

Le sonreí en señal de complicidad y ella me giñó el ojo, corrí hacía la lechucería y Filch me esperaba con un trapeador y un balde de agua, así que los tomé con una sonrisa y subí las escaleras, estaba haciendo un frío del demonio y me recordé traer una chaqueta para Elisa la siguiente noche, la vi limpiar la ventana por donde las lechuzas entraban y salían, o al menos fingía hacerlo pues la conocía lo suficiente para saber que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo.

Caminé hasta el otro extremo del lugar, su mirada confundida me hacía sonreír, pero ponía todo mi esfuerzo en no desmayarme de ternura por el brillo de sus ojos, me había preguntado qué hacía ahí "No podía dejarte sola, quiero saber qué te sucede para saber cómo ayudarte." Claro que no le diría eso, la haría sentir vulnerable y pequeña, no lo era pero así lo tomaría, no quería hacerla sentir mal, así que le dije que no podía perderme su primer castigo, que en parte era cierto, ser hija de un profesor significaba no meterse en problemas, no involucrarla en las bromas y en caso de hacerlo, borrar sus huellas de la escena del crimen, además aunque lo negaran, Logan Hamilton tenía cierto favoritismo hacia sus hijos, pues si los atrapaba haciendo alguna broma con nosotros, fingía no ver nada por al menos 5 minutos dándonos tiempo para escapar, así que Elisa Hamilton cumpliendo un castigo era algo que no quería perderme.

Comenzamos a limpiar en un agradable silencio, no era incómodo, el viento y el canto de las aves era lo único que escuchaba, sentí como se acercaba lentamente a mí, pues el olor a rosas comenzaba a ser más fuerte, me esforcé en no girarme hacia ella, simplemente seguí limpiando toda la mierda del suelo.

—¿Por qué estás aquí?

—Porque me castigaron.

—¿Qué hiciste?

—Pinté al gato de Filch.

—Eso es crueldad animal.

—También condenar a estas pobres aves a este frío del demonio.

Just a friend |James Potter|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora